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Bolivia cambia, pero la pregunta es ¿cómo cambia?

Bolivia cambia, pero la pregunta es ¿cómo cambia?

viernes 04 de diciembre de 2009, 19:07h

Si algo está claro, es que las elecciones generales del 6 de diciembre en Bolivia, serán totalmente inéditas. Por supuesto que se trata de un hecho histórico inédito, a saber:  se cuenta con un ganador asumido, con una nueva forma de votación, con un nuevo padrón electoral, con un cambio en las formas de elección de representantes y distribución de escaños, y hasta con la (casi imposible) posibilidad de una segunda vuelta, nunca antes vivida. Es decir que el cambio constitucional con su ejercicio político previo, con su debate y confrontación, derivó en lo que hoy se asume con la denominación de “proceso de cambio”. Se deben sumar a estos factores, la errática resistencia opositora y el propio aporte del espacio público boliviano, que han generado la modificación de las reglas del juego electoral en Bolivia. Para unos, ese cambio de reglas, encarna la visión hegemónica de la actual administración, pero para los otros - los operadores oficialistas- solo existe una pregunta: ¿qué mayor ejercicio democrático se puede pedir?  Su razonamiento es simple, a mayor ejercicio electoral, mayor democracia. El tema es altamente discutible y la respuesta la dará solamente la historia. No obstante, Bolivia se enfrenta una vez más con su destino y todavía se vive este momento, respirando aires democráticos, aunque los menos optimistas, auguran el fin de las formas de representación democrática, tal como se habían comprendido hasta hoy. 

La campaña electoral 2009 ha sido asimétrica, tal como lo establece una colega del semanario PULSO. Pese a quien le pese, la campaña 2009, ha tenido tremendas desigualdades en la disposición de recursos. Valga recordar que fue el propio presidente quien suspendió el financiamiento estatal a los partidos, razón por la que no existe control alguno al origen de los fondos que pagan las campañas. Bueno y conveniente para unos y desventajoso para otros. En esa perspectiva, se ha perdido la vergüenza de disponer (en un grotesco acto de dispendio) los recursos estatales para su uso en una campaña electoral, donde pareciera, que el oficialismo se juega el “todo por el todo”. Es para ellos, la batalla final para borrar todo vestigio de oposición que no provenga de su propio génesis. Algún comentario off the record, de alguien cercano a la cúpula masista, explica que el MAS busca inaugurar un nuevo sistema político, donde la premisa hegemónica desarrollaría en un futuro, la generación de las opciones opositoras desde la misma fuente del inicial consenso nacional, vale decir del MAS y de los “Movimientos Sociales”… pero esa es otra discusión.

De todas maneras, la demostración empírica del desequilibrio de fuerzas en pugna electoral, está en las calles. En ellas, la contaminación visual de los cartelones con la imagen de Evo Morales, cambia de colores, formas y texturas, para ofrecer el mismo mensaje electoral. Está también en los medios de comunicación, donde cualquier cálculo tarifario se queda corto, frente a la saturación de mensajes oficialistas.  Sin ningún complejo, instituciones estatales como YPFB, ABC, el Ministerio de Educación o el de Salud y Deportes, firman los cartelones, cuñas y spots, con el mensaje propagandístico y exaltador centrado en la figura de Morales. “Evo no se cansa” o “Evo piensa en grande”, son algunos ejemplos del tipo de campaña, que seguramente se ha diseñado sobre una hipótesis de mensaje electoral adecuado a su estrategia, pero que en este caso, resulta pagada con los recursos naturales que la Nueva Constitución establece como de “propiedad de todos los bolivianos”, así como el aporte en impuestos que muchos ciudadanos nos obligamos en pagar con la esperanza de mejores días. Los sujetos opositores desplegaron su campaña en base a los recursos logrados con su propio aporte, esperamos hayan tenido origen lícito. De todas maneras la relación de inversión (o gasto) electoral, del oficialismo respecto la oposición es elocuentemente asimétrica.

A pesar de todo, la inédita elección y la asimétrica campaña, nos marcarán un nuevo rumbo histórico, un nuevo mapa político, una nueva relación de pesos y contrapesos, así como una nueva perspectiva de equilibrios, que tendrá su corolario final en la instalación de la primera Asamblea Legislativa Plurinacional que será ese el nuevo escenario del debate político boliviano. El MAS ha declarado su firme intención de “sepultar” a sus adversarios políticamente y hasta inhabilitarlos legalmente por las vías judiciales. Sabemos que Morales y García Linera, no se contentan con amenazas verbales y son implacables a la hora de cumplir su cometido político. La segunda gestión de Evo, consolidará su propuesta de cambio. La incertidumbre de hace 4 años parece ser menor que la actual, aunque, ¿quién sabe? 

La especulación se ha trasladado al escenario de la distribución del poder en el entorno de Morales. Es sabido que en el escenario electoral el MAS, como partido, se muestra vital y territorializado. Pero se sabe también, que a la hora de gestión, el poder y la decisión vuelven a concentrarse en el Palacio Quemado, donde el Presidente y un entorno muy discreto asumen el control total.  Es muy difícil hablar de tendencias en el MAS, pues a la fecha Evo lo es todo y lo demás funciona a su ritmo y capricho. Seguramente y una vez arranque la nueva gestión, la entelequia de los “Movimientos Sociales” que soportan al gobierno -pues “Evo manda, obedeciendo”- será el argumento irrefutable de la administración, para justificar las decisiones que seguirán siendo altamente centralizadas.  Las incógnitas sobre la marcha del futuro gobierno constituyen la incertidumbre del cambio. Las líneas generales del régimen ya se conocen, falta saber qué más propondrá Evo en su idea transformadora. Bolivia voto el 2005 mayoritariamente por un cambio, que se ha suscitado principalmente, en el ámbito económico (estatización) y simbólico (a través de la inclusión del factor indígena). Hoy en el 2009, las tendencias muestran la inclinación mayoritaria a profundizar ese cambio, o será que simplemente ya no se quiere cambiar el cambio. La incógnita del “cambio” continuará agobiando a los bolivianos, y los resultados del mismo, sólo se conocerán en el futuro. Solo resta esperar la sabiduría del pueblo a la hora de votar y que sea acompañada por las bendiciones para los electores y para los elegidos. Como siempre, “sólo el tiempo lo dirá”.


Santa Cruz, diciembre de 2009   

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