Ya todos conocemos para qué sirven las cumbres iberoamericanas, y ésta en Chile, será una más donde todos los presidentes se abrazarán, se darán la mano y se tirarán “la foto del kake”, con la excepción nuevamente del vejete tirano de Cuba, Fidel Castro, quien prefirió quedarse en casa para escribir sus extensas y profundas reflexiones y trabajar, trabajar mucho. En su lugar estará presente Carlos Lage, quien dice ser el vice-presidente de Cuba, en un país donde no existe realmente un presidente, así como Felipito Pérez Roque, quien ostenta el cargo de canciller por imposición militar.
Michelle Bachelet, presidenta de Chile, destacó la importancia de que esta cumbre tenga en su temática central a la “cohesión social”, para que se haga “realidad el sueño de tantas y tantos por la justicia social, por sociedades más equitativas y más libres en todos los países de iberoamérica”. También afirmó que: en manos de los líderes de cada país está la posibilidad de cambiar “aquella historia tan llena de injusticias como de heroicas luchas por superarlas”.
Y es que tratándose de palabras, todo suena bonito, hasta musical. Pero es bien difícil de entender que se invite a una cumbre de países democráticos a representantes de una dictadura militar impuesta por medio siglo en el poder, que tengan la posibilidad de dirigirse al mundo como si realmente hicieran por su pueblo lo mejor, cuando estamos viendo a un viejito tirano muriendo y un sistema represivo que se mantiene por la fuerza y el control absoluto de todas las esferas de la vida cubana. Cuando por usar una pulsera con la palabra “Cambio” son sometidos los cubanos a arrestos arbitrarios, interrogatorios policiales y la posibilidad de ir a la cárcel, si es que así lo determinan.
No, a esta cumbre, como a todas, les falta la esencia por lo cual se reúnen: la democracia. Ya en 1996, el ahora viejito senil, Fidel Castro, firmó la Declaración de Viña del Mar con la pomposidad de todo un mandatario electo y democrático, como si realmente hubiera sido el presidente de una república. Allí plasmó su firma aceptando su “compromiso con la democracia, el estado de derecho y el pluralismo político, el respeto a los derechos humanos y las libertades fundamentales, el imperio del Derecho Internacional y de los principios consagrados en la Carta de las Naciones Unidas…”¿Y qué? Han pasado ya 11 años y el único compromiso del dictador ha sido consigo mismo: mantenerse en poder a toda costa, aunque no pueda hablar coherentemente, ni pensar, ni salir en público.
¿Dónde está el seguimiento de todos lo que firman en estas cumbres? ¿Dónde está la vergüenza de todos esos presidentes electos que le siguen riendo las gracias a la dictadura militar cubana? Sí, esos mismos que llamaban dictador a Pinochet…¿dónde están?
¿Qué pensará Su Majestad, Juan Carlos de Borbón, que acaso Fidel Castro es también un monarca como él? ¿Sería capaz de darse cuenta que en 17 años de participación en estos eventos sociales y políticos también el viejo tirano ha estado ahí sin ser un rey?
¿Saben todos esos presidentes que en Cuba hay decenas de encarcelados por oponerse a este régimen? ¿Conocerán acaso la situación que tienen estos presos políticos que viven en condiciones infrahumanas?, muchos de ellos en precario estado de salud, como sucede con Normando Hernández, Juan Carlos Herrera Acosta, el Dr. José Luis García Paneque, Pedro Argüelles Morán, el Dr. Alfredo Pulido López, el Dr. Oscar Elías Biscet, Fabio Prieto Llorente, Omar Pernet. Julio César Alvarez, Luis Campos Corrales, Armando Sosa Fortuny, Egberto Escobedo, Angel Moya Acosta, Diosdado González Marrero, Arturo Suárez Ramos, Pablo Pachecho Ávila, Horacio Julio Piña, Héctor Maseda, el Dr. Alfredo Pulido López. En fin, no puedo mencionarlos a todos porque no alcanza tan poco espacio para hablar de los horrores de un régimen que conculca los derechos humanos y ciudadanos de un pueblo que vive bajo su bota por casi medio siglo. Habría que escribir un documento más largo que el de la misma cumbre, ese que firman aquellos que luego las tiran en una gaveta por ahí.
Pero ahí está Carlos Lage, diciendo que Cuba ha “sobrecumplido esos acuerdos de libertad, de democracia y libertad de expresión”, y están todas las caras risueñas de los que prefieren creerle, para así evitar desavenencias con la dictadura. A fin de cuentas es un problema de los cubanos, esos mismos que son pateados en las calles por turbas paramilitares organizadas por el régimen. ¡Allá ellos, que se las arreglen como puedan! Pues España está absorta ahora en sus firmes propósitos de continuar las relaciones con la isla para seguir aprovechándose de la mano de obra esclava que le brinda Castro, cualquiera de los dos, es lo mismo.
Y de América Latina, ¡ni hablar! Salvo alguna excepción, siempre ha dado la espalda al pueblo cubano, sobre todo en estos momentos de integración a lo socialista. Ahora le siguen el jueguito al líder bolivariano, quien hasta utiliza a José Martí para esos fines, sin haberse leído el tratado de Herber Spencer, escrito en1884 y analizado por el Apóstol, quien corrobora que el socialismo es “la futura esclavitud”.
Pero ahí está la cumbre, los presidentes, las sonrisas, los aplausos, y un naciente dictador integracionista que tratará de usarla para su show personal. Nadie dude que se trate de Hugo Chávez, quien aprovechando el dolor de los familiares secuestrados por las narcoguerrillas colombianas, hará de este evento su obra maestra y quedará para la historia como el salvador de América. Esto es ya un espectáculo montado desde La Habana. Esta no será más que otra cumbre borrascosa. ¿Lo dudan? Queda poco para saberlo.
Iliana Curra
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