En la famosa película de Amenábar “
Los Otros” eran unos misteriosos personajes que se aparecían a los habitantes de la gran mansión desde el impreciso más allá de un pasado macabro. La cúpula actual del socialismo gobernante se parece, cada vez más, a “
Los Otros”. El portaconsignas del presidente
Zapatero, D.
José Blanco, se aparece para decir que “
alguno tiene algún problema” y que “
los españoles viven mejor que nunca” como si se refiriese a habitantes de un espacio diferente al que habita una nomenclatura socialista insensible a la crisis. Al vicepresidente
Solbes se le escapó, en mala hora, que la crisis “
sirve para limpiar la economía” como si tal economía colectiva no fuese responsabilidad suya y la supuesta limpieza con que soñaba su traicionero subconsciente no afectase a sus propios votantes. La espectral aparición del presidente Zapatero en el Congreso de los Diputados dio lugar a que un
Rajoy poco crédulo en fantasmas, a pesar de ser gallego, le preguntase: “
¿A qué ha venido usted hoy aquí?”. Si una pregunta tan escéptica se le hubiese hecho a un falso aparecido de la mansión de “
Los Otros” quizá le hubiese desmoronado su tramoya fantasmagórica.
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Es muy peligroso para un equipo gobernante irse distanciando de la realidad social y disfrazar los problemas, compensando su ausencia de ideas con entelequias transnacionales y comparecencias de simple objetivo mediático. Porque al final, como en la película de
Amenábar, el juego termina por descubrirse. No existe el más allá ni el pasado macabro, sino solo los subterfugios de un pequeño equipo de hombres y mujeres que no quieren ser desalojados de la mansión que se han acostumbrado a disfrutar como propia. Las apariciones espectrales no eran fruto del error sino de la picardía de no querer ver las cosas tal cual son. Era un juego de distracción y encubrimiento a la espera de que el paso del tiempo cambie la coyuntura sin necesidad de que ellos abandonen la mansión, que sus críticos se cansen y sus damnificados olviden.
Entre tanto siguen desempeñando teatralmente sus papeles fantásticos frente a una opinión pública cada vez más preocupada que tiende, crecientemente, a considerarlos “
Los Otros”. Una actuación insolidaria e insensible que genera un distanciamiento que tanto perjudica a la reputación de los gobernantes como a la tranquilidad de los gobernados.