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Tita Hillary

Tita Hillary

jueves 05 de junio de 2008, 19:30h
TITO B. DIAGONAL
Barcelonés de alta cuna y más alto standing financiero, muy apreciado en anteriores etapas de este diario, vuelve a ilustrarnos sobre los entresijos de las clases pudientes.

Bueno, la candidata a candidata a inquilina del 1600 Pennsylvania Avenue (Washington, DC, USA) se retira de la carrera presidencial. Aunque, en realidad, amadísimos, globalizados, megaletileonorisofiados y hillaryclintoneados niños y niñas que me leéis, a Hillary R. Clinton digamos que más bien la retiran. Si fuera por ella seguiría en la carrera hasta la victoria –o la derrota—final. No ha podido ser. Y eso que ella estaba suficientemente preparada. Ella, porque, ¿estaban los EE.UU. preparados para tenerla de presidenta? Según mi querido Cornelius A(lexander) Thomas, general retirado de la U.S. Air Force y gran amigo de papá, evidentemente que no. Ni por el forro de la cazadora bomber que lucen todos los pilotos.

¿Está el Partido Demócrata preparado para tener a un mulato, Barack Obama, senador por Illinois, como candidato a la presidencia? A lo que parece, y tras la espantada de Hillary Rodham Clinton, como que sí… Yes, we can’t. Pueden hacerlo. Al menos en la Convención del mes de agosto. Que otra cosa, pequeñines/as míos/as, es que el electorado, el primer martes después del primer lunes de noviembre, (que este año es el día 4), se incline por Obama en lugar de por John McCain, el candidato republicano.

Porque los dos candidatos demócratas a la nominación, a poco de comenzar las primarias, se han portado talmente como los peperos patrios. Hillary parecía María San Gil, diciendo que Mariano Rajoy no le merecía ninguna confianza. Obama, por su parte, hacía como el de Pontevedra y la cuadrilla de barones autonómicos que escenificaron el pasado finde el acto de adhesión inquebrantable de Valladolid. Eso públicamente. Porque, por los entresijos de su equipo de campaña, el Comité de Maldades, que acompaña a cualquier candidato que se precie, ya se encargó de ponérselo difícil. A la Clinton le dijeron de todo menos gorda. Y hay que reconocer que la ex candidata está de buen año, especialmente por la popa.

¿Y qué va a ser de Hillary ahora? Dicen que va a intentar llegar a un arreglo con su rival el senador de Illinois y acaba r formando, al alimón, el Dream Ticket, yendo como candidata a la vicepresidencia. Una especie de cohabitación. Sucede a veces en la política, que no sólo hace extraños compañeros de cama, como dijo en su día manuel Fraga Iribarne, sino que puede llegar a hacer extraños compañeros de candidatura. Fijaos, sino, en la actual entente cordiale entre Rajoy y Albertito Ruiz Gallardón. El alcalde madrileño, que aparte de solfeo y piano sabe latín, dice que es por el bien del partido. Lo mismo que dice Hillary allende el Océano Atlántico.

A la senadora por Nueva York, en todo caso, ya sólo le queda asegurado, ser la versión femenina de Ted Kennedy. Un poder fáctico dentro del Partido Demócrata. Algo así como la tieta que cantaba Joan Manuel Serrat. Esas personas que, en muchos ámbitos de la vida colectiva, mandar, lo que se dice mandar como que no, más bien poco, quizá. Pero, eso sí, influyen mucho.

Y hablando de influir… Que me olvidaba… Que José Blanco, el secretario de Organización del PSOE, se acaba de decantar públicamente por Barack Obama. Dice el sociata galaico que no lo hizo antes por no interferir en las primarias. De troncharse, amadísimos/as de mi paterno corazón. Como si el PSOE influyese en los demócratas de EE.UU. Y como si la opinión de Blanco pudiera restarle apoyos a la Tita Hillary… Bastantes apuros pasa el estadounidense medio para situar España en el mapa (la mayoría suele colocar a nuestra patria común e indivisible al sur de Río Grande). Incluso en el Pentágono, lo que conocen de España es Rota y Morón de la Frontera. De Zaragoza y su base aérea hace años que se olvidaron. Como, dentro de nada, pongamos que el año próximo, casi todos nos habremos olvidado de Tita Hillary. Lo hará hasta el malvadísimo del Vilariño, que tenía esperanzas de ver a la Clinton como presidenta y que le fichase como becario –a ver con que lúbricas y salaces intenciones-- para el Ala Oeste de la Casa Blanca. Pues, Paco, hijo, va a ser que no.

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