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Situación fiscal, la “foto” muestra buenos datos pero la dinámica genera cada vez más dudas

Situación fiscal, la “foto” muestra buenos datos pero la dinámica genera cada vez más dudas

martes 02 de septiembre de 2008, 16:56h
Con más fuerza en las últimas semanas se produjo una fuerte venta de títulos públicos y activos financieros argentinos, como consecuencia del creciente temor sobre la solvencia financiera del gobierno. Aún así, el gobierno nacional prácticamente tiene cerrado el año 2008 en términos de financiamiento. Sin embargo, el contexto financiero internacional que se ha venido complicando ha ido deteriorando progresivamente el clima de inversión

En los últimos meses y con más fuerza en las últimas semanas se produjo una fuerte venta de títulos públicos y activos financieros argentinos, como consecuencia del creciente temor sobre la solvencia financiera del gobierno. Incluso, emergieron fuertes rumores sobre la probabilidad de un nuevo default o reestructuración forzosa de la aún elevada deuda pública.

Más allá de estos temores, el gobierno nacional prácticamente tiene cerrado el año 2008 en términos de financiamiento. En efecto, aún con el impacto negativo
en términos de recaudación que provocó el paro agropecuario y la desaceleración reciente de la actividad, el Sector Público no Financiero (SPNF) viene mostrando una importante mejora del superávit.

En los primeros en los siete meses del año el SPNF ha logrado acumular un superávit primario de $ 24.332 millones, un 43,6% más elevado que un año atrás, y una cifra muy cercana al superávit del año pasado ($ 25.800 millones). Luego del pago de intereses, el resultado financiero asciende a $ 16.630 millones, un 77% más elevada que un año atrás.

Este crecimiento se está dando por la combinación de alto crecimiento de los ingresos, incluso sin considerar los mayores aportes de utilidades del BCRA (más de $ 4.000 millones versus $ 1.200 millones estimados en el Presupuesto), con una leve moderación de gastos. El aspecto negativo sin duda es que el ahorro de gastos se está concentrando en obras de infraestructura, muy necesarias y en gran medida realizadas por las provincias y/o municipios, en transferencias no automáticas a provincias y otros gastos que difícilmente puedan contenerse por un lapso prolongado. Incluso, las necesidades financieras de varias provincias desembocarán eventualmente en mayores gastos del gobierno nacional, vía transferencias “por debajo de la línea”.

El superávit actual está permitiendo al fisco afrontar los vencimientos de intereses y parte de los vencimientos de capital. Otra buena parte de dichos vencimientos son renovados casi en forma automática o muy simple, como es el caso de los vencimientos de adelantos transitorios del BCRA, organismos financieros internacionales, banca comercial y otros organismos oficiales. Es decir, que las necesidades de financiamiento son los fondos que aún restan financiar luego de todos estos conceptos, tal como está calculado en el cuadro adjunto.

En 2008, las necesidades de financiamiento luego de las prórrogas y descontado el superávit financiero ascenderían a US$ 3.357 millones, en un escenario “moderado” en cuanto al superávit.

En lo que va del año el gobierno ha obtenido recursos por US$ 2.275 millones, de los cuales sólo US$ 275 millones corresponden a una colocación de mercado, y el resto representa el valor de mercado de los Boden 2015 que el gobierno de Venezuela compró en forma directa a fines de mayo y comienzos de agosto. Esto implica que en lo que resta del año, sólo faltaría obtener unos US$ 1.261 millones, para afrontar los vencimientos de diciembre.

El panorama para 2009 luce más complejo. Por un lado, el resultado financiero nominal sería similar al de este año, debido a la combinación de una “inercia” en el crecimiento de varios rubros de gastos con una desaceleración de ingresos debido al menor crecimiento de la economía.

Este similar nivel de superávit deberá utilizarse para afrontar vencimientos superiores a los de este año, básicamente por los US$ 3.730 millones de préstamos garantizados, ya que el resto será similar al de este año. Así, las necesidades de financiamiento luego de prórrogas y descontado el superávit financiero serían superiores a los US$ 4.200 millones. Si bien esta cifra es elevada para un país como Argentina, no debería provocar temor al riesgo de default. Sin embargo, en un contexto financiero internacional que se ha venido complicando y especialmente con las señales que este gobierno ha venido adoptando, que han ido deteriorando progresivamente el clima de inversión, los riesgos de este escenario son esencialmente a la baja. Esto es así porque hay más riesgos de que el resultado primario se deteriore que de que mejore.

En lo que hace a los ingresos, hay una importante dependencia del crecimiento económico y especialmente de los precios de los commodities agrícolas y del petróleo, y en ambas cuestiones las perspectivas son a la baja. Del lado del gasto, para el gobierno será cada vez más complejo intentar contener su crecimiento, ya que habrá presiones de sindicatos por incrementos de salarios, de empresas de servicios públicos por más subsidios, de provincias por financiación y por aportes no automáticos, a lo que deberá sumarse el impacto de la movilidad en las jubilaciones, un rubro que representa cerca del 30% del gasto primario.

Frente a este panorama, el gobierno sólo ha mostrado por el momento una mejora coyuntural de las cuentas públicas y ha lanzado un programa de recompra de títulos. Sin embargo, por el momento el impacto ha sido prácticamente nulo. Es por esto que ha dejado trascender que finalmente cerraría un acuerdo con el Club de Paris, por la deuda de US$ 4.000 millones que está en default desde 2002. Esta negociación estaba avanzada el año pasado, pero hasta el momento el gobierno no concretó un acuerdo, lo que no sólo impacta negativamente en la confianza de inversores financieros en general sino que limita el financiamiento de empresas privadas extranjeras que podrían acceder a líneas a bajas tasas para invertir en proyectos en el país.

Más allá de que se concrete el acuerdo con el Club de París, la clave para revertir este clima de incertidumbre está en resolver los aspectos que están generando un impacto cada vez más negativo: no intervenir en las estadísticas oficiales, especialmente de inflación pero también de crecimiento; cumplir con los contratos y acuerdos alcanzados con empresas de servicios públicos, y avanzar en acuerdos que permitan ir ajustando paulatinamente los ingresos de algunos sectores clave, como la generación eléctrica y la producción de gas y petróleo, para detener la dinámica de subsidios; y otros aspectos importantes que hacen al “clima de inversión”.

 Lic. María Castiglioni Cotter
Profesora de Teoría Macroeconómica en la UCA, y directora de Castiglioni, Tiscornia & Asociados
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