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OPINIÓN//Victor GIJÓN

De Botín al motín

De Botín al motín

jueves 15 de marzo de 2007, 19:36h
Los dirigentes del PP salieron corriendo de un acto institucional para subirse a una tribuna a hacer política partidista. Abandonaron la Cantabria real, la que rendía homenaje a un banco, el Santander...

Los dirigentes del PP salieron corriendo de un acto institucional para subirse a una tribuna a hacer política partidista. Abandonaron la Cantabria real, la que rendía homenaje a un banco, el Santander, que ha jugado y juega un papel de primer orden en el desarrollo de esta región, para sumarse al motín sustentado sobre la irreal suposición de que España corre peligro y hay que acudir a defenderla.

Mientras el presidente del Gobierno de Cantabria, Miguel Ángel Revilla, la vicepresidenta Lola Gorostiaga, y representantes plurales de la sociedad cántabra, desde empresarios a artistas, celebraban con Emilio Botín la concesión al Santander de la Medalla de Oro de Cantabria en el 150 cumpleaños del banco, Ignacio Diego, Gonzalo Piñeiro y José Joaquín Martínez Sieso, entre otros dirigente conservadores, corrían hacia la Plaza Porticada en pos de un puñado de votos.

Del acto de homenaje al Banco Santander salimos muchos con la evidencia, por mas que sospechada, de que el Santander está decidido no sólo a convertirse en el primer banco del mundo, sino a apostar decididamente por el presente y el futuro de Cantabria. Y no con declaraciones retóricas, sino con compromisos concretos. Apuesta clara por Cantabria de Botín, en un discurso medido, técnico pero no tecnocrático, político en su sentido más amplio. Tan claro que supongo resultó perfectamente comprensible incluso para las cerradas entendederas de los principales dirigentes del PP cántabro.

Botín explicó que el Banco Santander, ya sin aditamentos obligados por fusiones, tiene un plan ambicioso de futuro para llegar a ser "el primer y mejor banco comercial del mundo y líder en rentabilidad" para sus accionistas. Pero, sobre todo tiene un compromiso con Cantabria. Ya había mencionado el presidente Revilla algunas de esas colaboraciones, unas conocidas pero las más desconocidas porque “no salen en los periódicos”, explicó el presidente de Cantabria. Colaboraciones para crear riqueza y empleo en la región, para educación, para la sanidad, para iniciativas sociales y culturales.

Botín dejo para el final de su discurso de aceptación de la medalla de oro de Cantabria su decidida apuesta por proyectos singulares del actual Gobierno de Cantabria: la celebración del Año Santo Jubilar Lebaniego, como ‘disculpa’ para proyectar la imagen turística de la Comunidad Autónoma en España y el mundo, y el proyecto de Campus Comillas. A cuerno quemado debió de sonarles a Diego, Piñeiro y compañía la afirmación del presidente el Santander sobre el papel de refuerzo del interés turístico por Cantabria que ha despertado la campaña del Año Lebaniego, algo que desde el PP se niega con descalificaciones tan groseras como falsas.

Pero la taza y media para los dirigentes del PP estaba por llegar. Con respecto al Campus Comillas Botín dijo que "potenciará el desarrollo de Comillas y de toda Cantabria, porque constituye un activo estratégico de valor incalculable y una gran iniciativa para convertir Comillas en referente internacional en la enseñanza del español”. Ni más ni menos. Espaldarazo definitivo al Campus Comillas, el proyecto emblemático del Gobierno, la apuesta de Estado, según Revilla y Zapatero.

Cara de póquer de los dirigentes del PP que siguen manteniendo que Comillas es humo, después del intentó de que abortara antes de nacer, utilizando incluso a Rajoy para que dejara caer en los oídos de válidos de la Zarzuela la inconveniencia de un visita del rey a la villa cántabra. O que prefirió, utilizando a los medios de comunicación afines en Cantabria, convertirse en altavoz de las criticas riojanas. Los dirigentes del PP se tuvieron que tragar, sin anestesia, el apoyo al Centro Internacional del Español del primer dirigente de la entidad que aspira a convertirse a corto plazo en el primer banco comercial del mundo.

