www.diariocritico.com
La gesta de Malvinas y el indigesto poder económico

La gesta de Malvinas y el indigesto poder económico

miércoles 31 de marzo de 2010, 16:28h

Para la mayoría del pueblo argentino, el 2 de abril siempre será asociado a la gesta de Malvinas. Como todo hecho trascendente, que deja marca en nuestra historia social, el desembarco de tropas militares argentinas en las Islas sobre las que nuestro país reclama derechos de soberanía desde hace tantísimas décadas, es complejo. Contradictorio. En él conviven el desprecio popular por la dictadura militar genocida que decidió el desembarco, y el reconocimiento eterno a los soldados que, maltrechos, hambrientos y mal armados, entregaron generosos y valientes sus vidas por la Patria.

Resulta paradójico que la dictadura militar haya resuelto esa fecha, el 2 de abril, para iniciar su aventura en Malvinas. Es que tan sólo 6 años antes, el 2 de abril de 1976, el flamante ministro de economía del naciente gobierno de facto, José Alfredo Martínez de Hoz, pronunció su célebre (por lo trágico) discurso en el que planteó los lineamientos de la política económica del poder dictatorial. Allí Joe, como le decía Magdalena Ruiz Guiñazú en su programa radial de entonces, luego del famoso “hemos venido a dar una vuelta de página a la historia argentina”, expuso la decisión de liberar la economía, tirándoselas a los perros del mercado; quitar barreras arancelarias e impuestos a la importación; y desindustrializar al país, para “abrirlo al mundo”, privilegiando un modelo productivo atrasado: el agro- exportador. Fueron crímenes imperdonables, que nuestra historia, y también los jueces, no pueden dejar impunes. Era el regreso a aquella “Argentina granero del mundo”, que tantos dividendos les dejó a los dueños de grandísimas extensiones de tierra concentradas en pocas manos, y tantas miserias provocó en un pueblo condenado a la creciente desocupación.

La aventura militar de aquel abril de 1982 fue una maniobra perfectamente urdida por el poder militar, ya en decadencia. Cuando se produjo el desembarco, todavía estaban calientes las calles argentinas, especialmente las que rodean la Plaza de Mayo, tras el paro general y la marcha que la CGT, conducida por Saúl Ubaldini, convocó para el 30 de marzo de 1982, en repudio a la dictadura, y que el gobierno militar reprimió ferozmente, con más de 2000 detenidos en todo el país, y hasta compañeros asesinados, como en Mendoza.

La dictadura, apelando a un odio y desparpajo sin límites, no dudó en manipular un sentimiento popular tan profundo como el sentido de soberanía sobre las Malvinas, para intentar lograr en la población un consenso hacia su gobierno, del que ya hacía mucho tiempo no gozaba. Lo había perdido con su plan económico de entrega del país; con las evidencias cada vez más notorias respecto del Terrorismo de Estado que habían aplicado; con la lucha de las Madres de Plaza de Mayo, que fueron pioneras en la denuncia de sus crímenes, no ya en el exterior, por los argentinos que habían tenido que huir del país, sino en las propias narices de los genocidas, la Plaza de Mayo. Lo había perdido con las constatación de las cárceles argentinas, donde se apretujaban los presos políticos y los pobres marginados por la Patria financiera que fundaron Videla y Martínez de Hoz. Lo habia perdido con la resistencia de los trabajadores organizados que levantando las banderas de Perón y Eva Perón, más allá del genocidio sufrido conducían la resistencia popular al regimen..

Las Madres de Plaza de Mayo, para sortear las provocaciones que sufrían en aquellos días por grupos y patotas afines al régimen militar, inventaron una consigna, que acompañaba el honesto sentimiento popular, y al mismo tiempo ponía en blanco sobre negro el verdadero drama que la dictadura quería esconder: “Las Malvinas son argentinas; los desaparecidos, también”.

