Es lo que tiene correr y correr para inaugurar una obra importante de cara a unas elecciones municipales y autonómicas: que no siempre se llega. Y como las prisas nunca son buenas, pues eso; al final hay problemas. Aunque haya foto.
Nos referimos al Metro Ligero que unirá Madrid con Boadilla y Pozuelo --y, más adelante, con otras localidades como Brunete--. Cuando empezaron las obras, se anunció con gran cartelería en la cabecera de línea --estación de Colonia Jardín, junto a la Casa de Campo y en el límite del municipio de Madrid con el de Pozuelo de Alarcón-- que el susodicho Metro Ligero estaría listo para marzo de 2007. Era cuando el hartazgo de los sufridos madrieños ya había rebasado con creces el límite por la gran cantidad de molestias sufridas, con los colapsos de tráfico diarios en esta salida hacia la Ciudad de la Imagen. Llegó marzo. Y abril. Pero no la inauguración. A comienzos del mes pasado, se cambió el cartel: el Metro Ligero se inauguraría el 11 de mayo. 'Nunca es tarde si la dicha es buena', se diría más de uno. Pero su gozo en un pozo: este segundo cartel desapareció hace unas semanas sin otro que le sustituyera anunciando una nueva fecha.
Luego vino, el lunes por la tarde, lo del descarrilamiento de uno de los convoys en pruebas y la denuncia de los trabajadores en el sentido de que por las prisas ni se había cuidado la calidad de los materiales ni se habían respetado los estándares de seguridad. La Comunidad dijo, en cambio, que el descarrilamiento se produjo por un error en el sistema de cambio de agujas.
Y por fin llega el día, que es hoy, jueves. ¿Del funcionamiento del tren? No. Sólo de la visita de la presidenta de la Comunidad, Esperanza Aguirre, que 'supervisará las últimas pruebas' de esta nueva línea, que abrirá al público... en junio.
Más de uno sospecha que a lo que va Aguirre es a 'hacerse la foto' como sea, si no de la inauguración, al menos sí de la 'supervisión'. La foto es lo importante: al fin y al cabo, sólo quedan tres días para las elecciones.