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Conaculta rinde homenaje al escritor y filósofo Ramón Xirau

Conaculta rinde homenaje al escritor y filósofo Ramón Xirau

martes 25 de enero de 2011, 23:00h
“Siempre he creído y he escrito varias veces que para mí no hay una diferencia fundamental entre la poesía (o el arte en general) y la filosofía, en cuanto vías para conocer el mundo”, ha expresado  Ramón Xirau, poeta y filósofo de origen catalán quien ha desarrollado en México una importante labor como pensador, filósofo, poeta, editor, escritor y profesor.

      Amigo de Alfonso Reyes y de Octavio Paz, quien lo llamó “hombre-puente” entre Cataluña y México, Xirau nació en Barcelona el 20 de enero de 1924, llegó a nuestro país en 1939 y se nacionalizó mexicano en 1955.

      Octavio Paz, escribió en el prólogo a Graons, que Xirau “es un hombre-puente. Su persona y su obra unen vertientes diferentes, comunican tierras separadas. Catalán de México, en él confluyen el Altiplano y el Mediterráneo, dos civilizaciones y dos lenguas: filósofo y poeta, su obra, en los momentos más plenos y mejores, es la conjunción del entendimiento y la sensibilidad.”

      El Premio Nobel de Literatura mexicano contestó el discurso de ingreso de Ramón Xirau en El Colegio Nacional, el 26 de febrero de 1974, en aquella ocasión apuntó que “sus ensayos son un puente que une no a dos sino a varias orillas. En primer término: puente entre sus dos vocaciones más ciertas y profundas, la poesía y la filosofía. Ramón Xirau es un excelente poeta en catalán y, en castellano, un luminoso crítico de poesía. El crítico se alimenta de las intuiciones y visiones del poeta; a su vez, el poeta se hace, deshace y rehace en las reflexiones del pensar filosófico”.

      Ramón Xirau ha sido uno de los estudiosos más profundos y prolíficos de la poesía mexicana y sus exámenes de la obra de Octavio Paz, José Gorostiza y Xavier Villaurrutia, entre otros, son indispensables para entender no sólo a estos poetas, sino a toda una corriente del pensamiento y la creación; como filósofo ha contribuido al esclarecimiento de las escuelas contemporáneas. Como poeta se ha distinguido por publicar siempre en catalán, lo que acercó su literatura a tierras mexicanas y españolas.

Primeros años

Ramón fue hijo único; sus padres fueron Joaquín Ramón Xirau y Pilar Subías. Sus primeros estudios los cursó en el colegio Montessori de Barcelona. Meses antes de que se iniciara la Guerra Civil Española, en 1936, pasó sus vacaciones cerca de Cadaqués, pueblo de Salvador Dalí. Entre los 12 y 14 años sufrió el terrible impacto de la conflagración y viajó solo a Francia, dejando a sus padres en Barcelona.

      “Tardé bastante en leer filosofía. (¿No debe ser así?) Oía hablar de aquella ‘cosa’, yo detrás de las puertas, a Joaquín Xirau y sus discípulos de Barcelona (Maragall, Rubert de Ventos padre, Calsamiglia)… Leí, esto sí, novelas de aventuras. Entre ellas, las que todos deberíamos seguir leyendo: El faro del fin del mundo, La isla misteriosa, de Julio Verne, y acaso, sobre todo, Lau o les aventures dun aprenent de pilot. Leamos cuentos, leyendas, historias para llegar a ser mejores filósofos. Otra lectura, para mí decisiva: mucha poesía en catalán, castellano, francés, provenzal durante mis años escolares en Marsella”.

      Para 1938, durante la guerra, Ramón estudió en el al Liceo Périer de Marsella, donde aprendió el francés y leyó autores como Paul Valéry. Para 1939, sus padres huyen de Barcelona, en la misma ambulancia que viajan Antonio Machado y su madre. Después parten a Nueva York y de allí, por carretera, hasta la ciudad de México. Ocupan un departamento en la colonia San Rafael. Sin embargo, el joven Ramón nunca consiguió olvidar “los bombardeos de Barcelona por aviones bien llamados Caproni. Terribles aves que, a pesar de los esfuerzos de los maestros, veíamos desde la terraza de la escuela”. Lo primero que escribió fue un poema sobre esa guerra “incivil”, como solía llamarla.

