Testigos afirman que la mujer acusada de matar a su ex pareja recibía malos tratos

Durante el juicio con jurado que se celebra en Toledo, Rosa María A. y Manuela C., compañeras de la fábrica de Leganés (Madrid) donde trabajaba la procesada, así como el encargado de la misma, Alfonso A., explicaron que no lo llegaron a denunciar porque ella les rogó que no contaran nada a nadie, pues la tenía "aterrada" y la había amenazado con matarla y hacer daño a su familia, como violar a su hermana.

Los tres testigos explicaron que a Mónica le costó mucho contar lo que le pasaba y que sospechaban de la tormentosa relación que tenía con el fallecido, porque en alguna ocasión le vieron moratones, uno de ellos en un ojo tres meses antes del crimen y porque la veían decaída y triste.

También dijeron que César la acosaba con constantes llamadas telefónicas y que ellas mismas pudieron escuchar a través del móvil los insultos y las amenazas que le profería el fallecido porque ella les dejaba el teléfono para que lo pudieran comprobar.

Durante la vista oral también testificaron dos médicos del centro de salud de Fuenlabrada que atendieron a la acusada en 2006 y ambos coincidieron en que la mayoría de las visitas que hacía Mónica al centro médico estaban relacionadas con un "cuadro ansioso-depresivo". Los doctores Gonzalo H y Jorge V también explicaron que ella les había contado que tenía malas relaciones con su pareja, aunque nunca les refirió los malos tratos. Uno de los médicos, Gonzalo, aseguró en la sala de vistas que el día 11 de septiembre, es decir, horas antes del crimen, atendió a Mónica por última vez porque se le había "agudizado" el cuadro ansioso-depresivo.

También testificó María Teresa S., una vecina del apartamento de Mónica en Humanes (Madrid), quien explicó que en la tarde del 11 de septiembre escuchó una "trifulca tremenda" en el piso de la chica hasta el punto de que llegó a "temblar" su propia casa, dijo la testigo. Agregó al respecto que además de oír una voz "muy agresiva" de un hombre e insultos, también escuchó golpes y rotura de cristales y que a pesar de que se asustó mucho no llamo a la Policía porque "a veces es malo entrometerse" en los asuntos ajenos.