Esperanza Aguirre ha anunciado su intención de convertir a los profesores en
"autoridades públicas", de manera que si son agredidos la pena consiguiente sea la misma que cuando se agrede a un policía o a cualquier representante de la autoridad pública. El anuncio ha sido acogido con entusiasmo por unos, con escepticismo y rechazo por otros.
En mi opinión lo más importante de la propuesta de Aguirre es que pone el dedo en la llaga de una realidad que nos negamos a ver por más que de vez en cuando se cuele en las páginas de los periódicos. Y esa realidad no es otra que en los últimos años muchos profesores han sufrido agresiones por parte de alumnos, e incluso de padres de alumnos, y esas agresiones se han saldado con nada. Es decir, el agresor se ha ido de rositas.
Hace unos meses se publicaba que había aumentado el número de bajas por depresión y el aumento de consumo de ansiolíticos entre el profesorado. Sólo hay que salir a la calle y observar el comportamiento de nuestros adolescentes y jóvenes para comprobar su mala educación. Una mala educación de la que todos somos responsables, la familia, la sociedad, el Ministerio de Educación.... en fin todos, porque el nuestro es un país de pendulazos y pasamos de una educación represiva a la renuncia de educar.
Y esa mala educación alcanza a todos los sectores de la sociedad, no se
.png)
salva nadie como hemos visto recientemente en los sucesos de una zona residencial de Madrid, Pozuelo, donde se organizó una
"pijoborroka", es decir donde adolescentes y jóvenes con alto nivel adquisitivo se comportaron como discípulos de Atila.
A mí me parece que es de sentido común devolver la autoridad a los profesores. Bien es verdad que la autoridad no sólo es cosa de leyes, sino que los propios profesores se han de ganar el respeto de los alumnos, pero es evidente que si hay una ausencia de normas se abona el terreno para que algunos jóvenes y adolescentes pasen, como han pasado, a cuestionar a sus maestros, amenazarles y agredirles sin que suceda nada.
Hace unos días el ministro de Educación,
Gabilondo, proponía un Pacto por la Educación y se ha lamentado de que esa propuesta de Esperanza Aguirre no sea tratada en el marco de las conversaciones para ese acuerdo.
Más allá de dónde y cómo se haya hecho la propuesta lo importante, bajo mi punto de vista, es el debate que ha originado y que debería dar lugar a que en ese Pacto Educativo, se aborde por parte de todas las partes implicadas en el problema de la agresión en las aulas, de la mala educación y de la necesidad de cambiar el modelo educativo.
Lo que sería un despropósito es que haya sectores que rechacen la propuesta sólo porque viene de Esperanza Aguirre, de la misma manera que es otro despropósito que desde las filas de la derecha se insista en que todos los aspectos de la Logse han sido negativos.
La educación en España es una asignatura que han ido suspendiendo todos los gobiernos pero también es verdad que tanto la derecha como la izquierda han querido imponer sus modelos sin escuchar otros argumentos que los suyos. Ha pasado suficiente tiempo para admitir la evidencia y es que la Educación en España es un desastre y sólo con el concurso de todos se podrá poner remedio. El ministro Gabilondo ha invitado a ello, ¡ojalá tenga suerte en el empeño!