En una sociedad en la que los libros están prohibidos porque el gobierno ve en la lectura una amenaza a su estabilidad, un grupo de personas vagabundea de ciudad en ciudad para hacerse con los escasos volúmenes que han escapado a la quema y memorizarlos para salvarlos del olvido... Esta es la historia de las 'personas-libro' que Ray Bradbury idea en su novela ‘Fahrenheit 451’, título que hace referencia a la temperatura a la que arde el papel.
Ahora una asociación rescata esa figura, pero no para luchar contra la ignorancia impuesta por el poder sino para combatir la tendencia a desvincularnos de todo y de todos que define a la sociedad actual.
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Aprenderse un texto cada tres meses. Esa es la única cuota a pagar para ser una 'persona-libro'. Pero, ¿cómo hacerse merecedor de tal apelativo? Antonio Rodríguez, fundador y coordinador de la asociación Proyecto Fahrenheit 451, aseguró a
Madridiario que cualquiera puede ser una 'persona-libro' y que basta con elegir un ejemplar deseado.
“Una vez que haces tuyo ese libro –indicó– no puedes soltarlo sin más, sino que tienes que entregarlo”. Y para aprender a entregar la palabra, esta asociación organiza un taller, ‘La mirada que respira’, en el que se enseña a los aspirantes a 'persona-libro' a vincularse tanto con el texto que se narra como con las personas que lo escuchan.
El Proyecto Fahrenheit 451 ya lleva en marcha cinco años, aunque todo empezó mucho antes. En agosto de 1995, Antonio Rodríguez llegó a la ciudad bosnia de Tuzla para trabajar como voluntario en las obras de construcción de un canal durante los últimos meses de la guerra. En el aeropuerto de esa ciudad se refugiaban las mujeres y niños que sobrevivieron a la matanza perpetrada por las tropas serbias apenas un mes antes en la vecina Srebrenica, y Rodríguez se sorprendió de la forma en la que miraban aquellas personas: “Creaban un vínculo rápidamente contigo, no perdían el tiempo”.
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Cuando regresó a España, Antonio Rodríguez creó el Teatro Estudio Tuzla, en el que trató de incorporar a su experiencia como escritor, actor y profesor de teatro todo lo que había aprendido durante su estancia en la ciudad bosnia. Fue entonces cuando advirtió que los actores no sabían leer, que “o bien leían de forma engolada o bien lo hacían tratando de naturalizar la palabra sin más, sin buscar su verdadero significado y belleza”. Por eso, decidió fundar la Escuela de Lectura de Madrid.
La clave de la Escuela de Lectura es la palabra vinculada. “Cuando tú miras y respiras a alguien, se crea un vínculo”, asegura su fundador. Sin embargo, “en la sociedad en la que vivimos -añadió- vamos por la vida sin vincularnos con nadie. El ejemplo sería la pasarela, en la que las modelos desfilan sin mirar a nadie, sin vincularse con nada, ni siquiera con el camino que recorren”.
Rodríguez ha creado así una forma particular de narrar, que es la que enseña en el taller gratuito que todos los sábados imparte en su estudio de Moratalaz. Se busca la sencillez y la comunicación, “nos interesa que el texto llegue, no hacer teatro”, comenta Martín Carril, secretario del Proyecto Fahrenheit 451.
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La Feria del Libro de Madrid de este año fue el último escenario en el que la asociación puso en escena esa peculiar manera de narrar, acercando a las miles de personas que pasearon ante las casetas diferentes textos de conocidos autores, como el poeta Ángel González, fallecido en enero pasado.
Se trataba de un encargo del Ayuntamiento de la capital, con el que las ‘personas-libro’ ya han colaborado en otras ocasiones y con el que pretenden seguir trabajando. “Queremos llevar a cabo un proyecto de fondo con las bibliotecas municipales”, afirmó el coordinador de la organización.
Fin pedagógico
Además de participar en la Feria del Libro, la asociación desarrolla diversos proyectos con los que persigue un fin pedagógico. “Lo que hago es mostrar las conclusiones a las que he llegado tras muchos años de observar las formas de lectura. Pero no enseño nada nuevo, sino que simplemente les muestro lo que ya sabían y, una vez que se han dado cuenta de los fallos, les propongo una serie de medidas para corregirlos”, describe Rodríguez.
Entre los proyectos puestos en marcha destaca la Carta a Europa. Se trata de un escrito en el que las ‘personas-libro’ reivindican la lectura como un derecho humano y la proponen como la seña de identidad de la Europa actual. La asociación está intentado que la Carta sea ratificada por escritores, editores, libreros y bibliotecarios españoles para después conseguir que sea firmada por el Parlamento europeo y llevarla a la Biblioteca de Europa.
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Mientras tanto, el texto permanece custodiado en una de las cajas de seguridad de la antigua cámara acorazada del Banco de España, una dependencia que el Instituto Cervantes ha convertido en la Caja de las Letras y en la que se guardarán los legados secretos de escritores y artistas como Francisco Ayala, Antonio Gamoneda y Antoni Tàpies. La Carta a Europa es el legado que la asociación ‘Proyecto Fahrenheit 451’ ha deposito en la caja del mismo número con la orden de no ser abierta hasta el año 2040.
Actualmente están desarrollando un proyecto en colaboración con la fundación Tres Culturas del Mediterráneo con el que pretenden convertir a las ‘personas-libro’ en puentes de culturas. “Queremos que haya ‘personas-libro’ que se aprendan textos de culturas diferentes a las suya, para que así demuestren que en las palabras de esas otras culturas también hay belleza y sensibilidad”, argumenta el coordinador del proyecto.
Además, la asociación habla de “formar formadores”, pues, tal como explica su fundador, “queremos llevar a cabo proyectos que cuajen y no vender humo”. En este sentido, la organización se ha puesto en contacto con el Centro de Profesores de Valdepeñas (Ciudad Real) para impartir un curso en septiembre en el que enseñarán a los profesores su particular forma de narrar.
“Lo que queremos es cambiar la manera de dar las clases para conseguir una palabra entregada, una lectura vinculada, porque los niños tienen una memoria estupenda, pero se les acostumbra a soltar la palabra”, comenta Rodríguez.
Subvenciones de la Administración
‘Proyecto Fahrenheit 451’ es una asociación sin ánimo de lucro, por lo que el dinero que recauda a través de los distintos encargos que realiza lo invierte a su vez en nuevos proyectos. Por eso, Antonio Rodríguez pide que la Administración les subvencione para poder seguir trabajando en mejorar las formas de lectura. “Nosotros no queremos premios sino que nos dejen trabajar y que nos faciliten ese trabajo”, apostilla.
Y a aquellos que no acaban de decidirse a ser una 'persona-libro', porque no se ven capaces de conseguirlo, Rodríguez les recuerda que "somos personas a las que nos cuesta cambiar, y más cuando ese cambio tiene que ver con la manera de hablar de toda la vida”. “Pero cuando lo prueban –asegura– se dan cuenta de que es fácil, de que simplemente tenían miedo de cambiar algo que es a la vez íntimo y público: la voz”. ¿Por qué no intentar entonces ser una ‘persona-libro’?