      Ingresó en la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad Nacional Autónoma de México, donde tomaría cursos de filosofía con su padre y José Gaos, otro gran maestro exiliado, Antonio Caso y Samuel Ramos. En el vetusto edifico de “Mascarones”, el del “patio de los naranjos”, Xirau trabó amistad con los jóvenes mexicanos Rosario Castellanos, Henrique González Casanova y Eduardo Césarman, entre otros. Allí, también conoció a la que sería la compañera de toda su vida, la pintora Ana María Icaza Güido.

      Fuera de la antigua facultad, recordó el filósofo, “dos personas fueron para mí decisivas, Raimundo Lida, quien trató de enseñarnos a hacer crítica literaria, y Alfonso Reyes. Debo decirlo, don Alfonso fue maestro y amigo”.

      Al hablar de su esposa, Ana María Icaza, dice: “Revelaré —no creo que sea un secreto— lo que me hizo de veras mexicano. Vi a una persona, hablé con ella, le conté interminablemente historias temibles de la guerra vivida, de aquella guerra tal vez incivil; y me escuchaba. La conocí cuando ella hablaba con mi padre”.

      Ramón y Ana María se casaron en 1949. Tuvieron un hijo que llevó el nombre de Joaquín Xirau Icaza (1950-1976), también poeta y escritor, que murió prematuramente mientras estudiaba una maestría en la Universidad de Harvard.

Vocación docente

Ramón Xirau, como lo hizo su padre, se ha dedicado por muchos años a la docencia. También mantuvo la costumbre de recibir a sus alumnos favoritos en su estudio, atestado de libros, de su casa en San Ángel.

      Se tituló en 1946 en la Facultad de Filosofía y Letras de la UNAM. Ese mismo año murió su padre en un accidente. Posteriormente, en dicha institución hizo su maestría y doctorado. En 1955; viajó a París para hacer estudios de especialización en La Sorbona.

      Impartió clases en la Facultad de Filosofía y Letras de la UNAM desde 1949, por más de 50 años. Ingresó al Instituto de Investigaciones Filosóficas (antes Instituto de Estudios Filosóficos) en 1975.

      Fue por casi 15 años parte fundamental del Centro Mexicano de Escritores (CME), donde convivió con Juan Rulfo, Juan José Arreola, Alí Chumacero, Vicente Leñero, Juan García Ponce, Salvador Elizondo, entre otros autores. También ha dictado numerosas conferencias en universidades de México y ha dado cursos en universidades extranjeras como Oxford, Columbia, Bolonia y Barcelona.

      “Aparte de algún ensayo, lo mejor que he escrito es poesía o, mejor, algunos poemas y partes de poemas. Estuve y estoy muy cerca de algunos filósofos: Descartes, Bergson, Platón —sobre todo Platón—. ¿Wittgenstein? Sí, cuando habla y no habla de lo indecible, de lo místico y por ser su obra la que he cultivado durante mis años profesionales como maestro con deseo de ‘claridad y distinción’”, escribió en una remembranza autobiográfica publicada por El Colegio Nacional.

      Como editor, fundó y dirigió la revista Diálogos, que reunió a los escritores más sobresalientes de su generación. Surgió en 1964 y los primeros 13 números fueron independientes, “en el primer número colaboró Octavio Paz”. Después la publicación prosiguió con el apoyo de El Colegio de México, por más de 20 años.

