¿Da el dinero derecho al asesinato?
Con sus riñas y sus cismas por ver quién tenía el control del altísimo, Dios, por consenso de los poderosos, organizaba la vida en la Europa medieval en torno a la proximidad (inventada) que unos y otros se arrogaban a su figura. Las ventajas de representar a Dios eran tantas que no había pueblo sin cura (o sin imán) ni noble sin privilegio “por la gracia de Dios”. Aunque la religión como herramienta de poder es tan vieja como el control del fuego, estaba en paralelo, siempre, la cosa del dinero. Las creencias están muy bien, pero el estómago hay que llenarlo, por lo que la hibridación de religión y dinero llevó al desarrollo de organizaciones como La Iglesia, evolución de otros cultos que habían hecho antes lo mismo, pero ahora con ansia globalista.
Mientras que los dogmas religiosos son inamovibles, no pasa así con el dinero. El dinero cambia de manos con mucha más facilidad que la portavocía de Dios. Si unos siglos antes la disputa era si el Emperador del Sacro Imperio Romano Germánico tenía que ordenar al Papa, o era el Papa el que tenía que ordenar al emperador, sobre todo a partir del S.XVI en adelante, los comerciantes van empujando hacia la orilla la idea de organizarse entorno a la figura del todopoderoso y empiezan a pedir que la sociedad se organice en torno al dinero. Al fin y al cabo, dinero tenían, pero a dios sólo te acercabas por nacimiento o con el ingreso en la muy jerarquizada Iglesia, donde los puestos de relevancia estaban ya reservados de antemano. Es decir, que o por nacimiento o nada, y el nacimiento ningún mortal -que sepamos- ha podido elegirlo nunca. El dinero permitía la movilidad social, y la religión, no.
Han pasado unos cuantos años de todo aquello, los comerciantes se hicieron con el control del cotarro, el dinero se convirtió en la forma de organización social, y aquí estamos, a voces entre las personas que defienden que el dinero lo es todo, y las personas que defienden que hay normas que el dinero no puede violar.
Eso es un poco lo que pasa cuando los señoros del Ayusismo y sus cajas de eco tildan de “gentuza” a quienes protestan porque haya un equipo pensado para hacer propaganda de Israel en La Vuelta Ciclista a España. Está la gente que piensa que un genocidio es aceptable si quien asesina te permite hacer negocios para hincharte la cartera, y quienes piensan que por mucho dinero que tengas, eso no te da derecho a matar gente.
Cuando los comerciantes consiguieron hacerse con el control de la sociedad reprodujeron los vicios de quienes les habían precedido, lo que llevó a las revoluciones obreras. Lo que se está dirimiendo en el genocidio palestino es si nos creemos o no los derechos humanos. Si permitimos que quien tenga dinero, por el hecho de tenerlo, puede saltarse las leyes (en este caso, internacionales) o si las leyes tienen que ser iguales para todos.
Para la derecha (no solo de este país) las leyes nunca han tenido que ser iguales para todos, no en vano la religión sigue enraizada en el conservadurismo como herramienta de privilegio de unos sobre otros. Las únicas leyes iguales para todos que han defendido son las que les dan ventaja sobre los demás. Por ejemplo, las subidas del IVA (primero un ZP abrazado a la doctrina económica de la derecha, y después un M. Rajoy cuyo nombre auténtico sigue siendo un misterio para algunos jueces) o las rebajas del IRPF. Medidas que aumentan la desigualdad ensanchando los privilegios de quien más tiene.
El genocidio palestino, que haría palidecer a cualquier cristiano, sea católico, protestante, evangelista, ortodoxo, o de cualquier otra confesión, pasa a un segundo plano para quien controla los cauces pecuniarios porque desde hace ya mucho a Dios lo sustituyó el dinero.
En realidad, protestar por la presencia de Israel en La Vuelta Ciclista a España, es protestar para que un fondo de inversión o una multinacional tecnológica no pueda gobernarnos dejando la democracia en papel mojado. Es pedir la igualdad de las leyes para todo el mundo, y no exonerar a nadie por los ceros que albergan en su cuenta corriente. La disputa es si el dinero da derecho al asesinato. Con Ucrania no hubo dudas para decir que no, por lo que igual la pregunta está mal formulada y lo que debemos preguntarnos es si el color de piel da derecho al asesinato. Eso, lo dejo a su entendimiento que, con toda seguridad, será mejor que el mío.