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Grandes rutas y paisajes

Por los infinitos caminos de Cantabria (VI)

viernes 18 de marzo de 2011, 18:02h

Cantabria ha sido cuna de grandes escritores y escenario para argumentos literarios de corte costumbrista o inspiración para grandes poetas. Uno de los Infinitos Caminos nos lleva por páginas literarias repletas de imágenes cántabras. A través de escritores y poetas nos adentramos en los rincones de la región siguiendo palabras y rimas.

El Santander de escritores y poetas Santander ha sido a lo largo de su historia el escenario de múltiples obras literarias, una manera de conocer la ciudad es seguir los pasos de aquellos que escribieron sobre ella. Este camino se detiene sobre todo en aquellos escritores que más han tenido presente a la ciudad en sus libros y poemas: Pepe Hierro y Gerardo Diego, que reflejaron en sus versos la ciudad, su bahía y sus vecinos. Por su parte, Marcelino Menéndez Pelayo, fue uno de los grandes críticos de la historia y la literatura española. Una manera de conocer Santander, es tomando como hilo conductor a estos y otros escritores y las huellas que de ellos perviven en la ciudad. La ruta puede comenzar en la Biblioteca Menéndez Pelayo (1856-1912), ubicada en la calle Rubio, muy cerca del ayuntamiento de Santander. Allí se encuentra el monumento dedicado al insigne polígrafo Marcelino Menéndez Pelayo, representado en su faceta de catedrático. En los jardines anexos hay una serie de bustos de diversos escritores españoles y sudamericanos como Rubén Darío, Andrés Bello, Miguel Antonio Caro, Menéndez Pidal o José Enrique Rodo, entre otros. Otro lugar con sabor literario son los Jardines de Pereda, en los que se halla el monumento al escritor cántabro que les da nombre y la estatua sedente de la escritora Concha Espina. En los mismos jardines está la efigie en bronce de Víctor de la Serna, ilustre periodista hijo de Concha Espina. Muy cerca se encuentra la escultura con el rostro del gran poeta Premio Cervantes, José Hierro, que mira al mar en el muelle Calderón, entre las esculturas de los Raqueros y el Club Marítimo. Siguiendo la línea de la bahía, y en el Paseo Reina Victoria, está ubicada una singular estatua del poeta de la generación del 27, Gerardo Diego, sentado y contemplando el mar. Junto a ella, en una fuente, una placa recuerda a don José Estrañí, periodista y escritor cántabro. No muy lejos, en la península de la Magdalena, se alza el monumento al marino, periodista y poeta, José del Río Saínz “Pick”. La última parada es en El Sardinero, en concreto, en el Parque de Mesones, donde están situados dos monumentos, uno de ellos dedicado a Benito Pérez Galdós, ilustre veraneante de la ciudad y al poeta cántabro José Luis Hidalgo. Mazcuerras, la ‘Luzmela’ de Concha Espina La localidad de Mazcuerras está impregnada de un fuerte carácter literario. Aquí tuvo su casa la escritora Concha Espina, y en él situó el escenario de una de sus novelas más populares, ‘La niña de Luzmela’. Además de Concha Espina, su hijo Víctor de la Serna, pasó grandes temporadas entre las casonas montañesas del pueblo, una localidad donde vivió sus últimos días la escritora Josefina Rodríguez Aldecoa. Mazcuerras se encuentra a orillas del río Saja y es una de las puertas de entrada al verde valle de Cabuérniga. Sus casas de piedra, rodeadas de pequeñas huertas y praderías también fueron uno de los escenarios utilizados por Pilar Miró en el rodaje de la película ‘Werther’. Sopeña y el poeta de la montaña, Manuel Llano Muy cerca de Mazcuerras, ya en el municipio de Cabuérniga, está Sopeña, cuna del escritor costumbrista cántabro, Manuel Llano. Llano, que en la infancia fue sarruján (ayudante de vaquero), recorrió las brañas de los puertos que rodean este valle y donde el ganado pasta durante el verano. Estas estampas propias de la vida de los pueblos del interior de Cantabria, se trasladaron a sus libros en forma de escenas costumbristas que, hasta no hace muchos años, todavía se podían contemplar en los pueblos y aldeas de la zona. Sopeña presenta la imagen típica de los pueblos cabuérnigos, con casas de piedra de sillería, grandes balcones o corredores llenos de flores y pequeñas huertas rodeando las casas. “Los sabores de la tierruca”, José María de Pereda en Polanco José María de Pereda nació en 1833 en el pueblo de Polanco, donde vivió durante su infancia y, tras trasladarse a Santander y Madrid, pasó largas temporadas en la casa familiar. En ella recibía numerosas visitas de sus amigos, algunos de ellos escritores como Benito Pérez Galdós, cuya novela “Marianela” se desarrolla en Cartes y Riocorvo, localidades cercanas a Polanco. José María de Pereda destacó por sus novelas costumbristas. Una de ellas, “El sabor de la tierruca”, se desarrolla en Polanco. Esta localidad, ubicada en el municipio del mismo nombre, se halla en la comarca del Besaya, cercana a poblaciones como Santillana del Mar, Suances o Torrelavega. En su patrimonio destaca la casa natal de José María de Pereda, actualmente utilizada como biblioteca municipal. “En primer término, una extensa vega de praderas y maizales, surcada de regatos y senderos; aquéllos arrastrándose escondidos por las húmedas hondonadas; éstos buscando siempre lo firme en los secos altozanos. Por límite de la vega, de Este a Oeste, una ancha zona de oteros y sierras calvas; más allá, altos y silvosos montes con grandes manchas verdes y sombrías barrancas; después montañas azuladas; y todavía más lejos, y allá arriba, picos y dientes plomizos recortando el fondo diáfano del horizonte”. Vea también: Infinitos caminos I / II / III / IV / V
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