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Crónica de pasillos en un día triste

Crónica de pasillos en un día triste

miércoles 07 de febrero de 2007, 18:45h

El día 'D' del reinicio de la vida parlamentaria normal, se esperaba que en los pasillos se hablase del magistrado Pérez-Tremps y de todo lo que significa cuanto ocurre en el Tribunal Constitucional. O de la comparecencia pública del batasuno Otegi para hablar de temas 'constitucionales' (así lo dijo José Blanco). O de las grandes movidas empresariales en los medios. Todo ello quedó barrido por el huracán de la actualidad.

La gran noticia arrasó con todo, y muchos se enteraron al entrar en el palacio del Congreso: la hermana de la Princesa de Asturias había muerto en extrañas circunstancias. Una pésima noticia para la familia real, especialmente, desde luego, para doña Letizia. Y para todos nosotros, por supuesto.

Así que en los pasillos de las Cortes no se hablaba de ortra cosa, pese a la elevadísima temperatura que marca el inicio del curso parlamentario y a que todos los grupos querían aparentar que reinaba la normalidad. Doña Erika, la 'hermana rebelde' de la Princesa, no ha resistido la presión ambiental y ha querido morir de forma voluntaria. 

No es, claro, una notcia de crónica rosa. Ni propia para frivolidades. Hay que respetar la decisión personal de una joven que, en teoría, lo tenía casi todo: ¿quiénes somos nosotros para entrar en la conciencia, en el alma, de cada cual? Pero, al tiempo, hay que lamentar este paso irreversible de una muchacha que estaba en tratamiento y que, seguramente, no era capaz de adaptarse a unas circunstancias que ella no buscó y que le sobrevinieron.

Ahora, cuanto se diga sonará necesariamente duro. Pero hay que hacer constar que lo ocurrido no tiene por qué ejercer la menor influencia en el desarrollo de la vida política española, aunque quizá a todos nos deje un poso de tristeza que una vida joven, llena de promesas, se trunque de esta manera. Eso ha de quedar en la pequeña historia de una familia que ya se ve que estaba destinada a no tener una vida rutinaria, ni corriente.

Este miércoles, día de agitación en las Cortes, quedaba demostrado, en los pasillos parlamentarios, que la vida es lo que más importa. Todo lo demás, incluída esa tensión política que nos zarandea, es secundario. Pero la vida, precisamente la vida, sigue, tiene que seguir.

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