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Pasaba por aquí: Tiopentato de sodio

Pasaba por aquí: Tiopentato de sodio

miércoles 26 de enero de 2011, 19:35h
La Química me parece una ciencia apasionante. Acaso porque nunca conseguí estudiarla bien del todo (me pasó algo similar con la Física y las Matemáticas) y todo lo que la rodea me resulta casi mágico.

Pues bien, leo estupefacta que la única empresa farmacéutica que fabrica el producto arriba mentado va a dejar de hacerlo. Se preguntarán si va a haber enfermos que queden al albur, desasistidos y desprovistos de ese medicamento… Pues no, quienes se quedan sin él son los asépticos verdugos del país de las libertades, el icono de la civilización occidental y admirada nación donde todo es posible.

El Tiopentato es uno de los componentes químicos de las inyecciones letales, ésa limpia forma de matar legalmente que consiste en aplicarle un pinchazo a alguien (un alguien habitualmente negro o hispano, con coeficiente intelectual límite o pobre de solemnidad) y mandarlo al otro barrio, eliminarlo, borrarlo del mapa, matarlo simplemente.

También leo (ya no estupefacta sino indignada en grado sumo) que en una prisión de Norteamérica, ante la vacía despensa de Tiopentato, han usado un producto veterinario para dar pasaporte a un condenado a la pena capital.

Sigo leyendo y me informo de que el Tiopentato también conocido como Pentotal, se usa como “suero de la verdad”, ya saben, te suelta la lengua, desinhibe el cerebelo y uno canta hasta sus pensamientos más ocultos.

Y me admiro de la Química y sus poderes. Me admiro de que las dosis sean fundamentales en casi todo. Un poquito de pentotal te hace decir verdades, un mucho te manda a saludar a San Pedro, te pasaporta a la nada en menos de lo que tarda el verdugo en tomarse un café.

Si somos realistas, la única diferencia entre un condenado a muerte y nosotros, cualquiera de nosotros, es que el reo sí sabe que va a morir en breve, la fecha y la hora. Los demás sabemos que vamos a morir, nos faltan los pequeños detalles, el cuándo y el cómo. Por lo demás, la vida se termina antes o después.

En un mundo civilizado y occidental, donde se cuestiona el derecho a morir libremente, cuando uno cree que ya no quiere vivir más, se autoriza la matanza de gente, aséptica eso sí, en prisiones de naciones adalides de la libertad. La pena de muerte está vigente en China, Japón, los países islámicos y un etcétera tremendo… Además de en los Estados Unidos de Norteamérica.

Ahora se han quedado sin medicina para matar… ¿Nos pedirán el garrote vil que se guarda en algún museo español? ¿Hablarán con Sarkozy para que les preste una guillotina?

Perdón, se me olvidaba que en algunos estados siguen matando legalmente con gas, electricidad y balas…

Quizá estas líneas le resulten demagógicas a alguien… pero, por favor, pónganse en el lugar del prisionero ése y aguarden en su celda solitaria el amanecer del día postrero, y rueguen porque el verdugo sea certero y la química funcione.

Qué curiosa forma de intentar frenar la violencia ésta… matando a quien mató, ojo por ojo… ¿A qué me suena?

Ana Ruiz Echauri. Periodista.
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