www.diariocritico.com

Los Reyes Magos traen la magia a Madrid

lunes 05 de enero de 2009, 20:23h
¡Impresionante! Era la expresión que salía de las bocas de varios de los miles de personas que se congregaron este lunes en torno al Paseo de la Castellana y de  Recoletos para recibir a los Reyes Magos. Melchor, Gaspar y Baltasar se rodearon de los seres que viven en la fantasía de cada estación del año para cubrir la ciudad de imaginación, color y solidaridad en la mejor Cabalgata que ha recorrido la ciudad en los últimos años.
Apenas eran las tres y media de la tarde y la gente ya se comenzaba a congregar en el Paseo de la Castellana y el de Recoletos para coger buen sitio desde el que poder observar de cerca a Sus Majestades. Hacía frío, e iba a hacer mucho más, pero nadie se movía del sitio ni desesperaba. Sobre todo, los más pequeños.

Algunos como Pablo, de tres años, habían llevado la carta hasta el lugar para entregársela en mano a Baltasar, su rey. Concienciado con la etapa de austeridad que vivimos, tan sólo había pedido dos cosas: "Una Nintendo DS y que se mejore mi abuela, que está malita". La misiva la recogía Vicente Moreno, el cartero real de los sabios de Oriente desde hace catorce años. Desde hace más de un mes en Correos han trabajado a pleno rendimiento para que las más de 200.000 cartas y otros tantos escritos por internet llegasen a conocimiento de los magos.

Carmen, de siete años, también pensaba en su abuela enferma, y pedía peces prehistóricos, y un coche de juguete y libros. Sin embargo, se conformaba con lo que le trajesen. "Nunca me puedo quejar porque siempre me dejan cosas que me gustan", comentaba. Ella era fanática de Melchor - "ese nombre significa chorro de luna y eso me parece muy bonito", indicaba esta niña tan ilustrada- y esperaba que por la noche los Reyes se portasen tan bien como lo había hecho ella durante 365 días.

Su hermano Alejandro hacía la propio. Estaba tranquilo porque su profesora ya había enviado la carta a los Reyes por él, en la que pedía una jungla como la de Tarzán y un circo romano de juguete. 

José Luis, su padre, les acompañaba. Hacía más de 40 años que no venía y estaba contento por ellos, aunque él también había pedido algún capricho. Otros adultos pedían que la crisis no les afectase o hasta que los reyes les pagasen la hipoteca.

Naturaleza
El tiempo pasaba y comenzaban a concentrarse las 25 carrozas de esta Cabalgata inspirada en la naturaleza que se movía al ritmo de las cuatro estaciones de Vivaldi. La naturaleza era el 'leit-motiv' de la comitiva. Los 365 días que han pasado desde su última visita inspiraron a los Reyes Magos para transmitir un mensaje medioambiental a los miles de personas y, en especial, a los niños. Concienciarles de la necesidad de respetar y cuidar la tierra para las generaciones venideras.

Comenzó a andar la comitiva. El escuadrón ecuestre de la Policía Municipal inició el movimiento y la estrella de Helio, el dios del Sol, abrió paso a la magia. Elefantes de metal, hormigas gigantes, mariposas de colores imposibles dieron los primeros pasos de la Cabalgata y tras ellos fueron las carrozas de entidades como Caja Madrid, Correos, Telemadrid, Telefónica, Voluntarios de Madrid o el Corte Inglés, que enviaban mensajes que apostaban por un mundo más solidario y respetuoso con nuestro entorno.

Llegó la representación de las cuatro estaciones. La primavera estuvo encabezada por Archimboldo y sus personajes fantásticos. Flores y colores adornaban el paso de un carro de bueyes y de las Ocas de Miguelín, tradicionales en el paseo de Sus Majestades. Finalizaba el ave precursora que traía el verano y el arco iris. Los espantapájaros, las damas mágicas y el carro de heno repleto de frutos continuaban la fiesta.

Sobre un árbol, un sátiro plasmaba el otoño, acompañado de hombres árbol y otros seres del bosque. Finalizaba la comitiva previa con una casita nevada donde dos violinistas llenaban de música el paseo. La reina de las nieves, que traía copos mágicos, explicaba a Madridiario que se moría de calor en el invierno de Madrid. Ella fue la que abrió la puerta a los verdaderos protagonistas.

Flores y caramelos
Y entonces fue cuando las caras de los niños estallaron de júbilo. Bocas abiertas, manos tendidas y corazones en un puño. La magia se hacía palpable. Venían los Reyes. Sus Majestades viajaban sobre lirios y rosas luminosas para traer ilusiones y mares de caramelos (varias toneladas) a los niños. ¡Melchor, Melchooooooor!, gritaba Mario, de cuatro añitos, tratando de recabar una mirada, un saludo, algo, de su ídolo. Lo consiguió. ¡Me ha mirado, mamá!, explicaba a su progenitora, que se afanaba en recoger caramelos para el joven. Poco a poco, los tres sabios de Oriente fueron avanzando por el centro de la ciudad  siendo recibidos por los madrileños entusiastas.

Al llegar a la plaza de Cibeles, los sabios de Oriente y toda su comitiva fueron recibidos por el alcalde de Madrid, Alberto Ruiz-Gallardón, y la delegada de Las Artes, Alicia Moreno, en un escenario frente al Ayuntamiento.

El rey Melchor se acercó hasta el micrófono y dio su mensaje de paz. Explicó que "hace muchos años, en una fría noche como ésta, adoramos al niño Jesús. Desde entonces, guiados por la estrella de Belén, llegamos a Madrid, una ciudad que cada vez es más bonita. Sus calles y sus gentes son ejemplo de cómo se vive la Navidad". El mago aseguró que hay un deseo común para todos los madrileños que es conseguir que la capital sea elegida como sede Olímpica y Paralímpica para el año 2016.

Un recuerdo especial
Los Reyes quisieron "tener un recuerdo especial para todos los seres queridos que ya no están con nosotros y para aquellos que no pueden disfrutar como lo estáis haciendo vosotros hoy, porque viven en la pobreza, en la indignidad, o en situaciones de guerra o de violencia".

Melchor recordó que "el mejor regalo que uno puede recibir es el cariño que tenéis vuestras familias y que nuestra primera obligación es cuidar de la Tierra, nuestro planeta". El rey concluyó pidiendo a padres y abuelos a que sigan ayudando a los niños a creer que hay ilusiones maravillosas que vale la pena vivir y que nos hacen ser mejores personas.

Rápidamente, los niños y sus mayores fueron a casa para poner polvorones y turrón a los Reyes (y agua para los camellos), con los que conseguir que sus deseos se hiciesen realidad. Era la noche para conseguirlo. La noche que Madrid vivió prácticamente magia.
¿Te ha parecido interesante esta noticia?    Si (2)    No(0)

+
0 comentarios