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Condiciones del perdón

domingo 04 de marzo de 2007, 06:21h

El presidente del Gobierno ha dicho que la excarcelación de De Juana Chaos es una medida tomada desde la responsabilidad y no desde el miedo y ha apelado al valor supremo de la vida. Nada que objetar. Por muchas discrepancias con el presidente hay que concederle que cree lo que dice, aunque una gran mayoría de los españoles, incluso de los votantes socialistas, está en contra de lo que hace. Y Zapatero debería meditar este dato, porque siempre acusó al PP de José María Aznar de ir en contra de la voluntad de la mayoría de los españoles. Es decir, lo que él está haciendo ahora. Un gobernante no siempre debe hacer lo que le pide el pueblo, pero cuando hace lo contrario de lo que le pide la inmensa mayoría debe poner en marcha mecanismos legales para saber si cuenta o no con la confianza de los ciudadanos. En todo caso, no hay que hablar de responsabilidad o de miedo, sino de objetivos. Y muchos creen que al Gobierno le interesa más reanudar el diálogo con ETA que la vida o la muerte del etarra asesino, aunque ésta puede ser la llave de la negociación.

¿Qué se puede ceder a cambio de valores superiores, incluido el de la vida? ¿Cuándo es "responsable", ceder y cuándo no lo es? Algunos han puestos los ejemplos de Miguel Angel Blanco o de Ortega Lara. Hay muchos más. Hay Gobiernos y estados que no han cedido al chantaje y no por eso han sido irresponsables, todo lo contrario. Y Otegui acaba de marcar Navarra como el siguiente objetivo irrenunciable. ¿Volveremos a hablar de responsabilidad frente al miedo?

Un buen amigo me ha puesto sobre la pista de un actualísimo texto de Juan Pablo II en la encíclica "Dives in misericordia". Allí dice textualmente: "Cristo subraya con tanta insistencia la necesidad de perdonar a los demás que Pedro, el cual le había preguntado cuántas veces debería perdonar al prójimo, le indicó la cifra simbólica de 'setenta veces siete', queriendo decir con ello que debería saber perdonar a todos y siempre. Es obvio que una exigencia tan grande de perdonar no anula las objetivas exigencias de la justicia. La justicia, rectamente entendida, constituye por así decirlo, la finalidad del perdón. En ningún paso del mensaje evangélico el perdón, y ni siquiera la misericordia como su fuente, significan indulgencia para con el mal, para con el escándalo, la injuria, el ultraje cometido. En todo caso, la reparación del mal o del escándalo, el resarcimiento por la injuria, la satisfacción del ultraje son condición del perdón". Eso mismo es lo que sostienen, incluso sin saber que está en nuestras raíces cristianas más profundas, la inmensa mayoría de los que rechazan la libertad de un terrorista que no sólo no ha pedido perdón a sus víctimas, sino que se ríe de ellas.

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