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Decisionismo

Decisionismo

jueves 29 de octubre de 2009, 18:13h

Sin ley que lo estipule, sin debate alguno en el Congreso, sin siquiera una reunión plenaria de gabinete o alguna explicación sobre su financiamiento, sin acordar con los legisladores una adecuada articulación con los demás programas existentes, la presidenta ha anunciado una medida largamente solicitada por la oposición y que, de no tener trampas no anunciadas, es de un valor social, ético y económico trascendente: una asignación universal a la niñez.

Por supuesto, tampoco analizó mucho el origen de los fondos. Como a muchas otras ocurrencias de su gobierno, se pagará con los recursos de los jubilados. Igual que el nuevo modelo de automóvil de la General Motors, el déficit de Aerolíneas, las obras públicas de De Vido –las más costosas del mundo, siguiendo los récords de Cristina, pero también las más invisibles-, y el financiamiento de las agrupaciones mafiosas, cuasi mafiosas y, por ahí, hasta alguna que lo merece... El elenco estable de aplaudidores, con el novedoso agregado de Milagro Sala, coloreaba sus manos en ruidosos aplausos para una medida que de cumplirse, los justificaría.

No le preguntaron su opinión, por supuesto, a los jubilados y a los aportantes previsionales, cuyos recursos alegremente se cambiarán de destino. No se tocarán los fondos de la presidencia –con los que se financian los viajes, se compran y alquilan aviones y se garantiza la movilidad diaria del vestuario presidencial, entre otras cosas-. Tampoco las cajas sindicales, de las que salen los recursos para la compra de campos y costosas casas en clubes privados, de “studs” y de elegantes casas-quintas de sindicalistas. Mucho menos del juego, que está monopolizado por los socios empresarios de la dinastía. No. Será el dinero de los pasivos, una vez más. El decisionismo –con dinero ajeno- no la lleva, por ahora, a privarse o renunciar a las prebendas de la que goza. Lo siguen pagando los demás.

Al margen del origen de los fondos, la medida es buena. Tardó y evidentemente no tenía prioridad en la agenda, pero lo importante es que llegó.

Por supuesto, si efectivamente llega... duda consistente con una administración especializada en anuncios sucesivos olvidados al día siguiente.

La línea conductora del comportamiento del gobierno K es la destrucción institucional. Sobre esta destrucción, puede haber medidas buenas o malas. Es indudable que el mejor trato otorgado por esta administración al sistema científico – técnico estatal, por ejemplo, es positivo. O esta propia medida que se anuncia. Como negativos son los sucesivos hechos de mega-corrupción, de destrozo institucional y de limitación de la libertad de prensa, la subordinación de la justicia y el manoseo de los recursos provinciales usados para disciplinar gobernadores e intendentes.

Un país sin instituciones es un país que ha retrocedido a antes de 1853. Esa ha sido la constante de la administración de Néstor Kirchner y de esta abogada a la que su marido designó sucesora y que, al promediar su mandato, no ha logrado –a pesar de sus esfuerzos en imagen y vestuario- abandonar el otro contra-récord que también entrará en los Guiness: ser la presidenta de peor imagen y menor reconocimiento de sus conciudadanos de todo el continente americano, casi la mitad de la que tenía el denostado George W. Busch al momento de dejar el poder. Sería de desear que la medida anunciada no tenga el mezquino objetivo de alcanzar la popularidad que tuviera Bush, para abandonar el contra-récord, sino que estuviere motivada aunque más no sea, por un auténtico sentido de justicia.

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