Cuando el poder no es político
martes 29 de marzo de 2011, 16:56h
La reunión del pasado sábado en la Moncloa en la que se reunieron las cabezas visibles de más de cuarenta empresas españolas con José Rodríguez Zapatero ante la alarma del posible rescate luso, y por consiguiente, del posible rescate de nuestro país, fue un símbolo. Aquella mesa representaba el poder, pero no el poder político sino el verdadero poder: el poder económico. Esos prohombres son los que están dictando los pasos a seguir por el gobierno socialista en estos momentos tan difíciles y de desesperanza colectiva en la sociedad civil. Al ver aquella mesa, se vislumbraban muy bien las relaciones de poder. Franqueando a Zapatero se encontraban Alierta y Botín, y nada era casual, como nunca lo es, en el complicado arte del protocolo. Alierta le debe mucho a Zapatero, sin duda, hace pocas semanas ya se habló de la red de educación Tiching auspiciada por Fundación Telefónica y con los parabienes del PSOE, Sebas Muriel, nombrado por el gobierno de Zapatero para presidir red.es, dejaba su cargo para fichar por Tuenti, una red adquirida por Telefónica. Dicen que la mujer del César además de serlo, ha de parecerlo. Y en este caso, no lo pareció. De nada nos sirve a los ciudadanos el voto, no se engañen, porque los partidos políticos están ensombrecidos por la fuerza del poder económico que representan un poco más de cuarenta empresas en el país, casi todas empresas de servicios, en un país en el que la industria casi no existe y en el que las pequeñas empresas están desapareciendo devoradas por el tsunami de la crisis. España ya no es una democracia, es tan sólo la voluntad de los oligopolios. Las diferencias sociales se acrecientan y se está poniendo en juego -si no se ha puesto ya- a nuestro estado de bienestar. Y mientras todo esto sucede, Botín, claramente apoyado por el gobierno de ZP, le pide a éste que agote la legislatura.
En este país no mandan los políticos, no nos engañemos, manda el poder económico en manos de unos cuántos "prohombres", que se benefician del poder mientras lo asfixian. Y los ciudadanos tan sólo somos títeres, títeres cansados, igual que los políticos.