No hay derecho a que algunos canales de televisión exploten los problemas sentimentales de las personas. No hay derecho a que con tal de lograr audiencia, valga todo. No hay derecho a que las cámaras se adueñen de la privacidad de las personas. No hay derecho a que exploten el morbo de la gente, la humana pero lamentable tendencia a la chafardería, para programar formatos en los que, a la postre, lo que se promociona son conflictos de familia, cuando no situaciones explosivas en ciernes. Invitar a un maltratador a un plató es algo más que una insensatez es un escarnio. Si sucede que ese maltratador es, además, un asesino -como ha ocurrido en el último caso de violencia de sexo fechado en Alicante-, entonces, el reproche al canal que emite este tipo de programas, incorpora una nueva dimensión.
No vale que la Productora encargada del programa ('El diario de Patricia') aduzca que ignoraba la situación procesal de uno de sus invitados y que diga, que no piensa pedir perdón pese a conocer que el crimen fue cometido días después de haber propiciado el encuentro de la víctima con su futuro verdugo. Lo menos que debería hacer la dirección de Antena 3 es dedicar un minuto de su tiempo a reflexionar sobre este caso. Reflexionar para separar de la parrilla este tipo de formatos de tele basura. La licencia para emitir por televisión es una concesión que se otorga a quien se compromete a tener en cuenta que es un servicio público que debe tener en cuenta los valores convivenciales que son propios de las sociedades democráticas. Hay que acabar con la tele basura. Todo no vale, con tal de lograr audiencia.