Ahora todos son andalucistas
martes 05 de julio de 2011, 18:20h
Hay que ver lo que son las cosas. Vivir para ver. Ahora, cuando el Partido Andalucista está en sus horas mas bajas sin representación ni en el Parlamento andaluz ni en ninguno de los grandes ayuntamientos de las capitales, cuando sus particulares luchas por el poder entre los Pachecos, Rojas Marcos y demás compañeros mártires lo han cuarteado y han provocado casi su desaparición, es cuando el resto de las fuerzas políticas aprovechan la ocasión para apropiarse del llamado "padre de la patria andaluza" como algo propio. Todavía me acuerdo de cuando el PSOE andaluz se tomaba a rechufla los homenajes a Blas Infante, sobre todo el acto institucional de su muerte, el 11 de agosto, en el kilómetro 4 de la carretera de Carmona, donde fue fusilado hace ahora setenta y cinco años, y colocaba su busto en un rincón apartado del antiguo Hospital de las Cinco Llagas, sede del Parlamento andaluz, para que no estorbase demasiado. Sé de algún presidente de la Junta de infausto recuerdo, ahora desterrado en Madrid, que algún que otro año prefería irse a la playa y no estropear sus vacaciones familiares para tener que volver a Sevilla en tan señalada fecha. El homenaje en cuestión era "la fiesta de Blas", según lo bautizó en su momento un destacado dirigente socialista sevillano poco dado a acudir al acto.
Blas Infante siempre ha sido patrimonio exclusivo de los andalucistas aunque en teoría debería de ser de todo el pueblo andaluz. Pero a nadie de los que han mandado en Andalucía o en España le ha interesado demasiado elogiar su figura ni divulgar su obra. Ni el PSOE ni el PP se han esforzado nunca en inculcar a los ciudadanos que la ideología de ese "padre de la patria andaluza" no comulgaba demasiado con el centralismo atávico de los socialistas o los conservadores. Ahora, cuando ese buen puñado de votos andaluces y andalucistas, más de doscientos treinta mil en las últimas elecciones municipales, están casi huérfanos y buscan acomodo en alguna formación que les acoga, es cuando los dos grandes partidos del espectro político andaluz, PSOE-A y PP-A, han comenzado a situarse cerca del andalucismo para recepcionar un electorado que puede ser clave para alcanzar la mayoría absoluta.
Hasta ahora, casi todos los desahuciados del PA habían acabado en el PSOE. Señalados dirigentes andalucistas de la época de Alejandro Rojas Marcos alcanzaron puestos de relevancia en el Gobierno andaluz (Antonio Ortega, Pepe Núñez, Pepe Hurtado, entre otros) tras el primer pacto PSOE-PA firmado por Manuel Chaves, y posteriormente algunos acabaron sacándose el carnet socialista. No ha sido hasta hace un par de años cuando importantes figuras del andalucismo han dejado de pastelear con el PSOE para dejarse seducir por el PP. Hay algunos, entre ellos un antiguo concejal andalucista de Urbanismo del Ayuntamiento hispalense, al que se le ve en todas las convenciones populares y que se jacta públicamente de ser el futuro consejero de Economía del Gobierno de Javier Arenas. El pastel está aún por repartir entre los dos grandes y ya veremos quién es el que se lleva la parte del león, aunque todo parece indicar que son los populares los que le llevan ventaja en este sentido a los socialistas. Y es que, pese a quien pese, la ideología andalucista esbozada todos estos años de democracia, está más cercana a la de los partidos nacionalistas conservadores de Cataluña y el País Vasco (CiU y PNV), que al nacionalismo gallego del BNGA.
El caso es que te entra la risa floja y algo de vergüenza ajena cuando ves ahora como los líderes de los partidos parlamentarios, Pepe Griñán, Javier Arenas y Diego Valderas, colocan las coronas de flores tanto en el busto de Blas Infante en el Parlamento, en el homenaje a su nacimiento el 5 de julio en Casares, como en el acto por su fusilamiento de la carretera de carmona, el 11 de agosto. En ambos, la única persona que sigue manteniendo su dignidad, pese a los años, es Mariángeles Infante, la hija de notario de Coria, que continúa dando ejemplo de coraje y entereza pese a los escarnios y desprecios que ha sufrido la figura de su padre por parte de los principales partidos. Es lo que hay.