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OPINIÓN/Víctor Gijón

Reeditado el discurso de los garbanzos

Reeditado el discurso de los garbanzos

lunes 26 de noviembre de 2007, 12:24h
Pretenden ser originales y en realidad han vuelto a la caverna; al pasado más casposo. Del precio de los garbanzos –ahora del pan, la leche o los huevos-- ya hizo argumento político Manuel Fraga en los años ochenta. El PP conciente de la nula credibilidad que tienen sus apocalípticas predicciones, ninguna de ellas cumplida, tira de la cesta de la compra para pescar algún voto despistado.

En Cantabria, mientras tanto, los populares evidencian la existencia de dos estrategias de oposición, según se mire al Santemar (sede regional popular) o a la Casona municipal.

El debate de las enmiendas a la totalidad del presupuesto de Cantabria para 2008 puso de manifiesto, además de la insolvencia en temas económicos del equipo que asesora a Ignacio Diego, el que la demagogia carece de límites. En el PP de Cantabria y en el de España han asumido como estrategia aquella que un político italiano definió magistralmente: "Piove, porco Governo". El Gobierno siempre tiene de la culpa. ¿De qué? De todo. ¿Por qué? Por todo. El análisis se sustituye por la descalificación general.

En el caso de Cantabria el Gobierno regional de coalición es, además, ilegitimo, según el PP. Los partidos con tendencias totalitarias propenden a cambiar las leyes en función de sus intereses. El PP nunca cuestionó los acuerdos con formaciones regionalistas e incluso nacionalistas cuando él era el que pactaba. Pero si el PP pasa a la oposición por el democrático y legitimo acuerdo entre dos partidos que suman más votos y escaños, hay que aprobar una ley que lo impida.
En Cantabria, mientras tanto, los populares evidencian la existencia de dos estrategias de oposición, según se mire al Santemar (sede regional popular) o a la Casona municipal.
En las últimas propuestas del PP para frenar, dicen, la ruptura de España, está la de modificar el Titulo VIII de la Constitución Española, el referido al Estado Autonómico. Los populares quieren revisar el Estado de las Autonomías, que por cierto fue votado en contra por sus diputados en las Cortes Constituyentes de 1977-1978. Pero su rechazo autonómico no va unido --eso sería predicar con el ejemplo-- a una dimisión en masa de sus representantes en los parlamentos regionales. Como nunca, que se sepa, han renunciado a sus sueldos cuando estaban en el poder, lo que no quita para que hagan permanente demagogia sobre los salarios de los políticos cuando no son ellos los que están en nómina.

En Cantabra los populares, quizás faltos de ideas, quizás obligados por instancias superiores, no se ha apartado un ápice del argumentario nacional. Un sometimiento que ya se puso en evidencia cuando ocupaban el Gobierno de la Nación y el de Cantabria y que, por ejemplo, nos privó, sin razón válida alguna, de un nuevo período de Objetivo 1. Una deuda histórica mucho más cuantiosa que otras sobre las que los populares y su periódico de cabecera nos ilustran un día sí y otro también. Cientos de millones de euros que podían y debían haber llegado a Cantabria se fueron para la Valencia de Zaplana por decisión del Gobierno de Aznar y con el silencio cómplice de los Martínez Sieso, Piñeiro y Diego.

Pero volvamos, aunque sea brevemente, al debate de los presupuestos. El PP propone menos impuestos y mas gasto. ¡Imposible! ¿Y qué? Menos impuestos es un mensaje que pretende buscar el voto de clases medias, aunque en realidad si se aplicase sólo favorecería a 300 de los 300.000 contribuyentes cántabros a la Hacienda Pública. como ha dejado claro el consejero de Economía, Ángel Agudo. Pero ahí más. Elevando el nivel de exención del IRPF, como propone el PP, los principales perjudicados serán los ayuntamientos, que verían aminorar sus ingresos procedentes del Estado. No es la primera vez que el PP adopta decisiones populistas cuyo coste recae en otros. La supresión del IAE (Impuestos de Actividades Económicas) supuso que los ayuntamientos dejaran de ingresar cientos de millones, dinero que, finalmente el Gobierno, ya con el PSOE en el poder, se ha visto obligado a cubrir para evitar la quiebra de muchos municipios españoles.

