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Bicentenario de Edgar Allan Poe

Bicentenario de Edgar Allan Poe

lunes 26 de enero de 2009, 16:41h

Edgar Allan Poe hubiera cumplido el lunes 19, si se pudiera, 200 años de vida; pero no creo que lo hubiera aceptado, pues su vida fue un tormento. “Triste es tu vida”, le hubiera sentenciado cualquier paisana al verlo como lo describe Stephen Marlowe en El faro del fin del mundo (o de la última orilla, como traduce Seix Barral), una biografía que se centra en el último día de su vida, cuando el buen Edgar reventó con una combinación de láudano y bourbon entre la cárcel y un hospital de caridad de Baltimore.

Por Ramón Rocha Monroy

Dicen que apenas disfrutó de la venta de un libro cuyo título era Primera guía para investigadores de moluscos, un texto escolar cuyo prefacio era de Poe. Luego, el público lector ignoró su vasta obra de terror, sus cuentos policiacos (se lo considera fundador del género) y sus poemas. Sin embargo, los poetas malditos lo consideraban un demiurgo de la noche, particularmente Baudelaire, Mallarmé, Verlaine y Rimbaud, aunque su huella se prolonga en Lautréamont e incluso en el ideal de poesía pura, de belleza pura, que alimentaban los modernistas.

Precisamente Rubén Darío lo ve como “el cisne desdichado que mejor ha conocido el ensueño y la muerte…” y también como “soñador infeliz, príncipe de los poetas malditos”. También lo califica como un Prometeo amarrado a la montaña Yanqui, cuyo cuervo, más cruel aún que el buitre esquiliano, sentado sobre el busto de Palas, tortura el corazón del desdichado, apuñalándolo con la monótona palabra de la desesperanza: nunca más.

Es curioso que los críticos reduzcan la obra de Darío a su poesía, desdeñando sus artículos periodísticos que abundaban en vigorosas imágenes y juicios de valor. Pero, vamos, cosa parecida ocurre con los críticos de Amado Nervo, de Vallejo, de Gutiérrez Nájera e incluso de García Márquez, Vargas Llosa o Carlos Fuentes, que no ven arte en la prosa maciza de la obra periodística.

Rubén Darío ingresó a principios del siglo XX al puerto de Nueva York y consideró a los Estados Unidos como el país de Calibán, el país del materialismo más burdo, más cicatero y menos espiritual.

En ese contexto habla de Poe: “Como un Ariel hecho hombre, diríase que ha pasado su vida bajo el flotante influjo de un extraño misterio. Nacido en un país de vida práctica y material, la influencia del medio obra en él al contrario. De un país de cálculo brota imaginación tan estupenda. El don mitológico parece nacer en él por lejano atavismo y vese en su poesía un claro rayo del país de sol y azul en que nacieron sus antepasados (…)”.

El retrato en prosa que hace del poeta americano es más expresivo que cualquier lienzo. “Esa mirada triste, de tristeza contagiosa, esa boca apretada, ese vago gesto de dolor y esa frente ancha y magnífica en donde se entronizó la palidez fatal del sufrimiento”, pintan al desgraciado en sus días de mayor infortunio, quizá en los que precedieron a su muerte.

Así lo pinta también Stephen Marlowe, en medio de la alucinación que le trajo el consuelo de la muerte, en medio de la agonía que quizá consolaban las mujeres que amó en sus cuentos y poemas: Irene, Eulalia, Leonora, Frances, Ulalume, Helen, Annie, Anabel Lee, Isabel, Ligeia…

* Novelista y columnista

Un homenaje hispanoamericano

Una edición especial de los Cuentos completos de Edgar Allan Poe ha reunido a 69 escritores españoles y latinoamericanos, cada uno de los cuales presenta o prologa uno de los relatos del maestro norteamericano, del que esta semana se cumplió el bicentenario de su nacimiento.

La editorial Páginas de Espuma ha decidido rescatar la traducción que el argentino Julio Cortázar hizo de los Cuentos completos del maestro norteamericano, dotarla de prefacios del mexicano Carlos Fuentes y del peruano Mario Vargas Llosa, en una edición preparada por el también mexicano Carlos Volpi y el peruano afincado en Sevilla Fernando Iwasaki.

Además, el libro se completa con la intervención de otros 67 escritores españoles y latinoamericanos, cada uno de los cuales se encarga de la introducción a cada uno de los relatos de Poe. Los comentarios han sido elaborados por 29 narradores españoles y 38 latinoamericanos

La condición es que cada uno de ellos haya publicado al menos un libro de relatos, ya que esta edición no pretende ser sólo un homenaje a Poe, sino también al género corto.

Iwasaki, irónico, comentó que esta edición “ha conseguido algo que en España no admiten ni las universidades, ni las academias, ni los críticos, ni las antologías; a saber, mezclar autores españoles y latinoamericanos en torno a la obra de un escritor anglosajón”.

Otro requisito para ser prologuista de uno de estos cuentos ha sido haber nacido después de 1960, así entre otros narradores españoles están Marius Serra, Espido Freire, Ismael Grasa, Ricardo Menéndez Salmón, Fernando Royuela y Patricia Esteban Erlés; los andaluces Hipólito G. Navarro, Félix Palma, Guillermo Busutil, Manuel Moyano, Ángel Olgoso, Miguel Ángel Muñoz, y el granadino de origen argentino Andrés Neuman, además del mismo Iwasaki.

Los narradores latinoamericanos son Eduardo Berti, Guillermo Martínez, María Fasce, Esther Cross, Gustavo Nielsen y Marcelo Birmajer (Argentina); Edmundo Paz Soldán (Bolivia); Juan Gabriel Vásquez y Juan Carlos Botero (Colombia); Carlos Cortés (Costa Rica); Karla Suárez, Ronaldo Menéndez y Enrique del Risco (Cuba).

También están Andrea Maturana, Álvaro Bisama y Alejandro Zambra (Chile); Leonardo Valencia (Ecuador); Jacinta Escudos (El Salvador); Eduardo Halfon (Guatemala); e Ignacio Padilla, Luis Felipe Lomeli, Tryno Maldonado, Álvaro Enrigue, Pedro Ángel Palou, Guillermo Fadanelli, Guadalupe Netel, Fabio Morábito, Mario Bellatin, Antonio Ortuño y Jorge Volpi (México). Y Santiago Roncagliolo, Jorge Eduardo Benavides, Ricardo Sumalavia y Enrique Prochazka (Perú); Mayra Santos-Febres (Puerto Rico), y Juan Carlos Méndez Guédez (Venezuela).

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