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Educación para la ciudadanía en inglés

Educación para la ciudadanía en inglés

sábado 15 de noviembre de 2008, 11:25h

Los estudiantes valencianos corren el riesgo de seguir con la oceánica ignorancia de antes y añadir ahora a ella el desconocimiento de la educación para la ciudadanía y del inglés, ante la forzada coyunda contra natura de ambas asignaturas.

No sé cuál era, a ciencia cierta, el propósito inicial del presidente autonómico, Francisco Camps, y de su consejero de educación, Alejandro Font de Mora, con semejante ocurrencia académica. Lo cierto, en cualquier caso, es que han conseguido que la comunidad docente, los alumnos, los padres y la clase política de la aquella región no hablen de otra cosa. Gracias a la ingeniosa medida han pasado a un segundo plano los problemas reales de la educación secundaria: el clamoroso fracaso escolar, el bajo nivel de preparación académica, la creciente violencia en las aulas, la falta de dotación de algunos colegios,…

Por supuesto que ninguna de estas dificultades resulta exclusiva de la Comunidad Valenciana, en un país en el que los sucesivos y contradictorios planes de estudios han ido llevando la cosas a peor: un tercio de los españoles ni siquiera acaba la enseñanza general obligatoria; el informe PISA sitúa a nuestros estudiantes por debajo de la media de los países de la OCDE y, lo que es más grave, con conocimientos a la baja; la Comunidad Valenciana, por su parte, registró más de 600 agresiones escolares en año pasado,…

Pero, ya ven, todo esto se convierte en algo irrelevante y hasta anecdótico ante la polémica creada por la orden de la Generalitat de dar educación para la ciudadanía en inglés. Hasta el escándalo por la instalación de videocámaras en un instituto con objeto de evitar actos vandálicos se ha apagado en seguida tras la retirada de las cuatro cámaras más conflictivas.

Analistas nada tendenciosos suponen que la medida académica del Gobierno valenciano es una forma imaginativa y audaz de evitar que llegue a conocerse una asignatura cuyos contenidos repudia, al haberlos aprobado Las Cortes sin el deseable consenso político. En cualquier caso, el espectáculo en algunos centros, con un profesor explicando la materia en castellano o en valenciano y otro traduciéndola al inglés, resulta grotesco a la par que oneroso.

Tras haberse politizado ya el tema, la oposición, en vez de superar al Consell exigiendo más inglés y mejores dotaciones para lograr una educación trilingüe que evite ir hacia el posible analfabetismo funcional en tres idiomas distintos, acude a lo de siempre: a la bulla, la descalificación, las manifestaciones y las amenazas de huelga.

¿Saldrá la formación de nuestros hijos mejorada con todo esto? Me temo que no. Ni unos ni otros les estamos dando ejemplo ni de conocimiento de inglés, ni de tener educación ni de saber ejercer la ciudadanía.

El lío, una vez más, está servido.  
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