www.diariocritico.com
William, Marisela, Hadijatou

William, Marisela, Hadijatou

domingo 14 de diciembre de 2008, 16:37h

William Humberto Pérez Medina es cabo del Ejército colombiano, tiene 33 años y ha pasado diez, la tercera parte de su vida, en la selva, secuestrado por las FARC. Durante años le dieron comida con cristales, con piedras, con puntas. Se pasó muchos días encadenado a un árbol sin permiso siquiera para hacer las necesidades más básicas. A veces les tenían 12 horas seguidas andando, con  descansos de quince minutos cada sesenta. Días y días caminando, con un caldo por la mañana y otro por la noche por todo alimento. Es enfermero y sus conocimientos sirvieron para atender a secuestrados y secuestradores. Ingrid Betancourt dice que le debe su vida. Si no hubiera sido por él, aquella terrible fotografía de Ingrid que enviaron los secuestradores y que se publicó en todos los periódicos del mundo hubiera sido el prólogo de una muerte segura. Es un héroe sencillo que sólo quiere la paz para Colombia, el final del terrorismo, el final de las FARC. Nadie le puede devolver los diez años y cuatro meses que le han arrebatado tan injustamente. Nadie, jamás.

  Marisela Ortiz, mujer, madre, lleva ocho años luchando para denunciar, para tratar de acabar con los brutales asesinatos y desapariciones de mujeres –niñas, jóvenes, adultas-, que impunemente se producen cada día desde hace años en Ciudad Juárez (México). Son más de 600 mujeres, 130 sólo en este año. Mujeres que desaparecen, que aparecen brutalmente asesinadas, familias rotas, hijas sin madre, madres sin hijas… La propia Marisela teme por su vida y la de su familia. Sus hijas no pueden ir solas a ningún sitio. Ella sabe que es incómoda, que molesta, porque la mayoría de sus conciudadanos –como nosotros- prefieren mirar hacia otro lado. Pero se juega la vida, la entrega, y no la van a callar nunca.

    Hadijatou Mani es una mujer africana, de Níger que vive en el “triángulo de la vergüenza”, en la frontera con Nigeria, donde, a pesar de que la esclavitud está prohibida, se siguen comprando y vendiendo esclavos, preferentemente niñas de apenas doce o catorce años. Gracias a la labor de dos ONGs, Timidria y Antislavery Internacional, y después de pleitear contra su propio Estado, ha logrado una sentencia histórica y la libertad. Se ha pasado doce años, exactamente la mitad de su vida, bajo la explotación laboral y sexual de “su amo”. Aún no ha podido recuperar a los dos hijos que nacieron de esa dominación, pero quiere que Saratou su primera hija en libertad, y todas las niñas de Níger jamás sean esclavas. Hadijatou no sabe leer ni escribir pero ha hecho más por la libertad de las mujeres que todos nosotros juntos.

   William, Marisela y Hadijatou acaban de recibir en Madrid el Premio Derechos Humanos que cada año torga el Consejo General de la Abogacía Española. Sesenta años después de la aprobación de la Declaración Universal de los Derechos Humanos, ¡cuánto trabajo queda por hacer! Pero podemos hacerlo.   

¿Te ha parecido interesante esta noticia?    Si (2)    No(0)

+
0 comentarios