Tanto repite Chávez su palabra y la hace repetir, que ésta ha invadido los espacios sociales
La palabra crea realidades en la mente de muchos y conquista sus voluntades. Esas realidades se convierten en percepciones, en marcos de referencia, y así se mantienen hasta que la cruda realidad objetiva los destruye. El dueño de la palabra suele convertirse también en el dueño del patio, y muchas de las cosas que allí ocurren, acontecen según su mandar. Eso será así hasta que aparezca el nuevo dueño de la palabra, cree otras realidades y por eso se convierta en el nuevo señor del mismo patio.
¿Cuáles realidades ha creado la palabra dominante durante los últimos años en este patio que es Venezuela hoy? Que la IV República fue una cadena absoluta de perversidades. Que el 11 de abril hubo un golpe de Estado. Que los golpistas son los otros. Que se acabó con la corrupción. Que ahora la política sí es participativa. Que Venezuela ahora es de todos. Que los ministerios son del Poder Popular. Que nadie del gobierno tuvo nada que ver con la maleta de Antonini. Que Pdvsa es socialista. Que el capitalismo y otros países son los culpables de todos nuestros males. Que el bolívar es fuerte. Que ahora sí hay justicia. Que la salud es para todos. Que cada venezolano tiene una vivienda digna. Que se puede ser médico en tres años. Que todos tenemos trabajo. Que ya no hay más pobres. Que se acabaron los niños de la calle. Que la historia ha sido distorsionada por los otros. Que Cuba es el mar de la felicidad. Que las elecciones han sido transparentes.
Tanto ha usado Chávez, y usa, los medios públicos (los que existían, los que ha creado, los que ha comprado, los que ha expropiado) y los privados (a los que obliga con sus abusivas cadenas y con un ordenamiento legal ventajista hecho por él y a la medida de sus ambiciones) para imponer su palabra, que, mucho más que Socialismo del Siglo XXI, lo que hoy tenemos en Venezuela es más bien una "mediocracia oficialista", que por todos los medios se afana en la búsqueda del control de todos los medios.
Tanto repite Chávez su palabra, y tanto la hace repetir, que ésta ha invadido todos los espacios sociales. Esa palabra va acompañada por la de los fusiles de su Fuerza Armada, de su Guardia Nacional y de sus policías; por la palabra de su Asamblea Nacional, de su Tribunal Supremo de Justicia, de su Fiscalía, de su Contraloría, de su Defensoría del Pueblo, de su CNE, de sus gobernaciones, de sus alcaldías. Que son su eco. Todo eso ayuda mucho en el intento de silenciar las otras palabras, sean de la oposición de siempre, o de quienes fueron suyos pero decidieron no serlo más.
Esa estrategia de imposición de su palabra ha sido eficientemente secundada por la del aniquilamiento sistemático de todo tipo de oposición, hoy arrinconada, para evitar que su palabra encuentre el eco necesario para crear otra percepción y, en consecuencia, otra realidad, que inevitablemente aparecerá. Y se impondrá.
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