      “Yo tuve dos grandes amigos mexicanos, grandes de verdad. Alfonso Reyes y Octavio Paz”, reconoció en entrevista con Joaquim Ibarz, de La Vanguardia. Sobre la relación con Paz abundó: “Fue maestro y amigo… Desde siempre me interesó la obra de Paz, he escrito mucho sobre él. Y él me dedicó textos generosos. Octavio hizo un escrito muy bonito sobre mi hijo Joaquim, que murió muy joven cuando estudiaba en Harvard”. Ramón Xirau y su esposa Ana María acompañaron a Paz, cuando recibió el Premio Nobel en Estocolmo, Suecia, en 1990.

      Además de Diálogos, colaboró en publicaciones como Cuadernos Americanos, Vuelta, Revista de la Universidad, Gazette de Lausanne, Ínsula, Cahiers pour un temps, Europe, Centre Pompidou, Le Scarabée y Atlantic Monthly, entre otras. Para realizar investigación o escribir obtuvo becas de las fundaciones Rockefeller (1950, 1953 y 1966), Farfield (1966), Frank B. Baird Jr. Scholarship (1967), y Guggenheim (1968-1971).

      En enero de 2010 recibió la Medalla de Alonso de la Veracruz, máxima distinción otorgada por la Asociación Filosófica de México, que sólo se otorga “a aquellos individuos que han consagrado su vida a la docencia y la investigación”. Esta distinción ha recaído en la doctora Juliana González y los filósofos Adolfo Sánchez Vázquez y Luis Villoro.

Colaboración con Fromm

Después de publicar Mito y poesía (1964) y su Introducción a la historia de la filosofía (1964), Xirau fue invitado a colaborar con el doctor Erich Fromm, a la sazón en México: “Se trataba de lo siguiente. La editorial MacMillan le había encargado una antología, con prólogo bastante detallado, notas y bibliografía. Tema: La naturaleza del hombre (libro póstumo escrito por Fromm como segunda parte de Tener o Ser, The Art of Being, Continuum Press, Nueva York, octubre 1992). ¿Querría colaborar con él en la ‘hechura’ de este libro? No oculto que la idea me entusiasmó no sin causarme algunas dudas. Era yo todavía bastante joven y Fromm era una figura conocida en todo el mundo.”

      De esta “colaboración”, el filósofo rescata el magnífico intercambio de ideas (“Fromm nunca fue Impositivo”) y, también, “por hacerme conocer, creo que a fondo, a este hombre excepcional dentro de su sencillez…” Trabajar con Fromm fue para el joven filósofo “discutir acerca de la naturaleza humana… con un hombre, vivo, concreto, no exento de humor y culto, cultísimo”. El libro se publicó en 1968 con el nombre: The Nature of Man.

Poeta-filósofo

“Fueron largos los años de exilio gracias al cual, por paradójico que parezca, nos fuimos adaptando poco a poco en estas tierras mexicanas. En mi caso particular no regresé a España hasta precisamente el año de1977. ¡Qué maravilla ver la Nueva España!, la España de la democracia…”, plasmó en una carta escrita para los Reyes de España, Juan Carlos I y Sofía.

      “Escribir poesía surge de un estallido de sensaciones espontáneas e instantáneas, es la máxima expresión de los sentimientos que surgen de esos momentos de mayor júbilo o tristeza, es algo que no se puede planear…”, declaró a la periodista Verenise Sánchez, con motivo de su cumpleaños 85.

      A Joaquim Ibarz le dijo en entrevista: “En algunos de mis escritos y seminarios, y en análisis sobre Agustín de Hipona, Descartes, Kant, Bergson o Heidegger, he tratado de mostrar que existen relaciones muy reales entre poesía y filosofía y, en última instancia, entre una y otra y la religión. Resumiendo, filosofía —más exactamente metafísica— y poesía nos atan y, en mí constituyen dos instintos o, quizás, dos manías: las que me conducen a hacer filosofía y a escribir poemas o comentar poemas de otros poetas”.

