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El despertar de las mocitas gitanas

miércoles 04 de marzo de 2009, 19:00h
Algo se mueve en la comunidad gitana. Las adolescentes calés están inventando una nueva forma de vivir su cultura que combina el respeto y el orgullo de sus tradiciones con el valor de la igualdad. El futuro está en sus manos.
Futuras esposas y madres, pero también trabajadoras, independientes y, sobre todo, gitanas. Mientras los políticos y representantes sociales claman por el fin de las desigualdades, algunos núcleos de mocitas calés preparan su pequeña revolución silenciosa. Un cambio entre la forma de vivir de sus madres y la suya que no se basa en elegir entre su cultura y la mayoritaria, sino en un equilibrio complejo entre ambas. Sin renuncias y sin estridencias.

El punto de partida no ayuda, como señala Sandra Jiménez, mediadora intercultural. Son mujeres y gitanas, lo que las lleva a sufrir una doble discriminación, la que se deriva de su género y la que sufre su etnia. "Los prejuicios son tan fuertes que incluso ellas mismas los asumen sin más, y eso tiene efectos brutales. Incluso las anula", explica Jiménez. Y, aunque insiste en que no se puede generalizar pues existen "infinitas formas de vivir la cultura gitana y otras tantas de acercarse a ella", el techo de cristal que tendrán que romper estas adolescentes más bien parece de hormigón.

Entre clases de costura, sesiones de apoyo escolar y algún que otro baile espontáneo, veinte mozas gitanas intercambiaron impresiones en el centro de servicios sociales de Valdebernardo, donde se reunieron las asistentes a dos proyectos de apoyo: el de la asociación El Fanal y el de la Asociación Centro de Animación Sociocultural. Aunque procedían de comunidades y barrios muy diferentes, a todas les brillaban los ojos cuando imaginaban el día de su 'pedía' y de su boda, una experiencia por la que ya han pasado algunas de sus amigas y familiares más jóvenes que ellas.

Sin embargo, también tienen muy claro que esperar un poco más ese momento no les hace daño. Al menos así lo apuntaba R., que a sus 17 años está deseando sacarse el carné de conducir y pretende compaginar la maternidad con una actividad laboral. Aunque se trate de la costura y desde casa. "Así tendré menos problemas para que mi marido me deje", explicaba.

"Quedan muchas barreras que romper. Cuando las gitanas empiezan con un novio, a diferencia de lo que ocurre en la sociedad mayoritaria, suele ser para toda la vida. Pero no se trata de casarse y someterse: una boda no tiene por qué parar la vida", apunta Jiménez. Y es que, como dice M., de 15 años: "Antes casarse era tu vida, ahora es una parte importante de tu vida".

Así lo ven ellas. Pero casi todas las mozas de estos proyectos han dejado el instituto o van poco a clase. "Es lógico, si en su casa no dan importancia a estos temas, ellas tampoco se lo dan", tercia Rocío, de El Fanal. Por eso, las educadoras sociales tratan de inculcarles el gusanillo de la formación, que, como recuerda Jiménez, "no es incompatible con el estilo de vida calé; por suerte, cada vez hay más gitanos que entienden esto". Y cada vez hay más gitanas universitarias, profesionales liberales, que eligen conciliar la vida familiar y profesional. Independientes, también en lo económico.

Por eso, se divierten mientras pueden. Retrasan su boda y aprenden, entretanto, que las amistades son importantes, que tener un trabajo también lo es. Después, cuando se casen, ellas decidirán. Pero, después de pensarlo, no lo ven del todo claro. Porque no hay entidades sociales que les expliquen esta posibilidad a sus futuros maridos, algunos de los cuales, recalca Jiménez, "estarán orgullosísimos de que sus mujeres tengan estudios o trabajen, pero otros no". Por eso, añade Tamara Carrasco desde la Fundación Secretariado Gitano, "hace falta que ellos vayan asumiendo su corresponsabilidad, para que ellas disfruten de apoyo familiar".

Y es que, como le dijo una gitana de mediana edad a una trabajadora social: "todo esto está muy bien, pero es a mi marido a quien tienes que explicárselo, no a mí". Quizá, en pocos años, serán las mocitas de Valdebernardo las que se lo expliquen a sus futuros esposos. Y después, tal vez, a sus hijas.
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