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Con T, no con C

Con T, no con C

jueves 01 de octubre de 2009, 17:17h

Derrotar es el verbo ante Correa, con T no con C. Nada de derrocar. Eso lo convierte en lo que no es: héroe. Lo perenniza y lo victimiza. Cualquier rato vuelve o se recicla cabalgando sobre la impopularidad asegurada del heredero del poder, pues le tocaría revertir o corregir el sistema ineficaz implantado por este trastornado mental –afección más evidente cuanto peor se vuelve la crisis-  sentido cada vez más por miles de ecuatorianos en la inseguridad, el desempleo, la comida, la falta de crédito y los escándalos de corrupción. Correa anda con ganas de irse a cada rato para evadir su responsabilidad y eludir las rectificaciones: pone su cargo “a disposición si quieren obligarlo a dialogar con medidas de hecho”. Antes hizo lo mismo si le probaban alguna relación entre miembros de su gobierno y las FARC. ¿Se acuerdan? Se lo requeteprobaron y allí sigue con el chantaje de “yo, o el pasado”. Cada vez le creen menos.

Cada vez lo apoyan menos. Pero no por eso se va a caer. El precio del  petróleo sigue alto; controla la propaganda; influye en los llamados a controlarlo; ordena a la mayoría aborregada en la Asamblea y descontrola a los propietarios de algunos medios informativos, a quienes les ha cortado la publicidad oficial por tener apenas el 1% de su capital en paraísos fiscales, ante lo cual uno corta el personal y otro se recorta las alas. ¡Así que nada de celebrar la caída coyuntural del tirano en las encuestas! Su capacidad de reacción y margen de acción todavía son grandes. Hay que derrotar sobre todo las ideas caducas e improductivas de Correa; así el Ecuador se habrá vacunado contra otro farsante de izquierda, enancado en el cambio que varios proclamamos y prestigiamos desde 1979.

A eso debe apuntar la crítica: a mostrar y demostrar cómo el desplome de las utilidades de la banca privada en 43% por ejemplo, perjudica más a 3,8 millones de usuarios, pero, esencialmente, refleja un deterioro progresivo en la economía, pues la contracción se produce porque no existe demanda. Otros simplemente desisten de emprender negocios ante el permanente cambio en las reglas. Lo que deposita la CFN en la banca privada lo retira en cualquier momento y ni ella, el BNF, el

BEDE, el Banco del Pacífico, la China con sus inversiones o la cochinchina con sus misiones islámicas detienen la descomposición social en el Ecuador. Indígenas no encandilados con baratijas dan lecciones de dignidad; ‘mafiosos’ del MPD desnudan el maniqueísmo de Correa; la delincuencia desatada desdice del bienestar social que él se precia de generar. ¿Dónde están los 82 millones de dólares que solo en Guayaquil prometieron invertir el año pasado contra la inseguridad? ¡Ineptos! Pero la farsa no se acaba con comparsa. Termina siendo y haciendo alternativa. Y eso todavía no se ve en el Ecuador.

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