…y se fue al Congreso de los Diputados para pasmo y asombro de lingüistas y cultivadores de la Lengua Común, que así de flamencona es la señora ministra de Fomento, doña Magdalena Álvarez Arza, a la que, lamentablemente, este columnista no le pudo prestar ayer –exigencias de las elecciones gallegas—toda la atención que se merece. Menos mal, no obstante, que los colegas de la prensa escrita nos han obsequiado hoy con un florilegio variado del ir y sentir discursivo de la señora ministra.
Doña Magdalena es una os aurea, lo que en castellano coloquial conocemos como piquito de oro. Cada vez que despega sus labios y nos obsequia con alguna de sus florituras verbales, seguro que sube el precio del tabaco en los
estancos e Iberia, Líneas Aéreas de España, acumula incomprensibles retrasos. Dos botoncitos de muestra. Ahí va el primero: “si la borrasca cambió de una forma impredecible –dijo la ministra en la comisión de Fomento--, no la pueden predecir. Pero si no la predicen los que la tienen que predecir, ¿cómo piensan ustedes que la vamos a predecir aquellos que estamos esperando la predicción?”. ¿Blanco, frío y en copos cayendo del cielo? Nieve. Segundo botón de muestra: “antes de saber los problemas estaba entusiasmada con la nevada, me pareció preciosa”. Lástima que, para redondear su razonamiento, no citara lo del albo manto de la nieve y cursiladas parecidas.
Vamos, que no sé a qué esperan los del Club de la Comedia para contratarla, aunque sea a costa de hacerle un dura competencia verbal a Pedro Reyes, pongo por caso. ¿Qué digo el Club de la Comedia?, un sillón –eso sí, con letra minúscula—se merece en la Real Academia Española (si está Juan Luis Cebrián, de una única obra narrativa, ¿por qué no va a estar ella, la señora ministra de Fomento?). Espero que académicos tan avezados al discurrir de la actualidad, tal que los señores de Pérez Reverte (don Arturo) y de Marías (don Javier), se percaten del potencial lexicográfico que puede aportar la señora Álvarez Arza, aunque la ilación lógica, la fonética, la sintaxis y la prosodia no sean, precisamente, lo suyo.
Hace cosa de diez días, la ministra de Fomento recordó que ella piensa a tal velocidad que luego no le salen las palabras, que se le deben atragantar en la laringe, apelotonándose las unas con las otras. Si, partiendo de la premisa que podemos aceptar pulpo como animal de compañía, no ve el columnista especial impedimento para dar por buena la explicación de doña Magdalena. Es más, propone que, este verano, en la Universidad Internacional Menéndez y Pelayo se organice un simposio o un seminario sobre magdalenología. No obstante, reconozcamos que, con semejante tapón verbal a flor de boca, la señora ministra de Fomento carece de las condiciones fisiológicas adecuadas para ejercer de “Deep Throat”, de garganta profunda. Y es que, como sin duda doña Magdalena no ignora, no se puede tener todo en esta vida…