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Halloween

Halloween

sábado 01 de noviembre de 2008, 12:45h

TITO B. DIAGONAL
Barcelonés de alta cuna y más alto standing financiero, muy apreciado en anteriores etapas de este diario, vuelve a ilustrarnos sobre los entresijos de las clases pudientes.

Pues va a ser que sí, amadísimos, globalizados, megaletileonorisofiados y aterrorizados niños y niñas que me leéis. Este finde toca celebrar la fiesta de Halloween, una cosa importada de los EEUU, que coincide, hora arriba, hora abajo, con las festividades de Todos los Santos (día 1) y de los Fieles Difuntos (día 2)... Una coincidencia, comprenderéis todos, bastante frívola... Porque, por lo católico y español, el día de Todos los Santos (se supone que también de las Santas, no vaya a ser que se nos encabrone la ministra Aído, tan paritaria e igualitaria ella) tenía como objetivo plantear las preguntas trascendentales: ¿Quiénes somos? ¿De dónde venimos? ¿A dónde vamos? ¿Nos salvaremos?... Los grandes interrogantes ligados a los novísimos que figuraban en aquel ejemplar catecismo del santo padre jesuita Remigio Vilariño Ugarte (lo siento, queridos, es un personaje que existió y pariente, por más señas, del malvadísimo y herético Vilariño): Muerte, Juicio, Infierno o Gloria.

En cambio, allá en la patria de Barack Obama y John McCain, la festividad va de disfraces. El personal elige atuendos de personajes de terror: vampiros/as, licántropos/as (o sea, hombres-lobo), brujos/as pirujos/as, monstruitos/as frankensteinianos/as, gremlims, fantasmas ensabanados/as, etcétera... Vestidos de aquestas guisas, se dedican al visiteo vecinal, llamando a las puertas y espetando, con aires de banco cobrador de hipotecas, la pregunta: ¿Golosina o susto?. Hombre, el susto, lo que se dice el susto, el vecino o vecina ya se lo ha llevado nada más abrir la puerta y contemplar a los/as miembros/as de la familia de la casa de al lado vestidos de gilipuertas.

Esas son tradiciones foráneas, ajenas a la racial tradición española, pero que han tomado cuerpo... Gracias a la globalización, se impone eso del dicho –por otra parte muy sabio—de: “si no puedes vencerles, únete a ellos” [existe una versión más acorde con nuestra clase, la de los ricos: “si no puedes vencerles, cómpralos”]. Que de eso se trata, con o sin crisis, el hacer negocio, pequeñines/as míos/as.

En estas fechas, castañas, boniatos y calabazas cotizan a precio de stock options solventes. Los productos propios de la estación son muy buscados por los consumidores, empeñados en redimirse, por la vía gastronómica, cayendo en el pecado del hedonismo, pórtico de entrada a la gula y a la lujuria.

Hermano: muerte tenemos. ¡Ya lo sabemos!”, decían los monjes cartujos, como única excepción a su silencio claustral. Sí, todos hemos de morir... Es ley de vida... Pero, amadísimos/as de mi paterno corazón, hasta que ese momento llegue, aprovechemos el presente, carpe diem, que decían los latinos. O sea, que a pasarlo bien, cada uno/a de acuerdo con su status social... Y ya llegará un día –os deseo que sea lejanísimo— en el que vuestros familiares y deudos, entre el 1 y el 2 de noviembre, se acercarán por el cementerio a dejaros unas flores... Bueno, eso si no os gastáis una pasta previa en conseguir que os criogenicen como a Walt Disney, claro.

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