En realidad, cada cual puede quedarse con la cifra que desee: los tres mil años de su condena inicial por 25 asesinatos, los 18 años de cárcel cumplidos por aquella sentencia. Los 12 años y siete meses a los que nuevamente era condenado por dos artículos firmados en el diario 'Gara', y su recurso, finalmente atendido por el Supremo, que frente a las opciones posibles -elevar esa docena de años a los 96 que pedía la AVT, o reducirlos a unos pocos o a ninguno-, ha optado por la decisión más benigna para el recluso... Toda clase de peticiones de pena, y también toda clase de reacciones de condena o de complacencia por lo acordado por los trece magistrados del TS. No ha sido, finalmente, la puesta en libertad inmediata y que algunos reclamaron, ni tampoco la excarcelación que había reclamado recientemente el fiscal y su envío a vigilancia domiciliaria en razón de su débil estado de salud, en razón de la huelga de hambre que mantiene desde hace cien años.
Finalmente, el tribunal que ahora ha revisado su sentencia, y que ha rectificado de manera importante la anterior decisión de la Audiencia Nacional, rebaja a solamente tres años la condena, y ya veremos cuántos de ellos termina por cumplir. Ya, de entrada, hay que rebajar a su pena de tres años los casi dos que lleva en reclusión provisional. Ese año y pocos meses restantes podría cumplirlos ya, en cualquier momento, "en tercer grado", en su casa y con su novia... Por más que a los medios abertzales la rebaja les ha parecido todavía insuficiente.
Naturalmente, en materia de reacciones, las hay para todos los gustos. La AVT de Alcaraz, una vez más, es la más aguerrida y más disconforme. El PP tampoco está feliz, pero no tiene más remedio que acatar y respetar, después de las críticas que tuvo que encajar por sus reacciones anteriores ante otras sentencias que le gustaron mucho o no le gustaron nada... Rajoy en persona ha querido señalar ese respeto y acatamiento, y parece que ha dictado idéntica estrategia para el desarrollo del inminente juicio del 11-M, un asunto ante el que el PP mantuvo hace algunos meses una actitud extraña, difícil de explicar o de entender, poniendo incluso muy seriamente en duda la tarea del juez instructor, en una operación que llegó a calificarse como abierta conspiración, realizada en colaboración con algunos medios informativos y columnistas afines. Eduardo Zaplana también apostó fuerte en aquella aventura, parece que finalmente abandonada por el partido opositor.
Pues bien, en esta "judicialización de la vida pública española" en la que nos encontramos, se creen advertir signos de mayor racionalidad y respeto. Bienvenidos sean.