El pasado jueves 15 de octubre, se inauguró la exposición-feria de arte "Setenta años de una esperanza", organizada por la Agrupación Niños de la Guerra Civil Española Asilados en Argentina, en el marco de las actividades que conmemoran los 70 años del Exilio Republicano Español.
La exposición, que seguirá por 15 días en la sede de la Agrupación Pablo Iglesias del PSOE Buenos Aires, reunió gran cantidad de gente que pudo
realizar un recorrido por documentos y fotografías de época, pinturas relacionadas con el tema y hasta escuchar testimonios de los propios "niños", hoy ya con arrugas surcándoles la frente.
La Secretaria General del partido María de los Ángeles Ruisánchez presentó la exposición, recalcando que "esta casa hoy se siente profundamente satisfecha de dar cumplida una parte de la Ley de la Memoria Histórica. Estamos aquí porque somos producto de la historia más negra de España". Luego dio la palabra a Andrés Hernández Díaz de Espada, uno de los organizadores y miembro de la Agrupación Niños de la Guerra, quien expuso los motivos del encuentro.
"Quiero rendir homenaje, en primer lugar, a nuestros padres y madres que tuvieron la entereza de darnos educación, de hacernos hombres de bien", comenzó Hernández. Luego mencionó al Presidente del gobierno español, por acordarse de los niños y brindarles su ayuda para que no pasen "una vejez espantosa", habiendo ya pasado "una infancia terrible" lejos de España y exiliados, en clara referencia a la prestación económica que el gobierno de Rodríguez Zapatero destinó a los ciudadanos de origen español que, durante su minoría de edad, fueron desplazados a otros países como consecuencia de la Guerra Civil.
Seguidamente agradeció a los artistas plásticos que colaboraron para la muestra: Celia Acevedo, Andrea Gelsi, José Niebla, María Echevarría y nombró a todos los niños y niñas de la guerra presentes, destacando al tiempo algunas de las obras expuestas por los propios "niños" como los cuadros de Hibernón, el diario personal escrito de pequeño de Rubió en su exilio francés o las fotografías tomadas por él mismo en un viaje reciente por el País Vasco.
Asimismo, resaltó especialmente la presencia de Máximo Fernández Artidiello que "es el único chico que está acá con nosotros que fue soldado. Luchó en España, salió al exilio, luego luchó contra los alemanes, al final sobrevivió y está aquí para contarlo. Parece mentira que podamos tener una persona así". Artidiello, hoy de 87 años, tenía tan solo 14 cuando estalló la guerra y se alistó en el batallón 237 de Asturias. Luego escapó a Francia donde lo encontró la segunda guerra mundial combatiendo junto a los maquis, situación que lo autoriza a llevar la Cruz de Loraine, insignia de la resistencia francesa contra la ocupación nazi.
"Se trata de difundir y de refrescar la memoria", prosiguió Hernández al centrarse en la muestra, de exponer las dificultades de vivir el exilio, por ejemplo en los niños pequeños a quienes "les quitan sus juguetes, el lugar que los ampara" y demostrar esa sensación de que "después de 40 años somos extranjeros en todas partes. Voy a España, me siento muy bien, pero en alguna manera soy extranjero. Aquí siempre he sido extranjero y me siento muy bien también… Cosa extraña lo del exilio".
El Consejero de Trabajo e Inmigración de la Embajada de España, Guillermo Hernández Cerviño, quien estaba presente en la sala, sostuvo en alusión a Franco que "lo que se ve aquí es la expresión del mayor fracaso personal, político, humano que se haya podido escribir en la historia. Si hay algo inútil es una guerra pero si hay algo más inútil todavía, es una guerra que cuando se muere el dictador se van con él todos los valores que se defendieron y tres años después de su muerte tuvimos una constitución nueva con muchos de los valores de la República y esto es lo valioso".
Las actividades culminarán, el jueves 22 de octubre, con la conferencia "El hombre que esparcía la niebla, vida de un exiliado republicano español", del artista plástico, escritor y poeta Nicolás Rubió, también "niño de la guerra", hoy de frescos 81 años, que para esta muestra también cubrió el frente vidriado del local partidario con cintas adhesivas reproduciendo el "gran festival de papel engomado que se dio en Barcelona con el fin de que los vidrios de las ventanas no cayesen sobre los transeúntes cuando los bombardeos los hacían estallar".