      “La poesía es sencilla, es lo que se da con naturalidad —afirmó en entrevista con La Vanguardia—. En el fondo, soy más poeta que filósofo. La filosofía es más reflexiva, implica más disciplina, más sentido del orden en el lenguaje. La poesía es más espontánea, si veo esta hoja o esta flor se me da inmediatamente. El filósofo lo que haría es describirlo, el poeta lo intuye... Ignoro cuándo empecé a escribir poesía. Quizá cuando tenía 10 u 11 años. Intenté crear poesía en francés y en castellano, pero me salía en catalán, la lengua de las sonoridades maternas y de la escuela. La lengua no se elige”.

      En su texto autobiográfico “De Barcelona a España”, Xirau escribió: Este estar en el mundo nos permite, precisamente, ‘respirar’, es decir, vivir. Lo mostraba san Agustín en Libro XI de las Confesiones —siempre para mí continuada lectura—: los ‘tiempos’ pasados, presentes, futuros no existen y, si somos tiempo, tampoco existimos nosotros. Sin embargo, nuestro tiempo real (sé que estoy abreviando mucho), el de la vida verdaderamente vivida, es el de la presencia, este tiempo continuado en nuestra duración que es un ‘siempre ahora’.”

Diálogo con la vida

“Poeta y filósofo, poeta-filósofo, Ramón Xirau parece haber encontrado en el ensayo literario, en el ejercicio de interrogación crítica del acto poético, el espacio idóneo para celebrar el diálogo —palabra clave en él— entre los saberes del alma y el espíritu”, escribió Adolfo Castañón en Letras Libres.

      Agregó que la obra de Ramón Xirau “se ha encauzado por cuatro vertientes”: la del poeta que ha sabido crear un mirador visionario, la del escritor y filósofo autor de una obra propia, la del maestro formador de investigadores y profesores, además de notable editor en la revista Diálogos (1964-1985).

      Sus publicaciones comprenden más de 40 títulos originales y traducciones de obras del francés, inglés y alemán, así como colaboraciones con otros autores. Algunos de sus libros de ensayos son Tres poetas de la soledad (Villaurrutia, Gorostiza, Paz) (1955); Poesía hispanoamericana y española (1961); Genio y figura de Sor Juana Inés de la Cruz (1967); Octavio Paz, el sentido de la palabra (1970); Palabra y silencio (1971); Poesía y conocimiento (1979); Dos poetas y lo sagrado (1980); Memoria de mascarones y otros ensayos (1995) y Entre la poesía y el conocimiento (2001).

      En poesía, escrita siempre en catalán, publicó: Sentido de la presencia (FCE, 1953); Les platges (Ediciones 62, Barcelona, 1974); Antología personal (FCE, 1976); Antología (Diana, 1989); Poemes-poemas (selección y traducción de Andrés Sánchez Robayna, edición bilingüe catalán-español) (Ediciones Toledo, 1990); Poesia completa 1950-1994 (Ediciones 62, Barcelona, 1995) y Poesía completa (edición bilingüe español/catalán) (FCE, Tierra Firme, 2007), entre otros.

      El doctor Xirau obtuvo, además, diversas distinciones por su obra, tales como Chevalier des Arts et des Letres (1964); Chevalier de l’Ordre du Mérite (1965) y miembro de la Legión d’Honneur (1990) por el gobierno de Francia; Comendador (1971), por el gobierno de Italia, y recibió la Orden Isabel la Católica del gobierno de España (1979) y la Creu de Sant Jordi (1997), en Barcelona.

      Obtuvo también el premio de literatura Magda Donato (1970), las Palmas académicas (Francia, 1975), el premio Elías Sourasky (1980), el Premio Universidad Nacional en la rama de Humanidades y el premio internacional Alfonso Reyes (1988), el Premio Mazatlán de Literatura (1990) y el Premio Nacional de Ciencias y Artes en la especialidad de Historia, Ciencias Sociales y Filosofía (1995).

      Fue nombrado doctor Honoris Causa por la Universidad Autónoma de Barcelona, España (1984), la Universidad de las Américas (México), y la UNAM (septiembre de 2010). Investigador Emérito de la UNAM y Creador Emérito del Sistema Nacional de Creadores (1993) del Fonca. También fue miembro de la Academia Mexicana de la Lengua (1994).
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