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Siete días trepidantes

Una (o dos) de espías

sábado 24 de enero de 2009, 18:04h
ESO NO PUEDE QUEDAR ASÍ.-    La trama de espionaje que ha estallado en la Comunidad de Madrid no es, sin duda, la única en la agitada historia de nuestra democracia. Pero sí la más llamativa. Multitud de preguntas se agolpan en el cuaderno de notas del periodista y en la curiosidad de la calle, porque Madrid sigue siendo el foco de las peores pestilencias de la política.  Ahora ha salido a la luz la investigación periodística del mes, quizá del año; hay incluso quien ha intentado culpar al periódico que primero sacó a la luz el escándalo. Esas maniobras ya no cuelan: es inútil tratar de matar al mensajero. El espionaje ‘casero’ está ahí, y esta vez no parece que ni el CNI, ni las miserias de la prensa, ni la larga mano de los socialistas, tengan algo que ver con el lamentable asunto. No: son líos internos del PP madrileño, que cada día más claramente muestra el brillo de sus cuchillos caseros, de sus trapicheos, de sus corruptelas. Pero, como suele suceder, las incógnitas son más que las certidumbres, y todo el espectro del PP madrileño se convierte en destinatario de las sospechas ciudadanas. 

No estoy seguro de que estemos entendiendo bien de qué va todo este horrendo culebrón, la verdad. ¿Quién espió al ‘número dos’ de la Comunidad, el brazo de hierro de Esperanza Aguirre, Ignacio González? ¿Quién al vicealcalde Manuel Cobo, enemigo mortal de González? ¿Quiénes son esos ex policías que presuntamente forman el ejército secreto de vigilancia –“Mortadelo y Fimelón”, se mofó el ministro del Interior, a quien se pretendió acusar del hecho, aunque la acusación del ‘popular’ González Pons no convenció a nadie—del ‘número tres’ de Aguirre, Francisco Granados? Y, por cierto, ¿es Granados el responsable de esas vigilancias ilegales, tal y como ha sugerido el diario El País, aunque luego haya negado haber realizado tal acusación? ¿Qué pinta en todo esto Alberto Ruiz Gallardón, el alcalde madrileño antaño espiado en sus relaciones privadas, rival de su compañera de partido ‘Espe’ Aguirre dicen que también en las aspiraciones a suceder a Mariano Rajoy?¿Y el propio Rajoy? ¿Le conviene este escándalo, que, al fin, hunde a su ‘enemigo interno’ Ignacio González? ¿O más bien le perjudica, a la vista de cómo andan los sondeos sobre su grado de (im)popularidad?

Un lío, en suma; queda usted dispensado de entenderlo afondo: ni siquiera los implicados que salen en los comentarios de prensa lo entienden. Solamente en una o dos covachas saben; queda por averiguar en qué edificio oficial madrileño se esconden esas covachas. Cuatro denuncias ya en los juzgados y una sedicente comisión de investigación interna en el PP, una comisión alentada por el mismísimo Rajoy, en una iniciativa que ha molestado no poco a los ‘aguirristas’, porque la consideran una acusación implícita: alguien en el mundillo ‘popular’ es el responsable de haber investigado a gentes de ese mismo mundillo, con fines poco claros pero que evidencian la pelea interna que existe en el Partido Popular. Como si las fricciones en torno al suculento botín de Caja Madrid no fuesen ya suficiente prueba de que las cosas, en la principal formación de la oposición –tan necesaria, con la que está cayendo--, no pueden, simplemente no pueden, seguir así.

¿Alguien se dará cuenta de ello alguna vez? Desde luego, en la ‘cumbre’ publicitaria que organizó el PP este fin de semana en Madrid, por la que pasaron todos los jerarcas del partido, parecía que nada estuviese ocurriendo entre bastidores; Aguirre y Ruiz Gallkardón se dedicaron, por ejemplo, a casi piropearse, lo que, como se sabe, suele ser el anticipo del garrotazo mutuo.

QUE SÍ, QUE HABRÁ CRISIS EN JUNIO.-   No tenga usted dudas: Zapatero tiene tantas ganar de cambias a algunos ministros –a bastantes ministros—como usted de que los cambie, porque es un clamor la necesidad de una remodelación a fondo. Nunca un gobierno había sido tan criticado, tan ninguneado; nunca, en su conjunto, había mostrado tal falta de peso específico. Estamos en una crisis que puede llevarnos ya a los cuatro millones –que se dice pronto—de parados y al ‘superministro’ de Industria, quizá para paliar la confesada falta de ideas del vicepresidente de la cosa económica, no se le ocurre otra receta que el viejo ‘compre productos españoles’. Se les nota a distancia la falta de iniciativas. Zapatero tiene que encontrar a otros, y piensa hacerlo en junio, tras las elecciones de variado pelaje de los próximos meses.

Pero ¿llegará a junio?¿Puede sostenerse esta situación?

…Y EN ESTO LLEGÓ ÉL.-  Barack Obama, digo. El hombre que más titulares ha acaparado en menos tiempo en la historia de los últimos  cincuenta años. ¿Qué efectos tendrá el inicio de la ‘era Obama’ sobre la política interna española? ¿Habrán, quienes tienen que hacerlo, entendido el mensaje? Me refiero al mensaje unitario a las fuerzas políticas, autocrítico y poco sectario. Un mensaje que tomó elementos de la derecha de la ‘América profunda’ –quizá demasiados—y de la ‘nueva’ América liberal, en el americano sentido de la palabra.

Zapatero, en un esfuerzo por apropiarse al inquilino de la ‘nueva’ Casa Blanca,  cree que el mensaje de Obama fue socialdemócrata. No es cierto. Ay, si las rosas Luxemburgo del mundo levantasen la cabeza…

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