Es contra todos los males que sufrimos ya como algo natural e inevitable
Lo increíble en los resultados de las encuestas no es que Chávez pierda popularidad sino que la conserve en márgenes importantes y a veces mayoritarios. Resulta fuera de toda lógica que en un país donde la muerte se ha convertido en lugar común y en azote que afecta no sólo a los ricos, sino, sobre todo, a los humildes, la gente pueda seguir teniendo confianza en el principal responsable de esa situación.
De la misma forma ocurre con la salud, el empleo, la educación y la crisis de los servicios públicos. Venezuela es un país postrado en la miseria, en la mugre, en la desesperanza y sin embargo buena parte de la población cree en Chávez, postura que uno podría atribuir a la ignorancia, la inconsciencia o al más abyecto masoquismo porque no se entiende de otra manera el conformismo o, incluso la satisfacción que alguien pueda encontrar si va a un hospital y no lo atienden, la basura se acumula a las puertas de su casa, tiene tres meses sin recibir agua y se le quemó la nevera por culpa de un apagón.
Pues no, ese sería un razonamiento facilón que si bien puede tener buena parte de la razón no termina de ir a la clave del asunto y ésta, ni más ni menos, en algo tan sencillo que si bien Chávez pierde popularidad casi nadie, en la oposición, la gana. La gente que deja de creer en Chávez y la que todavía mantiene la ilusión no encuentran en los partidos, ni en los personajes que los dirigen, una alternativa que la haga creer y sentir que las cosas no sólo pueden ser mejores sino que deben serlo.
Con eso no le resto méritos a los gobernadores y alcaldes de la oposición quienes, con todo el poder del gobierno y del Estado en contra, están realizando gestiones positivas que, la gente, poco a poco, ha venido apreciando. Es más, si de alguna parte debe insurgir un líder nacional será de allí porque no hay mejor argumento que mostrar obra hecha a la hora de salir a pedir votos.
Sólo que esas opciones aún no se consolidan y a pesar de que Capriles, Ledezma, Ocariz, Blyde, Graterón, Pablo Pérez o Pérez Vivas gocen del apoyo mayoritario de sus gobernados, resulta evidente que, hasta ahora, no despuntan como una opción política nacional ante el peor gobierno que haya tenido Venezuela en su historia y en todo caso no es mucho lo que puedan hacer ante las elecciones parlamentarias que se avecinan. Están, por otra parte, los estudiantes, pero hay que darles tiempo y eso, a juzgar por el adelanto de los comicios, es algo que no se tiene.
Lo único cierto es que sólo creando una estructura unitaria donde se junten los verdaderos líderes comunitarios y se presente un programa legislativo que se convierta en una verdadera alternativa de cambio, será posible vencer todos los males a los que el acostumbramiento y la pasividad nos han condenado a soportar como algo natural e inevitable. ¿Serán capaces de lograrlo? A veces pienso que no.
RGIUSTI@ELUNIVERSAL.COM