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Lo que no dijo

Lo que no dijo

miércoles 25 de marzo de 2009, 18:24h

El régimen se mira su ombligo y nada más. Y en tal éxtasis sólo ve y oye lo que quiere

Un día como hoy, 25 de marzo, en el que el calendario católico conmemora el anuncio que el Arcángel San Gabriel hizo a María sobre su inigualable maternidad, luce como muy adecuado para echarle una escudriñadora mirada al anuncio que hemos recibido los venezolanos, no de un ángel -Dios nos libre- sino de un Oráculo: el que nos ha dicho cómo es que atravesaremos la tormenta que ya se acerca. Más todavía, nos ha informado que Él y sólo Él está al timón. ¡A temblar, pues!

Uno puede imaginarse uno de los Papas autoritarios de la historia. Se trata de informar a la grey católica sobre importantes asuntos y reina agitación en salones, aulas y pasillos del Vaticano: teólogos y expertos que van y vienen y hacen conocer sus importantes opiniones sobre las materias para cuyo estudio han sido convocados. Elaboran presurosos documentos que hacen llegar al Pontífice, a quien incumbe, en solitario, tomar la suprema decisión. Esa decisión, ya lo sabemos, debe estar en absoluta consonancia con lo que siempre ha sido la posición de la Iglesia -la sagrada Tradición- pero también con lo que los tiempos demandan.

Tal ha sido lo que, según el ministro Alí Rodríguez, aconteció en pasados días en la cima del poder. Como lo informara a Maripili Hernández en un programa especial transmitido el pasado domingo 22 por Unión Radio, se consultó de todo y con todos. Nada, por supuesto, con los expertos venezolanos que no están alineados con el Proyecto. El régimen se mira su ombligo y nada más. Y en tal éxtasis sólo ve y oye lo que quiere. Y después, pontifica.

Y pontificó. El Papa de la revolución habló y explicó y explicó. Al decir de algunos, con una homilía tan notable como para sentar cátedra de comunicación. Después de todo es esa la virtud -casi la única- que sus enemigos siempre le han alabado. Y fue una homilía repleta de falsedades y medias verdades, aderezada de estadísticas a la carte. Después de todo, esa es la desgracia de las estadísticas, que sirven hasta para negarse a sí mismas.

No había terminado la explicación ex cathedra de nuestro Papa revolucionario, cuando el régimen se movió con presteza a copar los medios audiovisuales con su versión, y algo más riesgoso aún: los efectos que, porque sí, tendrán las medidas; dejando aparte, cuidadosamente, los llamados efectos perversos, aquellos que tan bien definiera el sociólogo Robert Merton como "los efectos no intencionales de la acción intencional". Definitivamente, un régimen se delata no sólo por lo que dice y hace, sino mucho más, quizá, por lo que con esmero omite.

Cuando los sindicaleros del régimen, con fruición alabaron las medidas, destacaron algo muy interesante: la atención que pondrá Chávez en bajar sueldos y eliminar corruptos de su entorno. Bien saben ellos que lo demás es intragable para el pueblo trabajador, y que eliminar boatos, whisky del bueno y otras adicciones revolucionarias será como quitar una gota en un océano de gastos. Ellos saben que no son esos los gastos que cuentan, que son otros.

Cuentan los que no se tocaron, precisamente: compra de armas, tan inútiles como costosas, o el saco sin fondo para sostener a los Estados-clientes. Y en los efectos letales para los acosados bolsillos de los venezolanos: ¿para qué sirve dejar el precio de la gasolina intocado, si lo que hay que cancelar en gasolina importada para mantener esta ficción, por fuerza se le quita a otros asuntos? ¿Es qué 3% más de IVA no encarecerá lo ya escaso?

Esas decisiones tácticas, como las llaman -vulgo: pañitos calientes- son como cataplasmas para un herido grave o pastillas para quien debe someterse a una urgente intervención quirúrgica. Y algo muy grave, le transmiten a la población la idea de que se trata de un ventarrón, desagradable a lo más, nunca el tsunami que realmente es. Peor aún: se aprovecha la ocasión para desacreditar y hacer mofa de los que advierten la magnitud de lo que viene.

Y siempre nos dejarán una duda: todo eso, ¿sobre qué se sostiene? Pues, sobre un pálpito, una esperanza, sobre eso que los gringos llaman wishful thinking: que el petróleo se estabilizará en algo más de 70 dólares, al mismo tiempo que Alí Rodríguez esboza "la inseguridad e inestabilidad del dólar". ¿Y entonces?

Se espera que el mundo gire hacia nuestro lado y por ello se desoye enteramente lo que en él acontece. Todo el tinglado está montado sobre esa ilusión, olvidando que quien vive de ilusiones muere de desengaños. Y se obvia todo lo que han hecho -y siguen haciendo- para dejarnos a la intemperie.

antave38@yahoo.com

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