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Falsas palabras de amor

jueves 15 de marzo de 2007, 09:02h
Por lo visto, el ministro de Justicia, señor Fernández Bermejo, de quien ya pronosticábamos que nos ofrecerá grandes tardes de espectáculo, confunde el talante con el amor a primera vista. O con las palabras fugaces de amor eterno. Lo mejor de la sesión parlamentaria de esta semana fueron, sin duda, aquellas apasionadas palabras del flamante ministro a su oponente popular, Ignacio Astarloa: “le quiero a usted”, “me gusta”, reiteró el más que cincuentón Bermejo al más que cincuentón Astarloa, que, sin demasiado sentido del humor, se defendía replicando que “lo nuestro no tiene futuro”. ¿Picarón Bermejo, puritano Astarloa en esta presunta salida del armario político por parte del neoministro? Hombre, lejos de nuestro ánimo imponer cánones ni estetéticos ni restrictivos a la pasión amorosa. Ni al acercamiento político, del que somos fervientes partidarios en muchos temas de necesario consenso de Estado. Pero…

Pero lo que ocurre es que no está el horno para bollos. Y Bermejo, que no es ducho en lides parlamentarias ni en materia de relaciones públicas (lo de las relaciones amorosas lo dejamos ya en el ámbito privado), escogió mal el momento. Probablemente, hace años que las cosas no están tan mal como ahora en cuanto a las relaciones entre los dos principales partidos políticos nacionales. Especialmente, en materia de interpretación de leyes, que es donde más frecuentemente se producen los encontronazos entre el Gobierno y el Partido Popular. Y la jornada de control parlamentario de este pasado miércoles, sin ir más lejos, que fue, por cierto, la de los requiebros ministeriales al diputado popular, no fue de las más fructíferas que se recuerdan precisamente en cuanto a acercamiento entre el Gobierno y la oposición: Rajoy preguntaba acerca de los grandes interrogantes planteados en la política nacional -¿irá Batasuna a las elecciones?¿Se incorporará Navarra al País Vasco?- y el silencio presidencial, envuelto en descalificaciones a su oponente, quien a su vez lo descalificaba a él, era la única respuesta.

No, no hay aproximación. Y, como en el chiste: si la dama requerida no quiere salir a bailar, “entonces de lo otro ya ni hablamos”. El talante de la oposición ha sido siempre adusto, mucho más inclinado a dar calabazas que a consentir con un ‘sí’ cualquier flirteo. Y el talante del Gobierno…¿Qué ocurrió con aquella famosa sonrisa presidencial que todas las puertas parecía abrir, y casi todos los corazones derretir? Aquella sonrisa, que sigue siendo, no obstante, una de las mejores sonrisas del poder, ya no sirve para rendir voluntades, como antes. Y si la atractiva mueca picarona de ZP ya no sirve, ¿qué decir del severo talante de fiscal de Don Mariano Fernández Bermejo?  ¿Cómo componer una historia de amor protagonizada por rostros de malo de película, como los que adornan, es un decir, a nuestros héroes de hoy, sin duda excelentes personas ambos por lo demás?

En este contexto, hay que concluir que las palabras de amor de Bermejo a Astarloa -¿es decir, al PP?¿O solamente a Astarloa, como cabría deducir del contexto?-no fueron del todo sinceras. O para nada sinceras. Cada cual, en este país dividido en dos españas, sigue en su armario y no piensa salir de él hasta la victoria -o la derrota- final. País. O, perdón, países.
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