Hago una breve visita a mi Pamplona natal en sanfermines y cruzo por delante de la Clínica Universitaria de Navarra, dependiente del Opus Dei, y mi memoria vuela a otro viaje a Pamplona, que coincidió con el ingreso de Don Juan de Borbón, el padre del Rey, ya en sus últimos días de vida, en esta clínica. Como cruzo en coche por delante de esta clínica, en varias ocasiones, me acuerdo incluso de la muerte de monseñor Delgado Gómez, el primer arzobispo de Pamplona, en esta clínica donde me consta que tuvo una durísima muerte, por otra parte, acorde con sus principios que no simpatizaban con los cuidados paliativos.
El día 8, segundo día de fiestas, leo con consternación en la prensa navarra que un psiquiatra de 27 años, que trabajaba en la Clínica Universitaria de Navarra, es el principal sospechoso del asesinato de Nagore Laffage, una estudiante de enfermería de 20 años que realizaba prácticas de enfermera en esta clínica. El cadáver lo encontró una vecina de Orondritz – municipio, situado a 20 kilómetros de Pamplona, cuyo nombre oigo por primera vez -. Esta vecina, que paseaba con sus perros, halló el cadáver de la joven, que vestía el atuendo típico de las fiestas de San Fermín y que estaba envuelto en plásticos. El cadáver apareció el 7 de julio. Mientras la ciudad cantaba y bailaba, una joven, que tuvo la atroz desgracia de toparse con un asesino, sufría un fuerte traumatismo craneoencefálico y heridas de arma blanca. Una vez más otra mujer es salvaje y vilmente asesinada.