Pero no fue por las palabras de Botín, por otra parte esperadas, por lo que los dirigentes populares abandonaron el acto institucional de entrega de la medalla de Oro de Cantabria, celebrado en la noche del viernes en el Paraninfo de la Universidad de la calle Sevilla. Con los sones del himno de Cantabria sin apagarse Diego, Piñeiro y Sieso salieron a la carrera para ponerse al frente de la concentración electoral de la Plaza Porticada. En la tribuna, rodeado de banderas españolas, y ante 15.000 simpatizantes según el ojeador de la Policía Nacional, que debió de sufrir una episodio de doble visión --hay una ley física no escrita que hace difícil, por no decir imposible, que cinco personas puedan desenvolverse en un metro cuadrado--, Diego no habló del futuro de Cantabria, ni de sus proyectos para mejorar la vida de los cántabros.

El discurso de la derecha, regional y nacional, no va por los derroteros de ofrecer alternativas. Lo suyo es pintar un mundo de desastres que, por excesivo, termina convirtiéndose en caricatura. Llamar a la defensa de España presupone que alguien la ataca. ¿Quién? ¿El terrorismo? No: el Gobierno que cede ante el chantaje terrorista. La conclusión siguiente a partir de ese supuesto aserto es para poner los pelos de punta. Porque si España, la nación española, está siendo atacada por el Gobierno, ¿qué impide que en su defensa se lance una ofensiva para acabar con el Gobierno que la pone en peligro?

Parece ciencia-ficción pero no lo es. La ofensiva pidiendo la dimisión de Zapatero, al que los manifestantes reunidos por el PP quieren ver en prisión, y la exigencia del adelanto de las elecciones, son ya demandas no sólo de pancarteros, sino parte principal del discurso de los máximos dirigentes de un partido supuestamente parlamentario. Rajoy convocó ayer a los “españoles de bien” a defender España, convirtiendo a los millones de ciudadanos que no acudieron a su convocatoria en “malos españoles”, con los, que por tanto, da lo mismo contar que no. Y mejor que no, porque no están entre los “decentes”. Así empezaron sucesos de las que uno prefiere no acordarse.

En todo caso, y tanto en la concentración de Santander del viernes como en la manifestación de este sábado en Madrid, fueron más elocuentes los silencios que las palabras. O algunos silencios puestos en relación con determinadas afirmaciones. Rajoy aseguró que con “el Gobierno del PP ETA no mataba”. Lo cual, además de ser una mentira demostrable con sólo acudir a las hemerotecas, echa por tierra la teoría de la conspiración, según la cual los atentados del 11-M fueron cometidos por ETA para sacar al PP del Gobierno y llevar al PSOE a la Moncloa.

A lo mejor ese abandono de lo que machaconamente vienen defendiendo desde el 14-M: que ellos no perdieron las elecciones, que la victoria de Zapatero fue legal pero ilegitima por sustentarse sobre 191 muertos y miles de heridos, es por lo que en los actos del PP del fin de semana no ha habido ni un solo recuerdo para las víctimas del 11-M. Precisamente cuando se está celebrando el juicio contra los acusados de la matanza y coincidiendo con el tercer aniversario de aquel terrible y trágico suceso.

Posiblemente es que el PP cree haber encontrado un mejor argumento para dar la vuelta al resultado de las urnas. En la nueva situación ya poco importa por qué ganaron los elecciones los socialistas, sino la acusación de que estén utilizando ese poder para destruir España. Y Rajoy, que no es el Capitán Trueno, aunque le gustaría, y que parece muy marcial cuadrándose mientras suena el himno nacional, apropiado partidistamente por los neo nacionales, quiere cuanto antes un segunda oportunidad en las urnaspara llegar al poder. Como la tuvo Esperanza Aguirre en Madrid, comprando a dos diputados socialistas, o como la pidió en Cantabria, sin éxito, Martínez Sieso, hace cuatro años ycuando vio que perdía la presidencia del Gobierno regional. Y es que hay demócratas que sólo ejercen de tales si ganan ellos.

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