miércoles 15 de diciembre de 2010, 13:59h
Junto a la honradez, la inteligencia, el decoro, la probidad y la prudencia, el coraje es virtud exigible a los políticos. Nadie está obligado a dedicarse a la política. Por eso, quien hace de la política su vida se obliga a afrontar los problemas con inteligencia y coraje. Estamos viviendo días en los que el Gobierno decreta medidas que van de lo polémico- prórroga del estado de alarma y militarización de los controladores de vuelo- a lo inaceptable :la supresión de la ayuda de 426 euros a los parados de larga duración.
Dos medidas excepcionales que el Presidente Zapatero no ha justificado ante los ciudadanos. En el caso de la prórroga le deja la patata caliente al ministro de la Presidencia (Jáuregui).En relación con el abandono a su suerte a los trabajadores que se les termina la prestación de los 426 euros- cerca de un millón de personas-, nadie del Gobierno se atreve a abrir un debate. Debate para establecer prioridades a la hora de recortar gastos. ¿Por qué se quedan sin ayuda los parados españoles pero seguimos gastando millones de euros en el sumidero sin fondo de la guerra de Afganistán? ¿Por qué no se revisan las ayudas indiscriminadas a las ONG? ¿Por qué no se recortan -o mejor, suprimen-los gastos y fastos de las representaciones de las comunidades autónomas en el extranjero? Ya digo, son opciones que deberían ser analizadas en un debate parlamentario serio. Claro que, para eso, hay que tener coraje y atreverse a dar la cara. Y, de momento, el Presidente Zapatero se ha declarado ausente.