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La reforma laboral, un paso más hacia el indigente modelo social y económico español

La reforma laboral, un paso más hacia el indigente modelo social y económico español

viernes 07 de enero de 2011, 20:27h
La sexta y última reforma laboral habida en nuestro país desde la promulgación del Estatuto de los Trabajadores (1980) no va a conseguir reducir la temporalidad en los contratos de trabajo y generar empleo estable y de calidad. Ello es bastante obvio si se examinan los datos esenciales de nuestra economía con la suficiente perspectiva histórica. Antes de esta última reforma laboral hubo otras cinco, surgidas todas ellas, en lo esencial, con el declarado objetivo de combatir estas dos lacras de nuestra economía: reformas laborales de 1984, 1994, 1997, 2001 y 2006.

Pero ninguna con éxito y los resultados están bien a la vista

Aún así, las elites dirigentes españolas siguen deliberadamente persistiendo en la misma medicina fallida.  Y el problema no radica en que la presunta medicina no sirva para curar al enfermo (que ya es grave problema), sino que al no ser medicina ( más bien pócima venenosa), cada ingesta deteriora, cada vez más, la salud del enfermo.
Nadie desconoce que el vertiginoso aumento del paro en nuestro país en los dos últimos años tuvo un factor desencadenante externo a nuestra economía: la crisis de solvencia y credibilidad del sistema financiero internacional. Pero dicho factor externo no explica en absoluto la inusitada saña con que el paro hizo garra en nuestra economía. Si la crisis financiera internacional no hubiera encontrado en nuestra economía y en nuestro tejido social un terreno abonado y fértil para desgracias, el daño hubiera sido sin duda muchísimo menor. 

¿ Por qué la crisis internacional nos ha golpeado tan fuerte?

Por varias razones sin duda.  La primera, por tener España una mayoría de población trabajadora con modestísimos salarios. La segunda, por las precarias condiciones de trabajo de más del 50% de nuestra clase media y trabajadora ( jóvenes en su mayoría), condenada a vivir a perpetuidad en la zozobra y sinrazón de la temporalidad, la subcontrata y la empresa de trabajo temporal. La tercera, por la desmesurada burbuja inmobiliaria en la que nuestro país vivió durante la última década, en cuyo interior quedaron atrapadas cientos de miles de familias de modestos recursos con el beneplácito del Estado. Y cuarta, porque la banca española, aun conociendo la extrema fragilidad económica de una gran parte de la población, cortó de la noche a la mañana el suministro de crédito a la pequeña y mediana empresa, provocando que nuestra economía entrara en crisis, galopante y profunda.  

Se pudo haber evitado. Se podía haber hecho de otra manera

El Estado debió intervenir decididamente en la economía con base en el interés general y la emergencia nacional del caso, incluso interviniendo temporalmente la Banca. Por supuesto, nada de ello se hizo. Y el Estado claudicó, como muchas otras veces, ante la Banca privada, cuyo fuero y poder es ajeno e inmune a cualquier poder representativo. Y el resultado de esa claudicación, tiene nombres y apellidos: millones de parados con nombres y apellidos. Hijos todos de la claudicación.

Pero ahí no acabó todo.  El gremio de los especuladores y banqueros decidieron que los Estados tenían que hacer en los próximos años drásticos y urgentes recortes en el déficit y en el gasto público.  Como algunos gobiernos se resistieron, conscientes de que una disminución masiva del gasto público en toda Europa sólo añadiría más crisis y miseria a la ya existente, los especuladores más grandes del gremio forzaron la resistencia de dichos gobiernos, orquestando sangrientas cacerías contra su deuda pública. Al final, los gobiernos sucumbieron y, con su naufragio, nuestras esperanzas en la democracia y la política también se hundieron.

El gremio de los que dictan e imponen las reglas ( bancos, inversionistas y toda suerte de especuladores y corruptos) son pocos en relación a la inmensa mayoría que sufrimos sus desmanes.  Pero hay una diferencia entre ellos y nosotros: ellos acaparan todo el poder; nosotros y los políticos a quienes votamos cada cuatro años, no poseemos en verdad ninguno.Ahora bien, el gobierno nos ofrece e impone a todos un remedio fabuloso para salir de la crisis: ¡ una nueva reforma del mercado de trabajo!.  Fabuloso, por lo que tiene de fábula, se entiende. Y nos dicen que todo irá bien si creemos en ellos. ¿ Creer en ellos?, ¿ Creer en una reforma laboral, que ya fracasó las 5 veces anteriores que se intentó ..? 

Nuestro gobierno alevosamente nos quiere engañar, y se quiere engañar

No tiene ni voz, ni alma propia, y ha hecho suyo el ideario de la elite financiera y empresarial: “España sólo puede competir en Europa si dinamita de continuo su mercado de trabajo y empobrece a sus clases medias y trabajadoras”.  Y ha interiorizado tanto este postizo, ruinoso ideario, que ha olvidado del todo su credo y origen socialista y obrero. Qué tristeza de política y de políticos ..  Sí, el gobierno pretende de nuevo engañarnos con la reforma laboral.  Y lo que ahora importa es no dejarse engañar. Porque mientras no nos engañen (engañemos) del todo, siempre quedará un hilo de verdad sobre el que mañana volver a edificar …

                                                  Emiliano Collado es abogado y miembro de ATTAC
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