Además de los tres proyectos de Ley de Comunicación presentados para su análisis, discusión y aprobación en la Asamblea Nacional, a lo largo y ancho del país se han realizado foros, presentaciones, debates y eventos incluso de nivel internacional, sobre lo que debería ser esa Ley. El aporte de ideas ha sido considerable y acabamos de tener, por añadidura, una visita al país de una delegación de la SIP.
Sin embargo, en su última diatriba sabatina el presidente Correa afirmó que “la ley va por que va”, es decir, la que elaboró el Ejecutivo y se presentó al parlamento por intermedio del diputado aliancista Rolando Panchana. ¿Para qué seguir dialogando? ¿Qué sentido tiene perder el tiempo de esta manera? Nos han hecho participar de un diabólico sainete urdido con trampas y deshonestidad.
El Presidente dijo entonces, refiriéndose a los medios de comunicación, que debía ejercer una “libertad con responsabilidad”.
¿Es acaso responsable de sus actos y consecuente con su cargo cuando dice algo semejante? Correa está conduciendo al país a un callejón sin salida y, con su burla a quienes de buena fe accedieron al diálogo, pasa a otro terreno: el de la confrontación y la violencia.
La Asamblea Nacional, como lo han hecho en el continente otros cuerpos legislativos bajo regímenes dictatoriales y totalitarios, sólo tiene que acatar la voluntad del Presidente, reunirse y votar por el proyecto Panchana. ¿Vivimos en un Estado de derecho y de democracia plena? El fanatismo ciego y sordo que padecemos añadirá a su colección esta otra monstruosidad legal.
Si (
No(
