Oposición de barra del bar

Para decir que el gobierno de Esperanza Aguirre “no es de una derecha civilizada sino que es un gobierno facha” no hace falta ser secretario general del PSM. Tomás Gómez lo es y Tomás Gómez lo dijo. Para hacer este tipo de oposición no hace falta aspirar a ser algún día presidente de la comunidad de Madrid: este es el tipo de oposición que se hace con un codo apoyado en la barra de un bar cuando todo el mundo se mueve en territorios comunes y en el espacio del chascarrillo fácil.

De un aspirante a presidente autonómico allá por 2011 uno espera otro tipo de mensajes: debates de altura para los madrileños y no frases ‘de todo a cien’, frases de debate de Juventudes Socialistas frente a Nuevas Generaciones. Uno espera soluciones para los 370.000 parados que hay en Madrid y no verborrea de Los Serrano que seguramente le haga ganar muchos puntos en Ferraz, pero que suena más a coz que otra cosa. El papel de un aspirante es muy distinto del secretario de organización. Y no se puede ser Zapatero y Pepiño a la vez. No se puede ser candidato y martillo de herejes. Esto es Madrid y esto es 2009. Así que nadie se cree que el gobierno de Aguirre sea un gobierno ‘facha’ igual que nadie se cree que esta sea una oposición de ‘rojos’.

Afortunadamente este lenguaje cada vez necesita más explicación. A miles de jóvenes les chirrían estos términos, como le chirría al propio Gómez que los congresos del PSOE se tengan que cerrar cantando La Internacional. Él no la canta y a él no le gusta: quizá porque parece anacrónico andar debatiando sobre ‘fachas’ y ‘rojos’ en pleno siglo XXI. Pero de vez en cuando, Gómez saca el codo y lo apoya en la barra. Menos mal que no bebe.