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Párroco de Montecarmelo

Luis de Lezama: "Hay que aprovechar las oportunidades que nos da la vida"

domingo 16 de noviembre de 2008, 18:12h
Luis de Lezama (Álava, 1936) es un sacerdote peculiar. Tras ordenarse en 1962, ejerció su tarea pastoral en Chinchón y Vallecas donde aprovechó  para licenciarse en Periodismo. Fue partícipe en la creación de la cadena COPE y fundador del Grupo Lezama, un conglomerado que ya cuenta con una veintena de establecimientos y unos 700 empleados. Ahora ha retomado sus funciones como párroco en el nuevo barrio de Montecarmelo, donde ha puesto en marcha el proyecto del que dice sentirse más orgulloso: el colegio religioso Santa María La Blanca.

¿Cómo surge su implicación para poner en marcha este colegio?
Muy sencillamente. Me nombra el cardenal párroco de este lugar –el PAU de Montecarmelo- y al ver que no teníamos espacio donde hacer la iglesia ni estaba previsto ningún solar, provisionalmente me sitúan en el Santuario de la Virgen de Valverde, del siglo XVIII, que está en el extremo norte del PAU.Cuando salió a concurso la construcción de un colegio en el barrio animamos al cardenal a que nos permitiera presentarnos y en la primavera de 2007 se falló a nuestro favor. Como no tenía docentes, pedí ayuda a través de Internet y formé un pequeño equipo con el que empecé a trabajar en la construcción de un colegio católico, diocesano y con educación cristiana pero al mismo tiempo que fuera pluriforme, es decir, que no perteneciera a un determinado movimiento de la Iglesia o a una orden o institución eclesial (…).

¿Cuál diría que es el aspecto más novedoso de este centro en comparación con otros colegios religiosos?
Siempre que ‘inauguras’ supone de hecho una innovación porque ‘inaugurar’ sin pretender buscar lo más nuevo es estar abocado al fracaso. Para mí, lo más innovador es la idea de que el colegio constituya parte de la parroquia y la parroquia parte del colegio, porque genera una educación cristiana en torno al presente y al futuro de los niños. Por otra parte, es un servicio social al barrio. Entendemos que el cristianismo bien hecho es sinónimo de un bien público y  nuestra obra es un compromiso con una nueva sociedad en la que hay mucho padre y madre joven con niños que se preocupan por la formación de sus hijos. Es sintomático que en las dos reuniones que hemos tenido apenas han faltado uno o dos padres. También estamos tratando de introducir, tanto en la parroquia como en el colegio, la idea de que hay que vivir ‘transparentemente’. El mismo colegio es transparente y sus paredes son de cristal. Los niños tienen que ver las cosas. Que si viene una madre llorando, la veamos llorar. No queremos esquemas cerrados y obsoletos que inducen al miedo y a la desconfianza.

En cuanto a este barrio, ¿podría describírmelo?
Montecarmelo es un barrio de gente profesional y trabajadora en el que trabajan él y ella. Tienen muy poco tiempo y están muy comprometidos socialmente. Tienen un nivel estándar de vida de clase media pero son amantes de la cultura, del deporte, de la música… y están preocupados no sólo por la salud natural, sino por la salubridad de una nueva sociedad.

Además de su labor como párroco, y aquí en el colegio, usted fue fundador del Grupo Lezama que hoy en día cuenta con más de veinte famosos establecimientos  entre los que se encuentran el Café de Oriente o la Taberna del Alabardero, en Madrid, y otros en Marbella, Sevilla y hasta Washington. ¿Por qué un hombre que ha triunfado como empresario decide volver a la vida parroquial?
Porque yo he sido siempre sacerdote y los mayores éxitos que he tenido en la vida no han sido como empresario sino como un párroco que se preocupaba por los demás. La mayoría de los sacerdotes de mi generación fuimos formados para predicar con conciencia social. No se puede predicar a estómagos vacíos, a mentes mal formadas, a espíritus retorcidos, no se puede predicar el miedo, sino la confianza. Los católicos tenemos un compromiso con la Iglesia, ya lo dice el Papa: “Dios es amor, amar es servir”.

