Termina el descanso estival, se acerca la “rentrée” y con ella, se acerca también el todos los años crucial, pero este año muy especialmente, debate de los Presupuestos Generales. Para salvarlos, y salvar su permanencia al frente del Gobierno, y confirmado por
Durán i Lleida que CiU no los apoyará,
Rodríguez Zapatero necesita unir, a los votos cautivos de IU y BNG, al menos el voto favorable del PNV, el partido al que expulsó del poder en Euskadi a través de un extraño pacto de socialistas y populares, muñido por el inverosímil
Patxi López, actual lehendakari, y el inteligente pero evanescente Basagoiti. Para el PNV es una ocasión de oro de recuperar el gobierno de Euskadi, generalizado como está el convencimiento de que Rodríguez Zapatero pagará por su supervivencia al frente del Gobierno cualquier precio que haya que pagar, con lo que probablemente se acerca la fecha para que Patxi López tenga que empezar a hacer las maletas en Ajuria Enea. Quedan los dos votos del grupo nacionalista canario CC, pero en La Moncloa los dan por seguros y afirman que así lo ha manifestado ya el presidente de Canarias, el nacionalista moderado
Paulino Rivero, a Rodríguez Zapatero. Así que, con un coste tan económico como el sacrificio de Patxi López, ZP se encontraría en condiciones de salvar in extremis los Presupuestos, y con ellos, su
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permanencia en el poder.
El canario Paulino Rivero es un político con muy buena prensa en Madrid, donde se le tiene, entre muy relevantes personalidades políticas del Gobierno y de la oposición, por inteligente, moderado y fiable, nada menos. El antiguo alcalde de El Sauzal ha crecido políticamente en estos años y conseguido dimensión no sólo en el archipiélago sino también en los escenarios de la política nacional. A buen seguro que su presencia, este cercano 22 de septiembre, en el madrileño Foro Europa de Nueva Economía Forum, confirmará, por cantidad y calidad de asistentes, la valoración indicada. Madrid no es una ciudad políticamente fácil y sin embargo, Paulino Rivero ha sabido ganarse el respeto, el interés e incluso el afecto de los círculos políticos, económicos y periodísticos de la capital.
Y es que Canarias es mucho más que un archipiélago distante. Puede ser y debe ser una Comunidad económicamente activa y potente, utilizando esa gran fortaleza que es, para su excelente red de puertos y aeropuertos, probablemente la mejor del Atlántico norte, la posibilidad muy real de convertirse en el gran “hub” tricontinental de comunicaciones marítimas y aéreas entre Europa, Africa y América. Nada menos. Hay señales serias de que el actual titular de Fomento,
José Blanco, comparte esa idea y está en el ánimo de favorecerla. Obras polémicas, pero necesarias y emblemáticas, como el puerto de Granadilla, que por supuesto deben hacerse con el mayor cuidado ecológico, traerán muy altos niveles de prosperidad y trabajo al archipiélago. Con la posibilidad añadida, también muy real para Canarias, de jugar análogo rol en el ámbito cibernético, porque, antes o después, por Canarias circularán las comunicaciones cibernéticas entre los tres Continentes.
Además, y para disgusto de las cada vez más templadas ambiciones expansionistas de Marruecos, la identidad territorial y la libertad de Canarias están bien aseguradas no sólo por la condición de territorio de la Unión Europea, sino sobre todo por los F18 de la base área de Gando, que hacen inexpugnable el territorio del Archipiélago, con lo que se queda en anécdota menor el tantas veces citado y ya famoso mapa de
Mohamed VI. Lo que ahora necesita Canarias es un proyecto de estabilidad política que haga posible un ambicioso plan económico, plan implicado por supuesto en el desarrollo económico y tecnológico de África. Porque éste y no otro es el final del final del argumento: ha llegado el tiempo en el que, si se hacen bien las cosas y se hacen en unidad y armonía, África de ninguna manera será para Canarias una amenaza, sino una extraordinaria oportunidad. Desde Canarias podrán trazar las grandes potencias económicas el diseño y las claves del salto de África a la modernidad, con todo lo que ello supone en los campos de las infraestructuras, las nuevas tecnologías y el desarrollo económico y comercial.
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