Pero el PP no sólo propone rebajar impuestos, sino que quiere que se adelante dinero, por ejemplo para el AVE a Madrid. Pero si se recauda menos y hay que gastar más, ¿de dónde quitamos? No digo que esta sea la propuesta del PP pero si miramos hacia atrás y revisamos lo que hizo en Cantabria y España cuando gobernaba, podemos sospechar que el recorte se hará en las políticas sociales, en seguridad ciudadana o en infraestructuras de uso colectivo.

¿Y qué decir del argumento según el cual el rebajar impuestos no implica menos recaudación porque se incentiva la economía? Según el PP el ciudadano gestiona mejor su dinero que el Estado. Si eso fuera cierto mejor no cobrar impuesto alguno y mejor acabar con el Estado. No llega la propuesta del PP a ese límite, quizás porque, entre otras cosas, los sueldos, sus sueldos, y también los de el resto de los cargos públicos, se pagan con cargo a la cuenta de resultados del Estado, una de cuyas fuentes de ingresos está, precisamente, en los impuestos que pagamos todos.

El discurso del garbanzo es la última gran ocurrencia popular. Cómo no se rompió España, no se destruyó la familia, no hubo rendición ante el terrorismo, no se convirtió la escuela pública en ‘madrazas’ donde adoctrinar a nuestros jóvenes…, pues hablemos de economía. Retengan un dato regional. Cuando gobernaba el PP y Martínez Sieso era el presidente del Ejecutivo regional, acudió al Parlamento para asegurar que la economía en nuestra región crecía a un ritmo superior al que imprimió en Estados Unidos la Administración Clinton. Para el PP el dato de una tasa de paro del 11%, que en el caso de las mujeres rondaba el 15%, era “inmejorable”. Pues bien Cantabria se hunde, según el popular Diego, cuado el paro se sitúa por debajo del 6% y el desempleo femenino se ha reducido a la mitad. No añadiré más comentarios. Juzguen ustedes mismos.

Pero si en la estrategia catastrofista no hay fisuras en el PP, si aparecen objetivas discrepancias en el tratamiento a aplicar a las dos fuerzas coaligadas en el Gobierno cántabro. Diego sigue impertérrito, y ello a pesar del magro restado electoral obtenido, con su campaña difamatoria, insultadora y zafia en contra del conjunto del Gobierno, ya sea versión PRC o PSOE. Pero mientras tanto en La Casona muncipal, donde manda Iñigo de la Serna, las críticas al Ejecutivo regional son más moderadas, diversificadas y matizadas. No se tata de un planteamiento basado en cuestiones de fondo, sino cuestión fundamentalmente de oportunidad. De la Serna es conciente de que una parte importante de los votos del PP en la capital cuando se celebran elecciones generales proviene, al menos desde 1993, de votantes regionalistas. Insultarlos, directamente o zahiriendo a su líder, Miguel Ángel Revilla, como hace constantemente Diego, no es precisamente la actitud más adecuada para lograr su apoyo en las urnas.

De la Serna ha presentado esta semana su particular distinción entre consejeros buenos y malos. Y en es esta segunda categoría ha situado a la vicepresidenta Lola Gorostiaga. Pero es una afirmación carente de base real. Las inversiones de la vicepresidencia y consejería de Empleo y Bienestar Social en Santander suman varios millones de euros. Y serían más si no fuera porque el equipo de Gobierno municipal del PP sigue sin hacer sus deberes en políticas sociales, como la atención a personas dependientes. Pero a De la Serna todo le vale para hacer campaña electoral en contra de los socialistas en tano ue manda mensajes de amistas y guiños varios al PRC. Y es que si bien éste no se presenta a las elecciones del 9 de marzo, los regionalistas sí que votan. Que eso no lo vea Diego tampoco es extraña. Hay políticos que nunca cambian, aunque la realidad les sepulte.
en los años ochenta. El PP conciente de la nula credibilidad que tienen sus apocalípticas predicciones, ninguna de ellas cumplida, tira de la cesta de la compra para pescar algún voto despistado. En Cantabria, mientras tanto, los populares evidencian la existencia de dos estrategias de oposición, según se mire al Santemar (sede regional popular) o a la Casona municipal.
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