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Diez años sin enmienda

Diez años sin enmienda

miércoles 10 de diciembre de 2008, 18:09h

La enmienda que sí se logró es la del abstencionismo, la cual derrotará a la nueva enmienda

Diez años se cumplieron del más grave error histórico de los venezolanos: eligieron a quien habría de destruir la institucionalidad trabajosamente lograda durante varias décadas, y algo terrible, al gran dilapidador de la mayor cuantía de recursos que en una década Venezuela haya recibido, y quizá reciba nunca.

Han sido diez años de pocos logros para el país, aunque bastantes para muchos "vivos". Gracias a Venezuela, en efecto, la tragedia cubana ha recibido una prórroga y algunos reyezuelos (Evo, Correa y el impresentable Ortega) se pavonean por el mundo como la última troupe de la izquierda, siempre idéntica a sí misma.

También han sido diez años de sofoco y palabrerías de todo tipo, que tienen al país exhausto. También de terquedad, o si prefieren, de empecinamiento en ideas y posturas que la realidad se encarga, a cada rato, de negar y volver a negar.

Ha sido, pues, una década que concluye justo cuando se inicia la más severa crisis del sistema económico mundial, sin que reparemos en lo que viene. Aunque, siendo justos deberíamos más bien decir, que son los actuales y excluyentes conductores del Estado quienes se empeñan en no ver lo que viene y, consecuencialmente, no atisbar remedio alguno. En su oportunidad lo pagarán caro.

Lo más irónico de todo es que, al igual que le pasa a quien tiene la vivienda hipotecada y al no poder cancelarla& ¡pide una prórroga!, a Hugo Chávez no se le ha ocurrido nada mejor que proponernos, o más bien, suplicarnos, que le aprobemos algo "tan sencillito" -insiste él- como una enmienda constitucional que no le ponga término a posibles períodos presidenciales. Él, que tan poco ha hecho en estos largos años al frente del Estado, nos pide prórrogas. ¡Hay que tenerlas bien grandes y ser bien conchúo!

Pero la palabra enmienda tiene otros significados en el rico tesoro de la lengua castellana. Hoy me quiero fijar en uno en particular: el que se refiere a la necesidad de cambiar ("enmendar") la conducta porque la realidad te lo impone. ¿Será de esta enmienda de lo que se trata en este décimo aniversario?.

Desde que llegó al cargo, Hugo Chávez ha tratado de imponer el Proyecto con el cual llegó a la escena pública. Con ese propósito escogió el camino de la confrontación, que, según nos pontifican algunos "expertos", le ha dado -siempre- muy buenos réditos electorales. Pocos -yo no, por fortuna- han insistido en que ese mismo camino le ha proporcionado la mayor suma de pertinaces enemigos que Presidente alguno haya acumulado en nuestra historia republicana.

En efecto, es precisamente ese confrontacionismo peleón de Hugo Chávez el que le ha granjeado un creciente número de tenaces y muy vocales opositores. Para constatarlo basta con llevar la cuenta de quienes, al principio se encantaron con él y ahora no sólo le aborrecen, sino que no cejan en su empeño. Es ese modus operandi el que le ha garantizado algo que no veíamos desde el Trienio adeco: un feroz antagonismo entre los venezolanos de a pié, tan tenaz y persistente que se ha instalado en muchos hogares venezolanos.

Hay algo más grave quizás: una casi patológica incapacidad de enmendar nada en su comportamiento. Hugo Chávez es, quizás, el político más incapaz que nuestra historia haya contemplado. Jamás negocia, jamás concede, jamás oye a nadie que no sea su propio eco. A estas alturas, incluso, lo único que nos ofrece es& que no contempla puerta de salida. Por eso mismo, lo que su futuro le prepara es un final infeliz.

Tampoco hay enmienda alguna en el grupúsculo que le rodea. En realidad, Hugo Chávez jamás ha realizado cambio de gobierno, sólo rotación. La misma gente, la misma canción, la misma incompetencia por años de años. Allí están, otra vez, para hacer lo que ya les conocemos, que es nada. ¿Ha sido el "premio" por sus grandes "logros"? ¿O es para que le acompañen en el hundimiento del Gobierno, que llega raudo? Sepan, parece decirles, que la derrota no les librará de hundirse conmigo, así que ¡aprieten los cinturones!

Lo más serio a lo mejor resulta ser: que no hay enmienda alguna en su idea sobre lo que necesita Venezuela. Como ni ve ni oye, sino lo que quiere, el despeñadero parece ocultársele. Siguen los mismos diagnósticos falsos que producen el mismo despilfarro, logrado con tenacidad por la misma gentecita que se le pegó temprano. Buena teta la chavista.

Por fortuna, la enmienda que sí se logró es la del abstencionismo militante. La reemplazó la militancia del voto. Y esa enmienda derrotará a la nueva enmienda. ¡Amén!

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