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El otoño de los derechos humanos

El otoño de los derechos humanos

jueves 02 de septiembre de 2010, 12:36h
No ha sido un buen verano para los derechos humanos en el mundo y no parece que el otoño vaya a ser mejor. No progresamos adecuadamente en una asignatura esencial para una sociedad democrática que sólo esporádicamente muestra su compromiso con los derechos humanos y con quienes padecen su violación permanente. No es un mundo justo ni solidario el que permite hechos como los que están sucediendo en Irán o en Marruecos, pero también en Francia. No cumplen su función informativa ni social unos medios de comunicación que denuncian esas violaciones y luego las olvidan. Sin una denuncia permanente y una información comprometida, los Gobiernos y los grupos que violan esos derechos  permanecerán siempre en la impunidad.

Son demasiados los casos recientes. En Irán, Sakineh Asthiani sigue encarcelada y, aunque no sea lapidada -en pleno siglo XXI siguen lapidando a mujeres o practicándoles la ablación- puede ser ejecutada en cualquier momento por haber cometido un supuesto adulterio. A Sakineh la han obligado a denunciar a su abogado y éste ha tenido que huir de Irán y refugiarse en Noruega, dejando en su país a toda su familia. La prensa iraní ha calificado de “puta” a Carla Bruni por defenderla. Y el mundo  guarda silencio. En China, el presidente Zapatero ha ido a hacer negocios, lo que está bien, y no ha pronunciado una sola palabra sobre la violación de los derechos humanos en ese país. Y el mundo guarda silencio. En Venezuela ha muerto un opositor a Chávez, que también ha lanzado ya las cartillas de racionamiento, y los medios de comunicación están amordazados. Y el mundo guarda silencio. En Cuba, Leire Pajín y Elena Valenciano han dado un espaldarazo a la dictadura cubana y aunque se han entrevistado con el cardenal de La Habana, no han tenido tiempo de reunirse con la acosada y perseguida oposición.

El Gobierno español ha preferido creer al Gobierno de Marruecos que a los ciudadanos españoles que fueron a El Aaiún a protestar por la política marroquí contra los saharauis. Es un gesto consecuente con el abandono de la causa saharaui y de la dignidad de ese pueblo que desde 1975 vienen manteniendo los Gobiernos españoles. Y en Francia, el Gobierno de Sarkozy ha emprendido la persecución y expulsión de territorio francés de la etnia romaní o gitana, obligándoles a firmar un documento en el que reconocen su salida “voluntaria” del país a cambio de 300 euros. Ni la condena del Consejo de Europa o del Comité para la Eliminación de la Discriminación Racial de la ONU, de la Iglesia católica y de las ONGs ha servido para que Francia renuncie a esa expulsión colectiva que viola el Derecho de la Unión Europea en materia de libre circulación de personas y que discrimina a unos ciudadanos por su raza. Al criminalizar a estos ciudadanos europeos, Francia ha inaugurado un camino enormemente injusto y peligroso. Y Europa y el mundo guardan silencio.
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