jueves 07 de octubre de 2010, 21:35h
El comienzo del curso político parece que ha sido más de calendario que de empuje y ganas, tanto del gobierno como de la oposición. Los exámenes de septiembre de nuestra clase política no han sido lo suficientemente buenos como para interesar a los ciudadanos. Es decir, han suspendido y desgraciadamente nos encaminamos a repetir curso.
El pupurrí de noticias de este verano, mientras sólo algunos privilegiados españoles han disfrutado de vacaciones , se puede resumir en conflictos externos e internos. Los primeros con la guerra de Afganistán, donde ha habido víctimas españolas, el secuestro de españoles con pago incluido de nuestro generoso gobierno, y la bajada de pantalones gubernamental ante Marruecos, en el conflicto negado de Melilla. La debilidad del gobierno traspasa fronteras.
En cuanto a los internos, aparte de los endémicos, tenemos un presidente, que dice que no ha ido de vacaciones, pero ha estado ocupado con su partido en Madrid con Trini-Gómez y amontillado por Cataluña. El paro y la crisis sigue, pero peor.
Por lo que respecta a Madrid, le ha salido un respondón; la persona es lo que le importa, el programa, es lo de menos.
En cuanto a Cataluña, después de la sentencia del Tribunal Constitucional, parece que el PSC, ante las próximas elecciones, no sabe por donde tirar. Es tan triste la gestión con el tripartito, que la derrota se barrunta cada vez más. Montilla es un hombre sin carisma, sin recursos y acosado por propios y ajenos. La proximidad de las elecciones catalanas no le da margen para la recuperación y menos con sus compañeros de gobierno. Apostó por nacionalismo y ahora se queda sin espacio.
La política a dos bandas, nacionalismo y gobierno central, está abocada al fracaso, igual que le pasó a Touriño en Galicia, jugando a nacionalismo con BNG. Ahora ni Corbacho podrá echarle una mano, y menos con la salida tan escandalosa de un ministerio de trabajo hecho trizas tras la anunciada huelga general. Resulta obsceno que a alguien que ha realizado una gestión tan calamitosa en el gobierno ésta pueda servirle de aval para presentarse en Cataluña. De aquellas frivolidades proceden estos lodos señor Zapatero.
El resto de España mira con atención este próximo examen popular. Cataluña tendrá que optar entre una CIU con suficiente mayoría, que significaría Artur “Más” de lo mismo que hubo con Puyol, pero peor, o una aventura a lo vasco o parecido, que ha demostrado un auténtico cambio de rumbo positivo.
Aunque parezca poco probable que CIU no ocupe la Generalitat, eso sería lo único que haría que la repetición de curso fuera ilusionante acabando de una vez con las tensiones nacionalistas, pero para ello, el PP, Ciudadanos y Rosa Díez han de lograr seducir a tantos y tantos habitantes de Cataluña que ya están hasta las narices de incompetencia, nacionalismo barato y veleidades independentistas.
Los ciudadanos que no votan nacionalismo están allí, dispuestos a que les propongan un atractivo futuro. Solo hay que motivarlos, llevarlos a votar. Volver a entonar aquella canción de los 70 de “Habla pueblo habla” ¿Acaso no es suficiente que al referéndum del estatuto, sólo fuese a votar menos del 50% y de ese 50% el 25% no lo apoyase?. Acertadamente la oposición a ese estatuto, afirmó que dos de cada tres catalanes no lo respaldaron, y eso, teniendo en cuenta un gobierno central y un tripartito volcándose en su aprobación.
Quizás el PP debiera haber realizado algo semejante a unas primarias en Cataluña para elegir al líder más válido en esa tierra, al menos obraría un destacado interés por su representante, los otros dos partidos tendrán que emplearse a fondo, pero romperían esa impresión anticipada de que el debate gira sólo entre los que han estado monopolizando la política nacionalista en el parlamento, CIU y Tripartito.
La política española necesita líderes serios, fuertes y comunicativos, para mover al electorado, que considera la política la actividad menos valorada.
Espero que los partidos no nacionalistas sepan trabajar adecuadamente, todavía tienen tiempo, y lleven su mensaje a todos los que quieren una Cataluña nueva, desterrando esa maniquea idea que han introducido los nacionalistas de que el resto de los partidos van contra Cataluña. Eso se consigue con un buen trabajo de campaña y con buenos y honrados líderes . Aunque esto hoy nos parezca solo un sueño es necesario realizarlo para hacer despertar a Cataluña de la mediocridad y hastío que la ha arrastrado a perder fuelle económico a raudales, con huída de inversiones y a deshacerse en una lucha estatutaria obsesiva, que amenaza con agrietar gravemente la unidad, pues la autonomía allí ya ha llegado al límite constitucional que hemos votado todos.
Jesús Pérez Lópe. Abogado.