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Escaño Cero.- Otra Navidad

Escaño Cero.- Otra Navidad

jueves 07 de diciembre de 2006, 17:43h

En este 'puente' de diciembre es cuando se da el pistoletazo de salida a la Navidad, y les confieso que una de las cosas que más me fastidian es el intento de descafeinar la Navidad. En muchos lugares, Madrid por ejemplo, los alcaldes iluminan las calles, sí, pero las luces son más propias de una feria que de la Navidad. Parece como si recurrir a las estrellas, las campanas, el acebo, los ángeles, etc, fuera cosa de 'antiguos' y entonces recurren a motivos que nada tienen que ver con la Navidad.

   Intentar quitar de las celebraciones navideñas todo carácter religioso y dejarlas convertidas en una fiesta dedicada exclusivamente al consumo es lo que en mi opinión es una barbaridad sin sentido.

   Negar que somos lo que somos por la tradición judeocristiana es negar nuestra propia alma como país y como individuos. Podemos ser creyentes, creyentes practicantes, no practicantes, laicos, ateos, lo que se quiera, pero venimos de donde venimos, y no nos podemos explicar a nosotros mismos sin Grecia y Roma, sin el judaísmo, sin el cristianismo.

   Hay a quienes les fastidia la Navidad, y yo creo que efectivamente no tienen porqué celebrarla, pero eso no significa que nos impongan al resto que no la celebremos, y seguramente somos más a los que nos gusta y queremos celebrar la Navidad, que los que pasan de ella. Lo que no entiendo es esa agresividad, ese odio mal contenido hacia todos los signos externos de la Navidad, que llevan a que los alcaldes decidan camuflarlos y, en vez de calles adornadas para la Navidad, parezcan el recinto de la Feria de Sevilla.

   Creo que las empresas deben de permitir que, quienes aborrecen la Navidad puedan trabajar esos días como uno más, porque no se trata de obligar a nadie a hacer fiesta a la fuerza.

   Yo a veces creo que quienes rechazan la Navidad por cuestión de principios lo que les pasa es que andan un pelín amargados. Entiendo que la Navidad es triste cuando te faltan los seres queridos, pero eso es una cosa y otra la animadversión a la Navidad y querer suprimirla. Creo que si al final ganan los partidarios de ir diluyendo la Navidad hasta convertirla en una una fiesta consumista estaremos perdiendo parte de nuestra identidad, parte de nuestra alma y me pregunto: ¿en beneficio de qué o de quién?.

   Llegados a este punto, habrán comprendido que soy una firme defensora de la Navidad.

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