Triste fin de fiesta el de anoche para
Trinidad Jiménez. Pero más duro si cabe fue el hecho de que hasta el hotel madrileño en donde su equipo, numerosos simpatizantes y un enjambre de periodistas esperaban su llegada, no se acercara ninguno de los destacados miembros de la Ejecutiva que la han apoyado sin tapujos a lo largo de estas largas semanas de precampaña y campaña.
Pero ni
José Blanco, que compartió cartel el pasado viernes con ella en Las Rozas; ni
Antonio Hernando, el hombre que supuestamente estaba destinado a coger el timón del barco madrileño en el caso de que
Tomás Gómez fracasara; ni
Elena Valenciano, que ha roto también varias lanzas por su amiga Trini, quisieron compartir esos amargos momentos. Por no hablar de Alfre
do Pérez Rubalcaba, uno de los más furibundos detractores de Gómez. Tampoco dio la cara.
La ministra hizo esperar a la prensa. Llegó al hotel poco antes de las diez de la noche en el mismo coche que
Jaime Lissavetzky, cuando el escrutinio ya estaba cerrado y se conocían los datos que daban la victoria a Gómez, su contrincante en estas agitadas primarias.
Por un momento, al ver aparecer a su jefe de gabinete,
Félix Albertos, se pensó que el vicesecretario general del PSOE iba a acudir a dar un abrazo a Trini. No fue así. Claro que la pregunta que cabe hacerse es: ¿se habrían hecho la foto con ella si hubiera ganado...?
Diario e-Xclusivo
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