¿Y por qué puso en marcha el negocio hostelero?
El Grupo Lezama surgió a través de un albergue cuya juventud estaba carente de formación y de recursos y era muy marginal. Creamos una pequeña tabernita para dar trabajo a estas personas y, poco a poco, se formó el grupo Lezama que ahora dirigen otras personas. Hoy constituyen un grupo empresarial con sus consejeros y una Fundación –Iruaritz- que es la que nos permite hacer acciones sociales como la construcción de este colegio.

¿Qué otro tipo de acciones sociales lleva a cabo la Fundación Iruaritz?
La Fundación Iruaritz, que significa 'tres robles', fue creada en 1996 con carácter social, dependiente del Consejo de Fundaciones, aprobada en el Consejo de Ministros mediante decreto real. Es una fundación sin ánimo de lucro de derecho civil, no de derecho eclesiástico que, hasta ahora, cuenta con la Escuela Superior de Hostelería de Sevilla, asociada a CajaSur; la Escuela Superior de Hostelería de Zaragoza, asociada a la Universidad San Jorge, y una actividad anual denominada ‘Los diálogos de Iruaritz’ consistente en un foro donde cada año trabajan entre 20 y 24 especialistas internacionales en temas como el capital humano o la globalización. En esos foros participamos una serie de personas que dedicamos una semana del verano al diálogo. Recibe fondos del Grupo Lezama y del Gobierno Vasco.

Entre los reconocimientos que ha recibido a los largo de su vida, cuenta con el Premio Nacional de Gastronomía ¿Había usted tenido interés antes por la cocina? ¿Qué le supuso este galardón?
Para mi supuso que dejaran de tratar mi labor como una obra piadosa de la caridad sin valor profesional. Muy a menudo las 700 personas que hoy componen el Grupo Lezama y la cantidad de alumnos de las escuelas se sentían un poco devaluados ante la sociedad al pensar que eran objeto de una obra benéfica asistencial y no de una profesionalidad que hoy ya todo el mundo les reconoce.

¿Es cierto que en un principio parte de la plantilla del grupo estaba integrada por ex presos para intentar dar una oportunidad a la reinserción?
Siempre, y lo sigue siendo. La reinserción social y la ayuda a las personas menos favorecidas es una prioridad para nosotros. En el Grupo Lezama hay, por ejemplo, muchos inmigrantes que ya se han fidelizado, lo que es fantástico.

Además de su faceta como sacerdote y empresario, tengo entendido que en 1972 se licenció en Periodismo y ejerció la profesión durante varios años, ¿cómo le resultó esta experiencia?
Muy interesante, yo hacía lo que estás haciendo tú ahora mismo. Sigo siendo un tentado por la profesión y, realmente, muchas de las cosas que hago siguen estando bajo el paraguas de mi condición de periodista. Trabajé durante ocho años en la cadena COPE, donde obtuve el Premio Ondas por un programa que se llamaba ‘El Rastro de Dios’. También trabajé en Televisión Española ocho años en programas juveniles y en la Agencia EFE donde hice muchos reportajes y entrevistas. Por ejemplo, realicé la primera entrevista a la política israelí Golda Meir.

Sacerdote, empresario, periodista… ¿con qué faceta se queda?
Yo creo que la vida nos va dando oportunidades y tenemos que aprovecharlas. A lo largo de mi vida han ido pasando tranvías en los que me he ido montando y me han llevado lejos y me han hecho estar siempre cerca de la gente. En estos momentos, yo soy cura.

Y de todos los proyectos que ha puesto en marcha, ¿de cuál se siente especialmente orgulloso?
Del colegio, de ver a esos 500 y pico ‘chiquilines’ por ahí corriendo, que te llaman por tu nombre y que te sonríen ¿Qué más se puede pedir?

 

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