Lo cierto es que a 28 años del conflicto bélico en las Islas, las Malvinas, los heroes del 82 y los desaparecidos sigue siendo argentinos; y como extranjeros y antinacionales siguen comportándose los grupos concentrados de la economía, que ayer sostuvieron el Golpe militar, y hoy insisten en conspirar contra el Gobierno.

¿Cómo se explica si no que el mismo día que nuestra Cancillería protestaba oficialmente ante Gran Bretaña, por el inicio de sus exploraciones petroleras unilaterales en aguas territoriales argentinas, sobre las que versa una disputa de soberanía desde hace años, un grupo de cinco legisladores de la oposición de nuestro país, visitaba amigablemente el Foreing Office, en la mismísima Londres? No olvidemos nunca sus nombres ni sus pertenencias partidarias, porque su acto sin dudas constituye una severa afrenta a nuestra Patria: Adrián Pérez, Walter Agosto, Paula Bertol, Oscar Aguad y Miriam Gallardo, de la Coalición Cívica, el PRO, la UCR y el “PJ” disidente, respectivamente.

¿Es que no se toma dimensión del carácter estratégico que revisten las Islas Malvinas para el imperialismo, ya sea norteamericano o inglés? El sistema imperial, no importa qué nacionalidad puntual tenga, es uno solo al momento de unir sus fuerzas en la acción de sabotaje político y hasta bélico, contra cualquier proceso de liberación popular, como el que trabajosamente está queriendo transitar América latina, también nuestra Argentina.

¿Cómo se puede conceptuar el ninguneo mediático y político al que sometieron al Gobierno los golpistas comunicacionales y legislativos, cuando aquél negoció con éxito diplomático el apoyo del Grupo Río, primero, y de los 32 países de América (excepto Canadá y Estados Unidos), después, al firme reclamo de soberanía argentina sobre las Islas Malvinas? Si no es traición a la patria, se parece mucho.

¿Alguien puede deslindar del justo homenaje a nuestros héroes malvineros, y el firme reclamo de soberanía, de la actual situación geopolítica en el continente, signada entre otras variables por el golpe de Estado en Honduras, que Obama terminó convalidando, y la reactivación en 2009 de la Cuarta Flota estadounidense, creada 65 años atrás para enfrentar los submarinos alemanes, y resucitada ahora, justamente en el convulsionado Patio Trasero?

Los que comandaron la guerra por televisión, desde su casa, bebiéndose un wisky mientras cambiaban de canal para ver los partidos del Mundial de España, son quienes condenaron a las Fuerzas Armadas al descrédito social, porque la asimilaron al oscuro interés imperialista.

Como dijo la Presidenta Cristina Fernández, fueron esos mismos asesinos quienes ultrajaron la dignidad de la institución militar, encapuchando a sus oficiales para que asesinen en las sombras a su propio pueblo, y no quienes recordamos sus crímenes, denunciamos la deshonra a la que sometieron la institución, y seguimos clamando Memoria, Verdad y Justicia. Las Fuerzas Armadas son del pueblo, y no de sus eventuales mandos militares. Deben servir a la Patria y no a los intereses particulares de clientes muy poderosos económicamente.

Aquellos valientes soldados que entregaron lo mejor de sus vidas en Malvinas, muchísimos de los cuales eran simples conscriptos, con escasa formación militar, condenados luego de la guerra en el Atlántico Sur a ser verdaderos parias sociales, a callar los crímenes de los que fueron testigos, a ser pasados por locos si denunciaban los horrores en el mando, que en verdad fueron delitos cometidos por la conducción de las tropas argentinas; se lo merecen y nos lo demandan. Para ellos también será el país que entre todos, pueblo y gobierno, estamos queriendo construir.

Julio Piumato
Miembro de la Comisión Política de la Corriente Nacional del Sindicalismo Peronista

¿Te ha parecido interesante esta noticia?    Si (2)    No(0)

+
0 comentarios