Queremos una Bolivia democrática y en paz

Pocos saben que las relaciones internacionales las maneja la Presidenta de la República. Pero los que si deberían saberlo, son los parlamentarios. Es su obligación, además.

La situación en Sudamérica se ha ido complicando cada vez más por el temor de Estados Unidos de que los gobiernos populistas o como quiera llamárseles se extiendan por doquier, pero eso significa conocer muy poco el continente. Esa alternativa fue elegida democráticamente por sus pueblos.

El talón que Aquiles para el gobierno de Bush lo constituyen, en primerísimo lugar Venezuela, enseguida Bolivia y después Ecuador. La preocupación por Argentina es muy menor.

En el caso de Venezuela, con sus operaciones militares conjuntas con Rusia, vemos una compensación geopolítica, por la intervención del gobierno republicano en el este europeo.

La desestabilización de Bolivia, el “apoyo” militar que ofrece Chávez a Evo Morales  en caso de un golpe de estado y la condena del ejército boliviano a cualquier ingreso de tropas extranjeras a su territorio, deja las cosas al borde de la hoguera.

Chávez está complicado internamente, como que a comienzos de mes hubo un complot frustrado para sacarlo del poder.

Después de los improperios a los “yanquis de mierda” -donde los mandó al carajo-, la situación está más oscura. Todo derivado después de la supuesta intervención del embajador de Bush en la política interna de Bolivia.

Un conflicto así se puede extender por todo el continente. Por eso la presidenta ha hecho bien con convocar a Unasur, para reunirse en Santiago en una cita extraordinaria.

Chile debe jugársela por la alternativa de la paz y si fracasa en el intento, nadie podrá decir que no se hizo el esfuerzo. La presidenta tiene todo el derecho para buscar caminos de entendimiento y debería contar con el apoyo de los 16 millones de chilenos.

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Sergio Campos
Periodista